Pregunta: ¿Cuáles son las primeras obras mencionadas en Apocalipsis 2:5?
Respuesta:
La carta de Jesucristo a la iglesia de Éfeso del primer siglo (Apocalipsis 2:1–7) expresa una preocupación que nuestro Señor podría compartir con cualquier número de iglesias hoy: "Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido" (Apocalipsis 2:4–5).
Jesús llama a los cristianos de Éfeso a arrepentirse porque han dejado de amar como al principio. Siguen muy ocupados, observa Jesús: "Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado" (Apocalipsis 2:2–3). A pesar de todo su trabajo y paciente sufrimiento, Jesús reconoce que han perdido su celo inicial y abandonado su primer amor.
Algunos eruditos creen que "primer amor" se refiere a la pasión y devoción que los creyentes sienten por Cristo cuando acaban de ser salvos. En el contexto de Apocalipsis 2, "primer amor" parece referirse también a su amor mutuo, que, según Jesús, "será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos" (Juan 13:35, NTV). Las "primeras obras" que se mencionan en Apocalipsis 2:5 se relacionan directamente con su "primer amor". Su "arduo trabajo" y "paciencia" son dignos de elogio. Pero con el paso del tiempo, se habían motivado más por el sentido del deber que por el amor apasionado a Dios, demostrado en el servicio compasivo a los demás.
La mayoría de nosotros hemos experimentado el entusiasmo desmedido que acompaña a un nuevo amor. En las etapas iniciales del romance, haríamos casi cualquier cosa por esa persona que amamos sin pestañear. El periodo inicial de un nuevo trabajo es similar. Trabajaremos sin descanso y serviremos desinteresadamente. Los de Éfeso dejaron de realizar las "primeras obras" porque habían perdido su "primer amor". El Señor tenía un caso similar contra Su pueblo en el tiempo de Jeremías: "Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada" (Jeremías 2:2).
Al igual que muchos de nosotros hoy, los creyentes efesios estaban ocupados, manteniéndose apartados de la gente malvada e identificando a los falsos apóstoles, mientras descuidaban la devoción sincera. Para mantener el rumbo en las "primeras obras", debemos permanecer fervientes en el eterno "primer amor" por Cristo (ver Efesios 6:24; 1 Tesalonicenses 1:3). Nuestro amor por Él es el combustible que enciende nuestra compasión y servicio a los demás.
Jesús les dijo a los efesios cómo mantener viva su primer amor. En primer lugar, dijo que debemos recordar, que literalmente significa "recordar y responder" en el idioma griego original. Debemos recordar continuamente las cosas que hemos perdido, abandonado o descuidado (Salmo 119:55; Salmo 42:5-6; Jeremías 51:50; Mateo 16:9-10; Hechos 20:35; Gálatas 2:10; Hebreos 13:2-3; 1 Corintios 11:24-28). A continuación, nos arrepentimos. Respondemos a nuestros recuerdos, cambiando de opinión acerca del pecado, confesando nuestros pecados al Señor y regresando a Él, nuestro Primer Amor (Apocalipsis 3:3; 1 Juan 1:9). Tercero, regresamos; hacemos las primeras obras. Para los creyentes, las "primeras obras" consisten en buscar primeramente Su reino y Su justicia (Mateo 6:33).
Recuperamos el terreno perdido "desde donde hemos caído" avivando el fuego de nuestra devoción y alimentando nuestra relación con el Señor. Pasamos tiempo en la presencia de Dios, adorando, orando y permitiendo que Su Palabra penetre en nuestros corazones. La sabiduría instruye: "Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón" (Proverbios 3:3). Al permanecer en Jesucristo, daremos el fruto del servicio obediente (Juan 15:4–8). Con Su amor ardiendo en nosotros, naturalmente demostraremos amor compasivo por nuestros hermanos y hermanas (1 Juan 4:10–12; Efesios 5:1–2). Solo a través de Su poder y gracia trabajando en nosotros, podemos continuar haciendo las primeras obras "las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Efesios 2:10; ver también Filipenses 2:13).