Pregunta: ¿Cuáles son las siete virtudes cardinales?
Respuesta:
A principios del siglo IV, un monje llamado Evagrio Póntico creó una lista de pecados cardinales, cardinales en el sentido de que estos pecados fundamentales conducen a otros pecados. En el año 590 d.C., el Papa Gregorio revisó esta lista para formar el concepto moderno de los "siete pecados capitales": lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y orgullo. Estos pecados son conocidos hoy a través de la Iglesia Católica y a través de escritos y obras de arte famosas, incluyendo La Divina Comedia de Dante, Los Cuentos de Canterbury de Chaucer, y Los Siete Pecados Capitales de Cadmus. Junto a la lista de los siete pecados capitales se encuentra una lista de siete virtudes, que se ven como el inverso de los pecados cardinales. Ninguna de las listas, de los siete pecados mortales o de las siete virtudes cardinales, es explícitamente bíblica.
Las virtudes son disposiciones habituales y firmes para hacer lo que es moralmente bueno. La Iglesia Católica enseña que, creando hábitos para hacer el bien y dando lo mejor de nosotros mismos, uno puede llegar a ser más como Dios y superar la tentación del pecado. La Iglesia Católica se centra mucho en las siete virtudes como medio de combatir los siete pecados mortales y así superar el mal dentro de nosotros.
Existen varias versiones de la lista de las siete virtudes cardinales. La versión del Vaticano incluye las siguientes: prudencia, justicia, fortaleza, templanza, fe, esperanza y caridad. Las primeras cuatro virtudes se categorizan como virtudes "cardinales", lo que significa que las otras virtudes dependen de ellas. La Iglesia Católica enseña que las virtudes cardinales se adquieren por la educación, buenas acciones y perseverancia en la lucha. Las tres últimas virtudes son conocidas como virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Se llaman "teologales" porque se relacionan directamente con Dios.
Aquí hay una breve descripción de cada una de las siete virtudes cardinales:
Prudencia — La habilidad de encontrar el bien en cada situación y seleccionar los medios adecuados para lograrlo.
Justicia — La constante y firme voluntad de dar lo que se debe a Dios y al prójimo.
Fortaleza — La demostración de fuerza en las dificultades y tentaciones; la capacidad de superar el miedo y otros obstáculos en la vida moral.
Templanza — Equilibrio en el uso de los bienes creados, usando el placer con moderación y buscando lo que es bueno.
Fe — La virtud por la cual uno cree en Dios y cree que todo lo que Él ha dicho y revelado es verdadero.
Esperanza — Un deseo por el reino de los cielos y la vida eterna como la felicidad de uno, depositando la confianza en las promesas de Cristo y confiando en la gracia del Espíritu Santo.
Caridad — Amor por Dios sobre todas las cosas por sí mismo y amor por el prójimo como uno mismo por amor a Dios.
La declaración del Vaticano sobre la caridad recuerda a los creyentes que todas las virtudes son inspiradas por la caridad, que "une todo perfectamente" (Colosenses 3:14,).
La Biblia habla de muchas virtudes. Bíblicamente, las virtudes fluyen del carácter de Dios y se producen en nosotros a través del trabajo del Espíritu Santo. Es la voluntad de Dios conformarnos a la imagen de Cristo (Romanos 8:29). Una vez que una persona pone su confianza en Cristo, es una nueva creación (2 Corintios 5:17) y comienza a reflejar el fruto del Espíritu: "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Gálatas 5:22-23). Solo por la gracia de Dios y a través del trabajo del Espíritu Santo, nos volvemos más como Cristo y, por lo tanto, se llena de virtud. La transformación para parecernos a Cristo no es principalmente un esfuerzo de autoayuda en el que buscamos vivir virtuosamente; más bien, depende del trabajo del Espíritu Santo (Filipenses 2:12–13). Superar el pecado y vivir una vida piadosa llena de virtud es acerca de permanecer en Cristo (Juan 15), ceder y mantenerse al paso con el Espíritu Santo (Gálatas 5:16–18), y confiar en Dios y Su provisión para nosotros (1 Corintios 10:13).
Cualquier pecado nos separa de Dios (Romanos 6:23). Ser "virtuoso" no tiene sentido aparte de una relación con Dios, quien solo es bueno (Isaías 64:6; Lucas 18:19). Nuestro pecado se supera solo a través de la obra terminada de Jesucristo en la cruz. Se nos manda "además de esto, haciendo toda diligencia, añadid a vuestra fe virtud" (2 Pedro 1:5), y la lista de las siete virtudes cardinales puede ayudarnos a notar áreas en las que trabajar. Pero recordamos que la verdadera virtud viene solo por el trabajo del Espíritu Santo que mora en todos aquellos que ponen su fe en Cristo (Filipenses 2:12–13). Nuestra salvación fue iniciada por el Espíritu Santo, y el proceso de santificación será completado por Él también (Gálatas 3:3).