Pregunta: ¿Debería un cristiano preparar su testamento?
Respuesta:
Un testamento es un documento escrito que indica la forma en que una persona quiere que sus bienes se distribuyan después de su muerte. Dado que una persona puede cambiar su testamento a medida que cambian las circunstancias, solo es válido el último testamento (el más reciente). A veces, el testamento reparte los bienes directamente a las personas, y a veces la persona puede establecer un fideicomiso (fideicomiso testamentario) que establecerá normas permanentes para la distribución del patrimonio. Un fideicomiso testamentario puede limitar la cantidad de dinero al que un heredero puede acceder en un determinado período de tiempo. También puede establecer ciertos requisitos para seguir teniendo acceso a la herencia. Por ejemplo, si un heredero no mantiene su empleo, no pasa una prueba de drogas o es condenado por un delito grave, puede perder el acceso a los fondos depositados en el fideicomiso.
Cuando el rey Ezequías estaba enfermo, el profeta Isaías le dijo: "Ordena tu casa, porque morirás" (Isaías 38:1). Evidentemente, es prudente prepararse para la muerte. La Biblia no dice directamente si un cristiano debe o no preparar un testamento, ya que los testamentos son una costumbre moderna. En la antigüedad, las leyes de herencia eran más estrictas y, por tanto, la riqueza se distribuía por ley. Los cristianos de hoy tienen la opción de decidir qué sucede con sus bienes y parece que una buena administración requiere que utilicen esa opción para sacar el máximo provecho de sus bienes. En algunos casos, dejar grandes cantidades de dinero u otros bienes a sus hijos puede no ser una opción sabia, por lo que un fideicomiso testamentario podría ser la mejor opción. Los cristianos también tienen la oportunidad de apoyar ministerios después de su muerte. No hay ningún principio bíblico que obligue a los padres a dejar todo lo que tienen a sus hijos, y en muchos casos otras personas o ministerios pueden tener más necesidad o hacer un mejor uso de esos bienes. Si una persona muere intestada (sin testamento), los bienes se distribuirán de acuerdo con la ley estatal, que no incluirá distribuciones a ningún ministerio cristiano y muy a menudo no reflejará las prioridades del cristiano fallecido.
Más importante que la distribución de bienes es establecer la tutela de los hijos menores. El "pariente vivo más cercano", por no hablar de un orfanato o una institución pública, puede no ser la mejor opción. Un testamento puede establecer quién se encargará de los niños. El cristiano querrá asegurarse de que el tutor también sea un creyente que seguirá criando a los niños en un hogar cristiano.
Para que un testamento sea válido, debe prepararse y presentarse de acuerdo con la ley estatal. Algunos estados son muy específicos en sus requisitos, y otros son bastante permisivos. Para estar seguros, lo mejor es consultar a un abogado y gastar los doscientos o trescientos dólares (en la mayoría de los casos) para asegurarse de que el testamento cumple con todos los requisitos legales estatales, de modo que se respeten los últimos deseos que reflejen las prioridades cristianas.