Pregunta: "¿Cuál es el significado del templo de Ezequiel?"
Respuesta:
Ezequiel nació dentro de la línea sacerdotal (Ezequiel 1:3), pero sirvió a Dios como profeta. En Ezequiel 40-48 Ezequiel ve una visión detallada de un gran y glorioso templo. Esta extensa visión ha sido objeto de mucha especulación y varias interpretaciones durante años.
Ezequiel comenzó su ministerio profético antes de que Jerusalén y el templo fueran destruidos por Babilonia en el año 586 a.C. Antes de la destrucción, muchos falsos profetas aseguraron al pueblo que Dios estaba con ellos y que nada les sucedería (Ezequiel 13:8-16). Los verdaderos profetas como Jeremías y Ezequiel advirtieron al pueblo que el juicio de Dios estaba por venir (Ezequiel 2:3-8). En Ezequiel 8-11, el profeta ve la gloria de Dios abandonando el templo.
En el exilio, él animó a Israel diciendo que el juicio no duraría para siempre, sino que Dios restauraría a Israel y volvería a vivir entre ellos. En Ezequiel 37 relata la visión de "El Valle de los Huesos Secos", en la que describe la reunificación y reanimación de un Israel muerto. En los capítulos 38-39, Ezequiel predice una batalla con Gog y Magog, en la que son derrotados los enemigos de Israel. Luego, en los capítulos 40-48, en el vigésimo quinto año del cautiverio de Israel, Ezequiel describe un enorme nuevo templo (capítulos 40-42). La gloria de Dios regresa (capítulo 43), se reanudan los sacrificios (capítulos 44-46), y se restaura la tierra al pueblo de Israel (47-48). Los corazones del pueblo tendrán un cambio (Ezequiel 36:26-27), e incluso los gentiles podrán tener un lugar en el reino restaurado (Ezequiel 47:22). La tierra será gobernada por un príncipe davídico (Ezequiel 44:3; ver también 37:24-25; 34:23-24).
En su visión del templo, Ezequiel fue llevado a Israel donde vio una montaña y una ciudad. Se encuentra con "un hombre de aspecto parecido al bronce; estaba de pie en la entrada con un cordón de lino y una vara de medir en la mano" (Ezequiel 40:3). El hombre le dice a Ezequiel que preste atención a todo lo que ve y oye y que relacione todos los detalles con el pueblo de Dios (versículo 4). La medición de la disposición de la estructura del templo ocupa los siguientes tres capítulos de Ezequiel.
La pregunta es cuándo y cómo se cumplirá la visión del templo de Ezequiel. ¿Deberíamos buscar un cumplimiento literal? ¿O es esta visión un símbolo de la futura perfección de la presencia de Dios entre Su pueblo? ¿Ya se ha cumplido? ¿O el cumplimiento sigue siendo futuro? Si el templo de Ezequiel es futuro, ¿se cumplirá en la era de la iglesia, el milenio, o en el estado eterno? Las respuestas a estas preguntas estarán determinadas, muy probablemente, por las suposiciones del intérprete en cuanto a la naturaleza literal o simbólica de la profecía y su cumplimiento.
Argumentando el cumplimiento literal de la profecía del templo de Ezequiel, se encuentran los numerosos detalles de la visión de Ezequiel y las dimensiones específicas del templo. Si la visión debe cumplirse literalmente, entonces el cumplimiento debe ser futuro, ya que nada como lo que se describe en Ezequiel 40-48 ha tenido lugar hasta ahora. Las dimensiones del templo de Ezequiel son mucho más grandes que las del templo en los días de Jesús, y ese templo era una gran estructura.
La mayoría de los que esperan un cumplimiento literal del templo de Ezequiel esperan que se levante en el reino milenario, un reinado de 1.000 años de Cristo sobre la tierra. Durante el milenio, los santos glorificados de la era actual vivirán en contacto con los seres humanos que todavía tendrán que tomar una decisión por Cristo para ser salvos — y muchos elegirán no confiar en Él. El sistema de sacrificios descrito en Ezequiel no puede ser para el perdón de los pecados, porque Cristo lo ha logrado una vez y para siempre (Hebreos 10:1-4, 11-14). En este enfoque interpretativo, los sacrificios se ven como recordatorios de la muerte de Cristo o como ritos para la limpieza ceremonial del templo, pero no como un medio para perdonar los pecados.
En la visión figurativa del templo de Ezequiel, la visión del profeta simplemente reitera que Dios volverá a morar con Su pueblo en una relación perfecta. Esta relación se describe en el lenguaje que el pueblo de la época (y especialmente para Ezequiel como sacerdote) habría entendido — un templo judío de proporciones magníficas, con sacrificios regulares y perfectos, con el Mesías presidiendo, y con la gloria de Dios visiblemente evidente. En visiones posteriores a otros profetas, Dios reveló más acerca de cómo lo lograría con el propio Mesías reemplazando el templo, los sacrificios y la tierra. La presencia de Dios mediante la presencia del Espíritu Santo sería más evidente que nunca antes. El cumplimiento del templo de Ezequiel podría realizarse en la era de la iglesia hasta cierto punto y, en la era venidera, hasta la perfección.
Independientemente del enfoque que se tome, la visión del templo de Ezequiel dice que Dios no ha abandonado a Su pueblo y que Su relación con ellos será restaurada y llevada a una nueva e inédita gloria e intimidad. Las circunstancias actuales nunca deben hacer que uno dude de las promesas de Dios.