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Pregunta: "¿Habrá sexo en el cielo?"

Respuesta:
La Biblia no aborda el tema del sexo en el cielo. Sin una declaración clara en las Escrituras sobre el asunto, realmente no podemos decir "sí" o "no" sobre la probabilidad de sexo en el cielo. Sin embargo, la Biblia sí se ocupa de un tema relacionado: el matrimonio en el cielo o, para ser más precisos, el matrimonio después de la resurrección.

En Mateo 22, los saduceos intentan desacreditar a Jesús haciéndole lo que ellos consideraban una pregunta difícil sobre el matrimonio y la resurrección. Se dirigieron a Él y le plantearon un caso hipotético en el que una mujer se había casado varias veces en su vida. Luego le preguntaron cuál sería su marido en la resurrección: "¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron?" (versículo 28). Jesús les respondió con estas palabras: "En la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo" (versículo 30).

El que no haya matrimonio en el cielo indica que no hay sexo en el cielo, aunque el Señor no establece esa clara conclusión. La simple enseñanza de Jesús en Mateo 22:29-32 es 1) se llevará a cabo la resurrección y 2) el matrimonio ya no formará parte de nuestra experiencia. Parece que el matrimonio es una relación para disfrutar en esta vida, pero no pasará a la otra vida. No perdemos nuestra identidad en el cielo (ver Lucas 16:23), pero no mantendremos las mismas relaciones que en la tierra. Nuestra vida será muy diferente de lo que estamos acostumbrados a hacer aquí y ahora.

Del hecho de que no haya matrimonio en el cielo se deducen al menos otras dos cosas:
1) No habrá procreación en el cielo. Ya se ha fijado el número de los redimidos y, al no haber muerte, no habrá necesidad de propagar la raza humana.
2) No habrá relaciones sexuales en el cielo. Los apetitos y deseos de este mundo darán lugar a deleites mejores e infinitamente más gratificantes en el mundo venidero.

No habrá necesidad de sexo en el cielo, al igual que no habrá necesidad de muchas otras cosas. Durante siglos, el templo de Jerusalén y los sacrificios que en él se ofrecían constituyeron el centro del culto, pero, una vez que Cristo se ofreció a Sí mismo como sacrificio supremo, el templo y el sistema de sacrificios dejaron de ser necesarios (Juan 4:22-23). Habían sido "figuras de las cosas celestiales" (Hebreos 9:23). Del mismo modo, la relación matrimonial es una imagen de nuestra relación con Cristo (Efesios 5:31-32). Una vez que estemos presentes con Cristo, la ilustración ya no será necesaria. Tendremos la realidad, que es mucho mejor que cualquier representación terrenal. Esta es la razón por la que a Jesús se le llama el Novio, a la Iglesia se le llama Su Novia, y a nuestra celebración en el cielo se le llama la Boda (Juan 3:29; Mateo 22:1-14; Apocalipsis 19:7-9).

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