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Pregunta: ¿Qué es la tierra de los vivientes y cómo es Dios nuestra porción en ella (Salmo 142:5)?

Respuesta:
El Salmo 142 sigue el patrón estándar de un salmo individual de queja. El autor, David, está siendo perseguido y se esconde en una cueva. Su fe está al límite. En medio de sus desgarradoras súplicas de misericordia y ayuda, David clama al Señor con la esperanza de ser liberado: "Tú eres mi refugio, mi porción en la tierra de los vivientes" (Salmo 142:5, NBLA).

Cuando David describió al Señor como "mi porción en la tierra de los vivientes", utilizó una versión adaptada de una antigua tradición de la tribu de Leví. Dios dividió y distribuyó la Tierra Prometida entre las doce tribus de Israel, pero a los levitas no se les dio una parte (Deuteronomio 10:8-9). En cambio, fueron apartados para cuidar el arca del pacto y servir en el tabernáculo. Como sacerdotes, debían ser mantenidos con una parte de las ofrendas del pueblo.

El Señor le dijo a los levitas: "De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel" (Números 18:20). Más tarde, la confesión "el Señor es mi porción" comenzó a aparecer en las oraciones y salmos del pueblo de Israel: "El Señor es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte" (Salmo 16:5, NBLA; ver también Lamentaciones 3:24). Cuando el salmista reconocía: "El Señor es mi porción", quería decir que Dios era la base de su existencia y todo lo que necesitaba (Salmos 119:57).

Toda la fuerza de la frase de David, "mi porción" sale a la luz en la Nueva Traducción Viviente: "Entonces oro a ti, oh Señor, y digo: Tú eres mi lugar de refugio. En verdad, eres todo lo que quiero en la vida" (Salmo 142:5, NTV).

La palabra porción también se puede referir a lo que está cerca y es apreciado por una persona. El pueblo de Israel es llamado la porción del Señor: "Pues la porción del Señor es Su pueblo; Jacob es la parte de Su heredad" (Deuteronomio 32:9, NBLA). Asimismo, Dios es la porción de Israel: "No es como esta la porción de Jacob; Porque Él es el Hacedor de todo, e Israel es la tribu de Su heredad; El Señor de los ejércitos es Su nombre" (Jeremías 10:16, NBLA). El Señor nos ha escogido para que seamos Su porción, y nosotros le hemos escogido a Él para que sea la nuestra.

Remontándonos a la tradición levita, la tierra de los vivientes se refiere a la tierra de Israel, el territorio que Dios dio en herencia a todas las tribus, excepto a Leví. Sin tierra física que reclamar como fuente de provisión, los levitas profesaban: "No tengo otro apoyo para mi existencia que la ayuda que viene de ti, Dios". Este salmo de Asaf refleja el sentimiento: "¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre" (Salmo 73:25-26).

"La tierra de los vivientes" es el mundo actual en el que vivimos. Habla de la vida a este lado de la tumba. En el Salmo 27:13, David confiaba en que "había de ver la bondad del Señor en la tierra de los vivientes" (NBLA). Creía que Dios escucharía sus gritos y respondería a su oración antes de morir. Por lo tanto, esperaría en el Señor y confiaría en Él (Salmo 27:14).

La literatura sapiencial describe la "porción" de una persona como su suerte en la vida (Job 20:29; 27:13; Eclesiastés 9:9). Dios se convierte en nuestra porción en la tierra de los vivientes cuando confesamos y estamos de acuerdo con David en que Dios es todo lo que queremos y necesitamos en esta vida presente: "Señor, solo tú eres mi herencia, mi copa de bendición; tú proteges todo lo que me pertenece" (Salmo 16:5, NTV).

Charles Spurgeon escribió: "El Señor es nuestra omnisuficiente parte. Dios satisface; y si Dios en sí mismo es suficiente, debe también ser suficiente para nosotros. No es fácil satisfacer los deseos de un hombre... Pero todo lo que podemos desear es ser hallados en nuestra divina porción" (Lecturas Matutinas, 16 de noviembre). Cuando, como David, podemos decir: "Señor, Tú eres mi porción en la tierra de los vivientes", significa que confiamos en Dios con toda nuestra vida. Nos deleitamos y nos satisfacemos en Él, porque Él es nuestro todo en todo (Salmo 37:4; Eclesiastés 5:18-20).

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