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Pregunta: ¿Qué son las profundidades de la tierra en el Salmo 139:15?

Respuesta:
En el Salmo 139, David alaba el completo conocimiento y cuidado que Dios tiene de él como persona. David se admira de su Creador omnisciente, omnipresente y omnipotente, que lo conoce íntima y completamente. En los versículos 13-15, David reconoce que Dios siempre ha estado actuando en su vida, incluso en el momento de su concepción:

Porque Tú formaste mis entrañas;

Me hiciste en el seno de mi madre.

Te daré gracias, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho;

Maravillosas son Tus obras,

Y mi alma lo sabe muy bien.

No estaba oculto de Ti mi cuerpo,

Cuando en secreto fui formado,

Y entretejido en las profundidades de la tierra (NBLA).

David enlaza varios conceptos en este pasaje. En primer lugar, reconoce que Dios nos crea a cada uno de nosotros cuidadosa, detallada y maravillosamente en el vientre de nuestra madre (Salmo 139:13-14). En segundo lugar, al remontarse al relato de la creación, David reconoce que los seres humanos están hechos del polvo o barro de la tierra (versículo 15; cf. Génesis 2:7). Por tanto, cada uno de nosotros, como Adán, es una creación única de Dios, hecha a mano (Efesios 2:10). En tercer lugar, aunque seamos creados en el lugar secreto e invisible del vientre materno, nunca estamos ocultos a la vista de Dios (versículo 15).

Muchos estudiosos de la Biblia sugieren que las profundidades de la tierra es un eufemismo para el lugar oscuro y oculto del vientre materno. La Nueva Traducción Viviente dice: "Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto, mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz" (Salmo 139:15).

Dios todo lo ve y todo lo sabe. Las profundidades de la tierra y la soledad del vientre materno son dos lugares ocultos a los ojos humanos. Pero no están ocultos a la vista de Dios (Daniel 2:22; Job 34:21; Salmo 33:13-15; Jeremías 23:24). Dios ve todas nuestras acciones y conoce todos nuestros pensamientos (Salmo 44:20-21; Jeremías 17:10; Ezequiel 11:5; Hebreos 4:12-13). No importa dónde hayamos estado o adónde vayamos, siempre permaneceremos bajo la mirada vigilante del Dios que nos creó (Salmo 100:3).

Dios está presente y actúa en todo lugar. Desde que David fue concebido, Dios ha estado obrando en su vida, del mismo modo que siempre está obrando en la nuestra. Incluso antes de formarnos en el vientre materno, nos conocía y tenía un plan para nuestras vidas (Jeremías 1:5; Efesios 1:5; Romanos 8:29-30). No hay lugar al que podamos ir que esté fuera del alcance amoroso de nuestro Padre. Aunque el Señor nos permita sufrir "muchas penurias", podemos decir, como el salmista: "Pero volverás a darme vida y me levantarás de las profundidades de la tierra" (Salmo 71:20, NTV). La profundidad más honda, la distancia más lejana, el pozo más oscuro e incluso la muerte misma no pueden separarnos de la presencia amorosa y bondadosa de Dios (Romanos 8:31-39).

La frase profundidades de la tierra también se utiliza en las Escrituras para expresar la naturaleza todopoderosa de nuestro Dios: "Porque el Señor es Dios grande, un gran Rey sobre todos los dioses. En sus manos sostiene las profundidades de la tierra y las montañas más imponentes. El mar le pertenece, pues él lo creó; sus manos también formaron la tierra firme" (Salmo 95:3-5, NTV). Dios es un Creador omnipotente y soberano, digno de nuestra alabanza. Todo le pertenece y está bajo Su control.

Las alturas de las montañas y las profundidades de la tierra no suponen barreras para nuestro Dios profundamente personal. No creó simplemente a la humanidad y se retiró de la escena, dejándonos a nuestra suerte. Nos conoce a fondo, hasta el número de cabellos de nuestra cabeza (Mateo 10:30). De principio a fin, está íntimamente involucrado en nuestras vidas.

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