Pregunta: "¿Qué enseña la Biblia sobre el tráfico de personas?"
Respuesta:
En pocas palabras, la trata o el tráfico de personas es un término moderno para referirse a la esclavitud. Cada vez que a una persona se le somete a una situación de trabajo forzado, independientemente del motivo, esto se define como trata de personas.
Las Naciones Unidas definen la trata de personas como "la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. La explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución de otros u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas similares a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos".
Los expertos han señalado que la trata de seres humanos es la actividad delictiva de más rápido crecimiento en el mundo y una de las más lucrativas. En general, la Organización Internacional del Trabajo calculó la industria de la trata de personas en más de 31.000 millones de dólares al año en 2005. Algunos estiman que existen hasta 29 millones de personas en situación de esclavitud en todo el mundo, más del doble del número de esclavos transportados durante todo el comercio transatlántico de esclavos.
El problema es sin duda grande y creciente. ¿Qué enseña la Biblia sobre la trata de personas? Esta pregunta no se puede responder correctamente sin un claro entendimiento del valor de la vida humana por parte de Dios. La Biblia dice que, cuando Dios creó a los seres humanos, los creó a Su imagen y semejanza (Génesis 1:26). Cada vida tiene un gran valor, y Dios ama a todos los individuos.
Por eso Dios enseña el amor al prójimo (Mateo 19:19) y el amor a los necesitados (Lucas 10:25-37). Jesús fue quien enseñó la Regla de Oro: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas" (Mateo 7:12). También Proverbios 31:8-9 nos enseña lo siguiente: "Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso". Todos estos principios se aplican ciertamente a los perjudicados por la práctica ilegal del tráfico de personas.
¿Cómo puede la gente hoy en día poner en práctica estos principios bíblicos que ayudan a los que están sometidos a la esclavitud? En primer lugar, debemos orar por los que están esclavizados. Como dice Santiago 5:16, "La oración eficaz del justo puede mucho". El poder de Dios se necesita claramente para que se produzca cualquier cambio adecuado en el tema de la trata de personas.
En segundo lugar, debemos hablar en nombre de los necesitados (Proverbios 31:8-9). Aquellos en nuestras escuelas, negocios, iglesias y comunidad por lo general no son conscientes del problema de la trata de personas y de cómo ayudar. Tal vez Dios te llame a ser una de las personas que se manifiesten y ayuden a hacer justicia a los que no tienen voz en este asunto.
En tercer lugar, debemos actuar para ayudar a los que se encuentran en situación de esclavitud. Estas iniciativas pueden implicar una serie de medidas, que van desde el voluntariado en una organización de lucha contra la trata de personas hasta las donaciones económicas o la enseñanza sobre el tema en el lugar donde se vive. En los últimos años ha surgido un número creciente de organizaciones que ofrecen nuevas oportunidades a los cristianos para servir en esta área.
Otra manera de prestar ayuda práctica es apoyar el comercio justo y los productos elaborados por las víctimas. Los productos de comercio justo incluyen artículos vendidos por quienes cumplen con prácticas que eliminan cualquier forma de trabajo injusto, especialmente la esclavitud. El café, el té, el chocolate y las flores frescas son productos comunes que ofrecen alternativas de comercio justo para ayudar a mantener la esclavitud fuera de la cadena de suministro.
Para resumir, el tráfico de personas es una grave humillación contra hombres, mujeres y niños que han sido creados a imagen de Dios. Como seguidores de Cristo, tenemos la responsabilidad de orar, de denunciar la trata de personas y la esclavitud moderna, y de vivir de manera que contribuya a crear un cambio en las vidas de los afectados por este terrible delito.