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Pregunta: ¿Deberían los cristianos reciclar? ¿Cuál debería ser la perspectiva de un cristiano sobre el reciclaje?

Respuesta:
El reciclaje consiste en transformar los materiales en nuevos productos para evitar desperdiciar las materias primas. El reciclaje reduce la contaminación del agua debido al drenaje de los vertederos. Los materiales reciclados son llevados a centros de reciclaje, se clasifican, se limpian y se vuelven a transformar en nuevos materiales. Los materiales reciclables más comunes incluyen papel, vidrio, plástico y metal. El proceso de reciclaje de la basura, especialmente en los países occidentales que producen millones de toneladas de basura cada año, es probablemente una muy buena idea. La política del reciclaje tiene a la gente haciendo fila en ambos lados, cada uno tan firme en sus creencias como el otro y cada uno con una abrumadora cantidad de evidencia para apoyar sus afirmaciones. Los que están a favor del reciclaje afirman que se ahorra energía y se conservan árboles, que el aire y el agua están más limpios y que se reduce la presencia de materiales peligrosos en el medio ambiente. Los críticos cuestionan los beneficios económicos del reciclaje y señalan la pérdida de empleos en la industria maderera, minera y otras industrias conectadas con la producción de primera mano que no pueden ser compensadas por los empleos en la industria del reciclaje.

Desde una perspectiva cristiana, sabemos que estamos llamados a ser buenos administradores de la tierra. Dios creó la tierra y le dio al hombre dominio sobre ella (Génesis 1:26-28; Salmo 8:6-8), y debemos ser responsables de su cuidado. Los cristianos debemos preocuparnos por el aire limpio, el agua limpia y la conservación de los recursos naturales en la medida de nuestras posibilidades. Pero los cristianos entienden que la Biblia nos dice que la tierra es temporal. Ningún tipo de reciclaje o "pensamiento verde" evitará el final que Dios ha planeado para la tierra. A pesar de todos los mejores planes de los hombres para preservar el planeta, llegará un momento en el que la tierra y todo lo que Él ha creado serán destruidos. "Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas" (2 Pedro 3:10). La propia Tierra se está preparando para ese cataclismo, que hará que el comportamiento destructivo del hombre hacia el medio ambiente parezca insignificante. Romanos 8:20-22 habla de una creación que gime en espera del momento en que será liberada de la esclavitud al principio de la decadencia. Este es el fin que deberíamos esperar y planificar, y que debería hacer que nuestros esfuerzos evangelísticos sean aún más urgentes. Las latas de gaseosa se pueden reciclar; las personas, no. Por lo tanto, nuestros mayores esfuerzos deben estar dirigidos a salvar almas, no al planeta.

Al final, reciclar o no es una cuestión de conciencia y no debe considerarse desde un punto de vista legalista. Los cristianos que sienten que es importante reciclar deben hacerlo. Aquellos que no deseen hacerlo están libres de no hacerlo. Pero, como en todas las cosas, el reciclaje no debería dividir a los creyentes entre sí (Lucas 11:17). El cuidado y la preocupación por los demás es mucho más importante que el cuidado y la preocupación por el medio ambiente.

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