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Pregunta: ¿Cómo debemos tratar a nuestros enemigos según Proverbios 25:21-22?

Respuesta:
Según Proverbios 25:21-22, el Señor quiere que tratemos a nuestros enemigos con bondad y generosidad: "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer pan, Y si tiene sed, dale a beber agua; Porque así amontonarás brasas sobre su cabeza, Y el Señor te recompensará" (NBLA). Este pasaje afirma la paradójica verdad del reino de que la manera de tratar a un enemigo es hacerle el bien.

El profeta Eliseo llevó a cabo una bondad similar con el ejército arameo cuando vinieron contra Israel, ofreciendo comida y bebida a las tropas y enviándolas a casa. Después de eso, se mantuvieron alejados de Israel (2 Reyes 6:21-23; cf. 2 Crónicas 28:15). La ley del Antiguo Testamento ordenaba incluso que un israelita devolviera el buey o el asno de su enemigo si se extraviaba y ayudara a la bestia de carga enferma de su enemigo (Éxodo 23:4-5).

Amontonar brasas sobre la cabeza de alguien es una expresión asociada al castigo en la Biblia (Salmo 11:6; 140:10). La idea es que bajo el calor y la presión de la bondad aplicada, la persona se sentirá avergonzada, lamentará sus actos y se arrepentirá. La frase podría tener su origen en un antiguo ritual egipcio de propiciación en el que se obligaba a una persona culpable de un delito a llevar un recipiente de brasas encendidas en la cabeza como símbolo de su arrepentimiento. El objetivo de tratar a nuestros enemigos con amabilidad es llevarlos a la convicción de su maldad y, así, hacer que se arrepientan.

En Romanos 12:9-21, el apóstol Pablo citó Proverbios 25:21-22 para demostrar que vencemos el mal mediante el amor y la bondad. Enseñó: "Bendigan a quienes los persiguen. No los maldigan, sino pídanle a Dios en oración que los bendiga" (versículo 14, NTV). "Nunca devuelvan a nadie mal por mal" (versículo 17, NTV). "Queridos amigos, nunca tomen venganza. Dejen que se encargue la justa ira de Dios. Pues dicen las Escrituras: "Yo tomaré venganza; yo les pagaré lo que se merecen", dice el Señor. En cambio, "Si tus enemigos tienen hambre, dales de comer. Si tienen sed, dales de beber. Al hacer eso, amontonarás carbones encendidos de vergüenza sobre su cabeza". No dejen que el mal los venza, más bien venzan el mal haciendo el bien" (versículos 19-21, NTV).

Nuestra reacción instintiva al ser ofendidos es tomar venganza contra nuestros enemigos. Sin embargo, esta reacción está prohibida a los seguidores de Cristo. Jesús enseñó: "No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra" (Mateo 5:39). Como cristianos, debemos amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen (Mateo 5:43-48). Vencemos al mal haciendo el bien, y nos ganamos a nuestros enemigos, amándoles y tratándoles con bondad y compasión.

En Su gran Sermón de la Montaña, Jesús llamó a Sus discípulos a ser agentes de paz en este mundo: "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos" (Mateo 5: 9-12).

Hay razones por las que los cristianos no se deben vengar. En primer lugar, Dios ha dejado expresamente claro en las Escrituras que a Él le corresponde castigar el pecado (Deuteronomio 32:35, 41; Eclesiastés 12:14). Y, puesto que Dios quiere que "todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad", los cristianos deben vivir "quieta y reposadamente", de modo que no obstaculicen la obra del Evangelio (1 Timoteo 2:1-4). Cuando llevamos a cabo la tarea divina de vengarnos y castigar a nuestros enemigos, corremos el riesgo de perjudicar la causa del Evangelio. Pero cuando amamos a nuestros enemigos con sinceridad y sacrificio, Dios nos honrará y recompensará.

Para un cristiano, la mejor manera de vencer a un enemigo es convertir a ese enemigo en un hermano o hermana en Cristo. Romanos 2:4 dice que la bondad de Dios tiene como objetivo llevar a las personas al arrepentimiento. Es lógico que nuestra bondad hacia un enemigo también ayude a esa persona a arrepentirse. Tratar a nuestros enemigos con una inesperada bondad y generosidad tendrá un efecto desconcertante e incómodo, con la posibilidad de llevarlos al remordimiento, al arrepentimiento y a la salvación en Jesucristo.

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