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Los eruditos bíblicos tienden a identificar los salmos por tipo o categoría, pero debaten sobre las clasificaciones exactas, y algunos nombran más categorías que otros. En general, hay acuerdo sobre un sistema que incluye al menos estos cinco tipos: salmos de lamentación, salmos reales, salmos de acción de gracias, salmos sapienciales, y luego una mezcla de géneros más pequeños como los salmos históricos y proféticos.
El lamento es un tema importante en la Biblia y, en particular, en el libro de los Salmos. Lamentarse es expresar una profunda pena, aflicción o pesar. Los salmos de lamentación son bellos poemas o himnos que expresan las luchas humanas. Los salmos de lamentación constituyen la categoría más numerosa de salmos, con cerca de un tercio de todo el libro de los Salmos. Estos salmos son oraciones en las que se expone al Señor una situación problemática y se le pide ayuda.
Hay dos tipos de salmos de lamento: comunitarios e individuales. Los salmos de lamento comunitarios tratan de situaciones de crisis nacional: describen problemas a los que se enfrenta todo el pueblo de Dios. El Salmo 12 es un ejemplo de lamento comunitario, que expresa tristeza por el pecado generalizado: "Salva, Señor, porque el piadoso deja de ser; porque los fieles desaparecen de entre los hijos de los hombres. Falsedad habla cada uno a su prójimo; hablan con labios lisonjeros y con doblez de corazón" (Salmo 12:1-2).
Los lamentos individuales abordan diversos problemas aislados, problemas a los que se enfrenta un miembro del pueblo de Dios. Un ejemplo de salmo de lamento individual es el Salmo 86, en el que David expone su necesidad ante Dios: "Oh Dios, los soberbios se levantaron contra mí, y conspiración de violentos ha buscado mi vida, y no te pusieron delante de sí" (Salmo 86:14). Hay cuarenta y dos salmos de lamento individuales y dieciséis salmos de lamento comunitarios o nacionales.
Los salmos de lamentación son himnos poéticos destinados a ser cantados a Dios. Tratan temas que fueron y siguen siendo centrales en la vida de fe de los creyentes individuales y de toda la comunidad de fe. Los salmos de lamentación expresan emociones intensas, luchas humanas reales y la angustia de corazón experimentada por el pueblo de Israel al vivir su fe individual y colectivamente.
Los hombres y mujeres del Antiguo Testamento eran tan reales como nosotros hoy. Danzaban y cantaban, se alegraban y reían, discutían y se confesaban, se lamentaban y lloraban. Expresaban sus emociones a Dios en la oración, igual que hacemos nosotros hoy. Cuando nos enfrentamos a luchas difíciles y necesitamos el rescate, la salvación y la ayuda de Dios, los salmos de lamentación son un buen lugar al que acudir.
El gran reformador protestante Martín Lutero atesoraba los salmos de lamentación. De ellos dijo: "¿Qué es lo más grandioso del Salterio, sino este ferviente hablar en medio de los vientos tempestuosos de todo tipo...? ¿Dónde se encuentran palabras de tristeza más profundas, más dolorosas, más lastimeras que en los salmos de lamentación? Allí también se mira en el corazón de los santos, como en la muerte, sí, como en el mismo infierno. . . . Cuando hablan del temor y de la esperanza, usan tales palabras que ningún pintor podría representar así vuestro temor o esperanza, y ningún Cicerón u otro orador los ha retratado así. Y que hablen estas palabras a Dios y con Dios, esto repito, es lo mejor de todo. Esto da a las palabras doble seriedad y vida" (Palabra y Sacramento, Obras de Lutero, vol. 1, ed. E. T. Bachmann. E. T. Bachmann. Filadelfia: Fortress, 1960, pp. 255-56).
Como todo el libro de los Salmos, los salmos de lamentación siguen un patrón que comienza con el sufrimiento y termina con la gloria. Normalmente, estos cantos comienzan con una nota negativa, de queja, pero terminan con una nota positiva, llena de fe.
Un lamento suele comenzar con una alocución. Por ejemplo, el Salmo 44:1 dice simplemente: "Oh Dios", y el Salmo 22 comienza: "Dios mío, Dios mío". Un salmo de lamento contendrá una queja: "Pero por causa de ti nos matan cada día; somos contados como ovejas para el matadero" (Salmo 44:22). En un salmo de lamento se encontrará una petición de ayuda a Dios: "Despierta; ¿por qué duermes, Señor? Despierta, no te alejes para siempre" (Salmo 44:23). Un salmo de lamento incorporará una afirmación de confianza en Dios, a menudo recordando sus actos anteriores de fidelidad: "Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se alegrará en tu salvación" (Salmo 13:5). Y, finalmente, un salmo de lamento contendrá un glorioso voto de alabanza a Dios: "Cantaré al Señor, porque me ha llenado de bienes" (Salmo 13:6, NBLA).
