Pregunta: ¿Quiénes eran los siete hijos de Esceva?
Respuesta:
El libro de los Hechos registra que, en Éfeso, Dios estaba realizando "milagros extraordinarios por mano de Pablo" (Hechos 19:11). Estos milagros apostólicos debían corroborar el mensaje de Pablo. Algunos de estos milagros consistían en expulsar demonios de las personas que estaban poseídas (versículo 12). Jesús había dado antes a Sus apóstoles una autoridad específica sobre los demonios (Marcos 3:15). Pablo, como apóstol, también había recibido esa autoridad (ver 2 Corintios 12:12).
Había algunos charlatanes religiosos en Éfeso que pretendían tener poderes especiales para hacer milagros. Esceva, a quien se identifica como "jefe de los sacerdotes" (Hechos 19:14), tenía siete hijos que iban por ahí expulsando espíritus malignos (versículo 13). Viendo el éxito que tenía Pablo expulsando demonios, los siete hijos de Esceva empezaron a utilizar una nueva fórmula invocando el nombre de Jesús. Le decían al demonio: "Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo" (versículo 13).
Esta táctica de los siete hijos de Esceva les salió mal un día. Un demonio al que intentaban expulsar se negó, diciendo: "A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?" (Hechos 19:15). El demonio se ensañó con ellos. El hombre poseído por el demonio, "saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos" (versículo 16). Los siete hijos de Esceva no eran rivales para el poder demoníaco con el que estaban jugando (ver Marcos 5:1-4).
El resultado del ataque del demonio a los siete hijos de Esceva fue que todos en Éfeso "tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús" (Hechos 19:17). Al comparar la obra de Pablo con la de los siete hijos de Esceva, los de Éfeso pudieron ver fácilmente la diferencia entre el poder de Cristo y la incapacidad de los farsantes. El evangelio hizo grandes proezas en aquella ciudad (versículos 20 y 26).
Aprendemos varias cosas del relato de los siete hijos de Esceva. En primer lugar, los demonios son seres espirituales peligrosamente poderosos—mucho más fuertes que nosotros—que pueden hacer que las personas a las que poseen hagan cosas increíblemente violentas e incontrolables. Los siete hijos de Esceva obviamente no tenían el debido respeto por los demonios (ver Judas 1:8-9). En segundo lugar, los demonios reconocen la autoridad válida y temen a Dios (ver Santiago 2:19). Es importante señalar que la autoridad sobre los demonios solo le pertenece a Jesús (ver Lucas 8:28, 31) y a aquellos a quienes Jesús se la dio. El demonio de Hechos 19 dice que conoce a Jesús y a Pablo (uno de los apóstoles escogidos por Jesús). Se negó a reconocer a cualquier otra autoridad en Éfeso. La pregunta del demonio, "¿quiénes sois?", es escalofriante en sus implicaciones para los siete hijos de Esceva y su total falta de autoridad. En tercer lugar, los demonios no pueden ser expulsados mediante una fórmula o un ritual o invocando el nombre de Jesús. No hay poder en los conjuros, aunque incluyan el nombre de Cristo. El poder pertenece solo a Jesús. Probablemente, el mayor error que cometieron los siete hijos de Esceva fue no darse cuenta de que Pablo no estaba expulsando los espíritus malignos. Jesucristo era quien los expulsaba a través de Pablo.
El problema al que se enfrentaban los siete hijos de Esceva era que no tenían poder sobre el demonio al que se enfrentaban. No eran apóstoles. Más que eso, por muy religiosos que fueran, no tenían ninguna relación con Dios. No eran creyentes en Cristo. No tenían el poder ni la presencia del Espíritu Santo. No había nada en ellos ni en sus palabras que hiciera que un demonio les prestara la más mínima atención. Un soberbio demonio en particular parece que se cansó de su espectáculo y les dio una paliza que recordarían.
En un momento del ministerio de Jesús, Él envió a 70 discípulos a los que había dado su autoridad sobre los demonios. Cuando volvieron para informar al Señor de lo que había sucedido, estaban entusiasmados por poder expulsar espíritus malignos: "Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre" (Lucas 10:17). Jesús les dio inmediatamente algo de perspectiva: "Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos" (versículo 20). ¿Qué es más grande que la autoridad sobre los demonios? Saber que Dios es tu Padre y que el cielo es tu hogar.