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Pregunta: ¿Por qué mencionó Jesús la torre de Siloé en Lucas 13:4?

Respuesta:
Jesús menciona la torre de Siloé en el contexto de responder a una pregunta sobre una tragedia reciente en Jerusalén. Algunas personas le contaron a Jesús acerca de un grupo de galileos que habían venido al templo a sacrificar, y Poncio Pilato los sacrificó, probablemente debido a un disturbio público que los galileos estaban causando (Lucas 13:1). Es posible que los hombres que relataron esta historia a Jesús estuvieran intentando atraerle para que tomara partido, a favor o en contra de Pilato, o puede que simplemente sintieran curiosidad por conocer la reacción de Jesús ante la masacre. Cualquiera que fuera su motivación, la respuesta de Jesús hace reflexionar: "¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente" (versículos 2-3).

Jesús continúa la conversación mencionando otro acontecimiento actual, éste relacionado con la torre de Siloé: "O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente" (Lucas 13:4-5).

La caída de la torre de Siloé no se menciona en otros registros históricos y, como la Biblia no da más detalles del derrumbe de la estructura, no podemos estar seguros de para qué servía la torre ni por qué cayó. Obviamente, la tragedia era bien conocida por los oyentes de Jesús. Siloé era una zona situada justo fuera de las murallas de Jerusalén, en el lado sureste de la ciudad. Allí había un estanque alimentado por un manantial, que fue escenario de uno de los milagros de Cristo (Juan 9). La torre de Siloé pudo haber formado parte de un sistema de acueductos o de un proyecto de construcción que Pilato había iniciado. En cualquier caso, la torre cayó y dieciocho personas murieron en la catástrofe.

Se trata de dos acontecimientos de actualidad: la masacre en el monte del Templo y el derrumbe de la torre de Siloé. En primer lugar, Jesús advirtió a Su audiencia que no supusiera que las víctimas de esas tragedias habían sido juzgadas por su gran maldad. Siempre existe la tentación de atribuir las muertes repentinas e inexplicables al juicio de Dios en respuesta al pecado secreto (o abierto). Jesús dice que no tan rápido; es un error atribuir automáticamente tales tragedias a la venganza de Dios. Tanto si se trata de una tragedia provocada por el hombre (la matanza de los galileos por Pilato) como de una tragedia causada por la naturaleza (la caída de la torre de Siloé), es un error suponer que las víctimas son de algún modo peores pecadores que los demás y que, por tanto, merecen morir.

El segundo punto que Jesús señaló en relación con ambos acontecimientos es que todo el mundo necesita arrepentirse. El arrepentimiento es un cambio de mentalidad que se traduce en un cambio de acción. Jesús subraya la importancia del arrepentimiento dos veces en este pasaje: arrepiéntete o perece, dice; conviértete o arde. En lugar de conjeturar sobre el pecado de los galileos, concéntrate en tu propio pecado. En lugar de atribuir la maldad a los que murieron junto a la torre de Siloé, examina tu propio corazón.

Cuando ocurren tragedias, como la de la torre de Siloé, es natural que la gente empiece a preguntarse por qué. Surgen pensamientos como que las víctimas se lo merecían. Tal vez eran malas personas y por eso les ocurrieron cosas malas. Pero a veces parece que las personas afectadas por las tragedias son buenas. Sobre todo cuando las víctimas son niños. ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? ¿Por qué ocurren cosas malas?

Al comentar la caída de la torre de Siloé, Jesús niega cuatro suposiciones que la gente suele hacer:

1) El sufrimiento es proporcional a la pecaminosidad.

2) La tragedia es una señal segura del juicio de Dios.

3) Las cosas malas solo les ocurren a las personas malas.

4) Tenemos derecho a juzgar.

A cada una de estas suposiciones, Jesús dice que no.

Cuando leemos una tragedia en los titulares, deberíamos resistir la tentación de atribuir la culpa a las víctimas, como si hubieran recibido el juicio de Dios. Más bien, Jesús nos pide que miremos al pecado que llevamos dentro y tomemos el titular como una advertencia para arrepentirnos. La muerte repentina de alguien no debería ser una ocasión para culparnos, sino para examinarnos a nosotros mismos.

Seas de Galilea o de Jerusalén, de Kansas o de Kenia, del campo o de la ciudad; seas rico o pobre, joven o viejo; te consideres pecador o santo; y quieras o no pensar en cosas espirituales, el hecho es que estás bajo el juicio de Dios a menos que te arrepientas y tengas fe en Jesús.

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