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Pregunta: ¿Qué significa que los israelitas estaban saciados y habían engordado (Deuteronomio 31:20)?

Respuesta:
El lenguaje figurado se utiliza en toda la Biblia para simbolizar verdades espirituales. El concepto de engordar es un ejemplo. Sin embargo, en las Escrituras, "engordar" tiene una asociación diferente de la que tiene hoy.

Examinemos la expresión en Deuteronomio 31:20 para conocer el contexto. En aquel momento, la nación de Israel estaba a punto de entrar en la Tierra Prometida. Moisés se preparaba para pasar la antorcha del liderazgo a Josué. Era importante que el recién nombrado líder de Dios supiera lo que le esperaba: el pueblo abandonaría al Señor por dioses extranjeros: "Porque cuando Yo los introduzca en la tierra que mana leche y miel, la cual juré a sus padres, y ellos coman y se sacien y prosperen, se volverán a otros dioses y los servirán, y me despreciarán y quebrantarán Mi pacto".

Engordar significa "prosperar o progresar". A través de Moisés, Dios advirtió a Josué que, tan pronto como los israelitas se saciaran y empezaran a enriquecerse y prosperar en la Tierra Prometida, la nación se apartaría del Único Dios Verdadero para servir a dioses falsos. Y como Israel abandonaría al Señor, Dios permitiría que la tragedia entrara en sus vidas para llevarlos de vuelta a un lugar de arrepentimiento, dependencia y restauración de la relación de pacto (Deuteronomio 31:21).

Podemos aprender mucho de los israelitas mientras engordan. Dios le dijo a Moisés que escribiera la advertencia en un cántico para que Israel lo memorizara y no lo olvidara fácilmente (Deuteronomio 31:19-21). Ante todo, debemos recordar, en tiempos de abundancia, cuando estamos disfrutando de las bendiciones de Dios de prosperidad y abundancia, no volvernos complacientes y autosuficientes. Nunca debemos olvidar de dónde proceden nuestras bendiciones (Deuteronomio 8:17-18). Dios es la fuente de todo bien (Santiago 1:17). Él espera y merece nuestro amor leal y nuestra fidelidad en todo momento (Deuteronomio 7:6; 10:12; Éxodo 34:14). Desafortunadamente, al igual que Israel, todos tenemos la fatal inclinación a "engordar" y olvidarnos del Señor cuando la vida es buena y prosperamos (Salmo 14:2-3; Isaías 53:6).

Dios sabe lo rebeldes y testarudos que somos (Deuteronomio 31:27). Este hecho se demuestra en la historia una y otra vez, cuando Israel "engordó...y tiró coces (Engordaste, te cubriste de grasa); entonces abandonó al Dios que lo hizo, y menospreció la Roca de su salvación" (Deuteronomio 32:15). Sucedió en tiempos de Nehemías, cuando los israelitas se deleitaron en la bondad del Señor en lugar de hacerlo en el Señor mismo (Nehemías 9:25-26). Jeremías observó de Israel que "Se engordaron y se pusieron lustrosos" y "sobrepasaron los hechos del malo" (Jeremías 5:28). A través de Oseas, Dios acusó: "En sus pastos se saciaron, y repletos, se ensoberbeció su corazón; por esta causa se olvidaron de mí" (Oseas 13:6).

El pueblo de Dios de todas las generaciones ha sido como el hijo pródigo que buscó la riqueza de su padre, pero no la voluntad de su padre (Lucas 15:11-24). El gran éxito y la fortuna pueden hacernos caer rápidamente en un período de retroceso. Como la iglesia de Laodicea, nos volvemos orgullosos y apáticos. Nos creemos ricos y prósperos, pero a los ojos de Dios somos "desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos" (Apocalipsis 3:14-22).

Podemos aprender de los israelitas cuando engordaron cuidando nuestros corazones y nuestras actitudes cuando experimentamos tiempos de bendición. Haríamos bien en mantener esta humilde oración de Agur constantemente en nuestros labios: "¡no me des pobreza ni riqueza! Dame solo lo suficiente para satisfacer mis necesidades. Pues si me hago rico, podría negarte y decir: ¿Quién es el Señor?. Y si soy demasiado pobre, podría robar y así ofender el santo nombre de Dios" (Proverbios 30:8-9, NTV).

Como el apóstol Pablo, podemos aprender a contentarnos con cualquier porción que Dios nos proporcione - «con el estómago lleno o vacío, con mucho o con poco»- dependiendo totalmente del poder de Cristo para darnos fuerzas (Filipenses 4:11-13). Pablo instruyó a Timoteo con estas palabras: "Enséñales a los ricos de este mundo que no sean orgullosos ni que confíen en su dinero, el cual es tan inestable. Deberían depositar su confianza en Dios, quien nos da en abundancia todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos" (1 Timoteo 6:17, NTV).

La lección que debemos aprender de Israel es "engordar" -crecer y prosperar- sin abandonar nunca al Señor. Hasta que aprendamos esta lección, Dios, en Su amor misericordioso, nos guiará con gracia de vuelta a un lugar de fidelidad y obediencia humilde a través de las disciplinas de la dificultad y el sufrimiento (Salmo 119:67; Hebreos 12:10-11; 12:6; 1 Pedro 1:6-7).

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