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Pregunta: ¿Qué significa que David diga: "Tú preparas una mesa delante de mí" (Salmo 23:5)?

Respuesta:
En el Salmo 23:5 (NBLA), el rey David dice al Señor: "Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos", describiendo su estrecha relación con Dios como si fuera el invitado de honor a cenar de un anfitrión generoso y capaz. Como un anfitrión amable, el Señor atiende todas las necesidades de David, colmándole de cuidados personales, abundante generosidad, protección frente a sus enemigos y bendiciones eternas.

David tenía muchos adversarios, pero en presencia del Señor, sentados a Su mesa, no suponían ninguna amenaza porque David tenía derechos de huésped con el Señor. En el antiguo Oriente, un anfitrión estaba obligado a salvaguardar a toda costa a sus visitantes de todos los enemigos.

El Salmo 23 comienza así: "El Señor es mi pastor, nada me faltará". El tema central del salmo -que a David no le falta de nada- se refuerza en cada línea. La palabra mi subraya la intimidad de la estrecha relación de David con Dios. David reconoce que Dios está siempre con él, velando por su bien, incluso en el más oscuro "valle de sombra de muerte" (versículo 4). Incluso en las circunstancias más difíciles - "en presencia de mis enemigos" (versículo 5)-, a David no le falta de nada porque su Dios está con él, supliendo todas sus necesidades y velando por su bienestar.

La afirmación de David: "Tú preparas mesa delante de mí", equivale a la declaración de Pablo: "Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19, NBLA). Este tema de la provisión y protección constantes de Dios se repite en la oración de Pablo por los efesios: "Pido en oración que, de sus gloriosos e inagotables recursos, los fortalezca con poder en el ser interior por medio de su Espíritu. Entonces Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes. Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios" (Efesios 3:16-19, NTV).

Cuando nos invitan a cenar a casa de alguien, no podemos abrir la nevera del anfitrión y agarrar lo que queramos comer. Dependemos de que el anfitrión ponga la cena en la mesa para nosotros. Esperamos a que nos ofrezcan comida y bebida. Por eso, la afirmación: "Tú preparas mesa delante de mí", pone de relieve la dependencia de David respecto a Dios.

El mismo Dios que "preparó una mesa en el desierto" para los hijos de Israel proporcionándoles maná diario para comer (Éxodo 16:15; cf. Salmo 78:19) suministraría todas las provisiones y la ayuda que necesitaría el rey David. La confianza de David en Dios encaja con la exhortación de Hebreos 4:16: "Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos" (NTV).

Dios (el Anfitrión) recibe a Su invitado (David) en un banquete ya preparado y extendido para él sobre la mesa. Como lo fue para David, lo es para todos los creyentes que aceptan la invitación a cenar a la mesa del Señor (Isaías 25:6-9; Mateo 22:1-14; Lucas 13:29-30; Apocalipsis 19:9; 21:2-4). Como David, dependemos de Dios para satisfacer nuestras necesidades materiales y físicas (Salmo 104:27); nos apoyamos en Él para recibir entendimiento y dirección en la vida (Proverbios 3:5-6); descansamos en Él mediante la oración (Filipenses 4:6; 1 Pedro 5:7); y, lo que es más importante, dependemos de Dios para nuestra salvación (Efesios 2:8-9).

"Tú preparas mesa delante de mí", significa que "Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia" (2 Pedro 1:3, NBLA). Sin embargo, Dios no solo satisface nuestras necesidades en esta vida. Dios es nuestro benefactor misericordioso y generoso, tanto para nuestros cuerpos como para nuestras almas, por todo el tiempo y la eternidad.

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