Pregunta: ¿Por qué dice Jesús que valemos más que muchos pajarillos (Mateo 10:31)?
Respuesta:
Cuando Jesús se prepara para enviar a Sus doce apóstoles a continuar la obra de hacer avanzar el reino de su Padre, los prepara para un ataque de persecución extrema (Mateo 10:16-25). Sabiendo que sus corazones están llenos de inquietud, les consuela y anima (Mateo 10:26-33). Una preocupación urgente e innegable de estos discípulos que pronto serán puestos a prueba es su miedo a sufrir daños físicos y a la muerte. Jesús les pregunta: "¿No se venden dos pajarillos por una monedita? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo el Padre. Y hasta los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. Así que no teman; ustedes valen más que muchos pajarillos" (Mateo 10:29-31, NBLA).
Jesús refuerza una lección anterior sobre la provisión y el cuidado del Padre para sus preocupaciones corporales: "no se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?" (Mateo 6:25-26, NBLA). Si el Padre cuida de criaturas aparentemente insignificantes como las aves del cielo y los diminutos pajarillos, ¿cuánto más cuidado y preocupación demostrará por Sus amados hijos, que están hechos a imagen y semejanza de Dios?
Jesús menciona el precio de los pajarillos que se venden en el mercado. En el relato de Lucas, Jesús pregunta: "¿Cuánto cuestan cinco gorriones: dos monedas de cobre? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos" (Lucas 12:6, NTV). Una moneda de cobre equivalía a menos de un centavo de hoy. Los pajarillos o gorriones, el alimento típico de los pobres, eran baratos. Mientras Jesús subraya la insignificancia de los pajarillos, hace hincapié en el gran valor de Sus discípulos. El Padre se preocupa tan íntimamente por Sus seguidores que incluso conoce el número de cabellos de sus cabezas. Si Dios cuida de la más pequeña y humilde de sus criaturas para que "ni una sola de ellas caiga al suelo" sin su consentimiento, ¿con cuánta más vigilancia atenderá a los siervos de Su reino? Este razonamiento de menor a mayor era una herramienta de enseñanza habitual entre los rabinos. Jesús lo utilizó de nuevo en Mateo 12:12 para mostrar el valor de los seres humanos sobre los animales a los ojos de Dios.
Los discípulos no tendrían nada que temer, ya que su Señor soberano y su Padre amoroso les apoyarían en su misión. La providencia de Dios es tan amplia que ni siquiera un gorrión puede caer al suelo sin que Él lo sepa. Dios tiene el control de los acontecimientos más grandes y aterradores de nuestras vidas, así como de las minucias más pequeñas. Incluso si sufrimos como Sus siervos y morimos, podemos confiar en que nada nos sucede fuera del control, la voluntad y el plan de Dios (Romanos 8:17, 28; Efesios 1:11).
Jesús dice que valemos más que muchos pajarillos porque los siervos de Dios son muy apreciados. Somos Sus hijos amados y atesorados (1 Juan 3:1; Juan 1:12-13; 2 Corintios 6:17-18; Gálatas 3:26). Somos elegidos por Dios, adoptados en Su familia por medio de Jesucristo y receptores de Su gloriosa gracia (Efesios 1:4-6; ver también 1 Tesalonicenses 1:4; 2:13). No nos compró con "oro ni plata, los cuales pierden su valor, sino que fue con la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios, que no tiene pecado ni mancha" (1 Pedro 1:18-19, NTV). Un pajarillo podría comprarse con un centavo, pero el alto precio que Dios pagó por nuestra redención fue la sangre de Su propio Hijo (Efesios 1:7; 1 Corintios 6:20). Tan grande es el amor de Dios por nosotros que dio a Su Hijo unigénito para que muriera por nosotros y nos reclamara como Suyos (Romanos 5:8; ver también Romanos 8:31-39; Juan 3:16-17).
No solo valemos más que muchos gorriones, sino que Dios nos considera Su "obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás" (Efesios 2:10, NTV). No somos intrascendentes ni prescindibles a los ojos de Dios. Somos Sus obras de arte más preciadas y valiosas, "creadas de manera admirable y maravillosa" (Salmo 139:14). Dios, que nos creó a Su imagen y semejanza, nos considera la obra cumbre de Su creación (Génesis 1:26-27; 5:1; 9:6; Santiago 3:9). Armados con esta seguridad, nosotros, como los apóstoles, podemos ir a dondequiera que el Señor nos envíe y, a pesar de la oposición, podemos caminar confiados en el cuidado amoroso de Dios mientras realizamos las cosas buenas que Él ha planeado que hagamos.