Pregunta: ¿Debería un cristiano estar interesado en las teorías de conspiración?
Respuesta:
¿Quién mató a JFK? ¿Qué son los Illuminati? ¿Las redes 5G causan el coronavirus? ¿Es cierto QAnon? ¿Qué es la adrenocromina? ¿Había algún equipo en el transbordador espacial que supuestamente causaban terremotos? Si Dios revela la respuesta a alguna de estas especulaciones, debemos estar agradecidos de que haya traído luz a nuestros misterios. Si no es así, deberíamos dejar las cosas como están, especialmente si reflexionar sobre esos misterios provoca miedo.
Por un lado, las teorías de conspiración son entretenidas. Tratar de conectar los puntos a través de diferentes eventos históricos, trae un sentido de orden al caos. Especular sobre misterios provoca una inquietante ansiedad por el futuro que alivia el aburrimiento y distrae de dilemas más urgentes.
Hablar y descubrir la verdad es ciertamente bíblico. El profeta Natán descubrió la conspiración de David para encubrir su pecado de asesinato (2 Samuel 12). El sobrino de Pablo descubrió un complot para asesinar a Pablo, y su conocimiento frustró el intento (Hechos 23). A la maldad le gusta esconderse. Juan 3:20 dice: "Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas". Debemos siempre buscar la verdad."Amad, pues, la verdad y la paz" (Zacarías 8:19).
Dos advertencias sobre las teorías de la conspiración: primero, nunca debemos adelantarnos a lo que Dios desea revelarnos. Dios revela la verdad en misterio (Daniel 2:30; Génesis 40:8). Él nos dirá lo que necesitamos saber a su debido tiempo, y hay cosas que no necesitamos saber (Marcos 13:32; Apocalipsis 10:4). No debemos caer en especulaciones inútiles que nos quitan tiempo y esfuerzo para trabajar por Cristo (1 Timoteo 1:4).
Segundo, no debemos temer. "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Timoteo 1:7). Muchas teorías de conspiración alimentan el miedo y se aprovechan de la ignorancia y la credulidad. Dios nos ha llamado a algo mejor.
Un problema con las teorías de conspiración es que ponen demasiado énfasis en asuntos mundanos. Es bueno que salgan a la luz las intrigas políticas, pero esa no es una condición necesaria para la vida cristiana (2 Timoteo 3:12). Está bien que la corrupción sea llevada ante la justicia (Isaías 1:17), pero sigue siendo posible vivir una vida piadosa, aunque nunca se haga justicia. En nuestra búsqueda de la verdad, siempre debemos tener presente Romanos 8:31: "¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?".
Exponer la verdad es bueno. Obsesionarse con los rumores, las murmuraciones y las teorías a medio demostrar es perjudicial. Efesios 5:11-14 es una excelente guía. El versículo 11 dice que reprendamos "las obras infructuosas de las tinieblas". Pero el versículo 12 dice que no las mencionemos. ¿Cómo las reprendamos? No mediante conjeturas ni preocupaciones, ni temores ni reflexiones interminables, sino esperando las palabras de los versículos 13 y 14: "Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo". Habla la verdad y espera el tiempo de Dios.
La especulación interminable sobre las teorías de conspiración es, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo. En el peor de los casos, la obsesión genera un miedo paralizante al desviar nuestra atención de Cristo. Evita los misterios que Dios aún no ha decidido revelar. Deja que Él trabaje de acuerdo a Su tiempo. Descansa en Su plan, que nunca puede ser frustrado (Job 42:2).
Sobre todo, no temas. "Se levantan los reyes de la tierra, y los gobernantes traman unidos contra el Señor y contra Su Ungido". Pero "El que se sienta como Rey en los cielos se ríe, El Señor se burla de ellos" (Salmo 2:2, 4).