Pregunta: "¿Qué es la unción? ¿Qué significa ser ungido?"
Respuesta:
En la Biblia, la unción con aceite se lleva a cabo en ceremonias religiosas y se utiliza para el aseo personal (Rut 3:3; Mateo 6:17), para dar alivio (Lucas 7:46), para tratamientos medicinales (Lucas 10:34) y para tradiciones funerarias (Marcos 16:1).
La unción ceremonial en el Antiguo Testamento era un acto físico que consistía en untar, frotar o derramar aceite sagrado sobre la cabeza de alguien (o sobre un objeto) como señal externa de que Dios había elegido y apartado a la persona (u objeto) para un propósito santo específico.
El término hebreo mashach significaba "ungir o embadurnar con aceite". El aceite que se utilizaba para la unción religiosa se mezclaba cuidadosamente con especias finas siguiendo una fórmula específica que el Señor había ordenado (Éxodo 30:22-32). Utilizar este aceite para cualquier otro fin era una ofensa grave que conllevaba la pena de ser "cortado" de la comunidad (Éxodo 30:33).
Reyes, sacerdotes y profetas eran ungidos externamente con aceite para simbolizar una realidad espiritual mucho más profunda: que la presencia de Dios estaba con ellos y que Su favor estaba sobre ellos (Salmo 20:6; 28:8). Cuando David aún era un joven pastor, Dios le dijo a Samuel que lo ungiera para que se convirtiera en rey de Israel (1 Samuel 16:3). Desde entonces el Espíritu del Señor vino poderosamente sobre la vida de David (1 Samuel 16:13; Salmo 89:20).
Siglos antes de la época de David, el Señor había ordenado a Moisés que consagrara a Aarón y a sus hijos como sacerdotes (Éxodo 28:41; 30:30; Levítico 8:30; 10:7). Dios autentificaba su ministerio sacerdotal con la resplandeciente gloria de Su presencia, la cual consumía sus ofrendas. Los objetos sagrados, incluido el propio tabernáculo, también eran apartados o consagrados mediante la unción para que fueran utilizados en la adoración y en las ceremonias de sacrificio (Génesis 28:18; Éxodo 30:26-29; 40:9-11).
La Biblia incluye una referencia literal a la unción de un profeta cuando el Señor ordenó a Elías que ungiera a Eliseo como el profeta que lo reemplazaría (1 Reyes 19:16). También incluye referencias metafóricas a la unción para indicar que los profetas estaban facultados y protegidos por el Espíritu del Señor para desempeñar su llamado (1 Crónicas 16:22; Salmo 105:15).
Ungir la cabeza con aceite también era una antigua costumbre de hospitalidad que se mostraba a los invitados de honor. En el Salmo 23:5, el rey David se describe a sí mismo como un distinguido invitado a la mesa del Señor. Esta práctica de ungir con aceite al invitado a cenar vuelve a aparecer en los Evangelios (Lucas 7:46; Marcos 14:3-9; Juan 12:3).
En el Nuevo Testamento, Jesucristo se presenta como nuestro Rey, Sacerdote y Profeta ungido. Es el Hijo Santo y elegido de Dios, el Mesías. De hecho, Mesías, que literalmente significa "ungido", se deriva de la palabra hebrea para "ungido". Cristo (griego. Christos) significa "el ungido".
Al inicio de Su ministerio, Jesús declaró: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos" (Lucas 4:18; cf. Isaías 61:1). Jesucristo cumplió la profecía del Antiguo Testamento como el Ungido, el Mesías elegido (Lucas 4:21). Demostró Su unción por medio de los milagros que realizó y la vida que sacrificó como Salvador del mundo (Hechos 10:38).
También es cierto que los cristianos de hoy son ungidos. Por medio de Jesucristo, los creyentes reciben "la unción del Santo" (1 Juan 2:20). Esta unción no se expresa en una ceremonia externa, sino participando del don del Espíritu Santo (Romanos 8:11). En el momento de la salvación, los creyentes reciben el Espíritu Santo y se unen a Cristo, el Ungido. Como resultado, participamos de Su unción (2 Corintios 1:21-22). Según un erudito, esta unción "expresa las influencias santificadoras del Espíritu Santo sobre los cristianos que son sacerdotes y reyes para Dios" (Smith, W., "Anointing", Smith's Bible Dictionary, ed. revisada, Thomas Nelson, 2004).
El Nuevo Testamento también relaciona el aceite de la unción con la sanidad y la oración. Cuando Jesús envió a los discípulos a predicar el Evangelio, "expulsaban muchos demonios y sanaban a muchos enfermos ungiéndolos con aceite de oliva" (Marcos 6:13 NTV). Santiago aconseja a los creyentes que llamen "a los ancianos de la iglesia, y oren" cuando estén enfermos "ungiéndole con aceite en el nombre del Señor" para sanarlos (Santiago 5:14).
En los círculos religiosos carismáticos se habla de "la unción" como algo que los cristianos pueden y deben buscar. Es común para ellos hablar de predicadores, sermones, ministerios, canciones, etc. "ungidos", y de aconsejar a otros a "desbloquear su unción" o "caminar en la unción". La idea es que la unción es un derramamiento del poder de Dios para realizar una misión a través del ungido. Los carismáticos afirman que hay unciones corporativas, así como varios tipos de unciones individuales: la unción quíntuple; la unción apostólica; y, para las mujeres, la unción de Rut, la unción de Débora, la unción de Ana, etc. Algunos incluso hablan de una "unción davídica" sobre los instrumentos musicales: los instrumentos "ungidos" son tocados por Dios mismo para ahuyentar a los demonios y llevar la adoración a un nivel más alto que antes. Se dice que las unciones especiales permiten a una persona usar su don espiritual a un "mayor grado." Los carismáticos dicen que las unciones especiales se reciben "desatando la fe de la persona".
Gran parte de la enseñanza carismática sobre la unción va más allá de lo que dicen las Escrituras. En su ambición de señales y prodigios, muchos carismáticos buscan experiencias nuevas y cada vez más fascinantes, y eso requiere más derramamientos, más bautismos espirituales y más unciones. Sin embargo, la Biblia habla de una sola unción del Espíritu, así como habla de un solo bautismo: "Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros" (1 Juan 2:27; ver también 2 Timoteo 1:14). Este mismo pasaje también refuta otro concepto erróneo, es decir, que Satanás de alguna manera puede "robar" la unción de un creyente. No necesitamos preocuparnos por perder la unción que recibimos, ya que la Escritura dice que permanece.
Otra enseñanza aberrante con respecto a la unción del Espíritu es la "unción Mimshach". Mimshach es una palabra hebrea relacionada con mashach ("ungir") y que se encuentra solamente en Ezequiel 28:14, donde se dice que la unción "cubre" (NKJV - solo disponible en inglés) o "cubre y protege" (AMP - solo disponible en inglés). De acuerdo a algunos en el grupo de la Palabra de Fe, la unción de Mimshach (la cual le fue otorgada a Lucifer antes de su caída) ahora está disponible para los creyentes. Recibir esta unción causará que todo lo que uno toque aumente o se expanda, y el ungido experimentará mayores niveles de éxito, ganancia material, salud y poder.
En lugar de buscar una nueva unción, los creyentes deben recordar que ya tienen el don del Espíritu Santo. El Espíritu no se da por partes, no viene en porciones o dosis, y no se quita. Tenemos la promesa de que "todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia" (2 Pedro 1:3).