Respuesta:
La instrucción bíblica de vestirse con modestia se encuentra en 1 Timoteo 2:9. Como una epístola pastoral, 1 Timoteo es una carta de instrucción y aliento escrita por el apóstol Pablo a Timoteo, quien estaba supervisando la iglesia en Éfeso. Pablo pide que "se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad" (1 Timoteo 2:1-2). Habla sobre el deseo de Dios de que "todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (1 Timoteo 2:4). Describe el sacrificio de Jesús en la cruz y su trabajo mediador entre Dios y la humanidad (1 Timoteo 2:5–6). Luego escribe: "Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad" (1 Timoteo 2:8-10). Estos mandatos de comportamiento y apariencia están vinculados a la adoración de Dios y al testimonio público.
1 Pedro 3:1–4 da instrucciones similares: "Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos" (1 Pedro 3:1-5). Pedro también da instrucciones a los maridos sobre cómo ser considerados con sus esposas, quienes son "coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo" (1 Pedro 3:7).
En el centro de vestirse con modestia está el respeto por Dios. En lugar de buscar llamar la atención a través de la apariencia, las mujeres piadosas deben buscar glorificar a Dios. Por supuesto, este mismo principio también se aplica a los hombres. Tanto las mujeres como los hombres están llamados a honrar a Dios en todos los aspectos de sus vidas, incluyendo en cómo se visten. En lugar de centrarse en un exterior impresionante a nivel social, los creyentes deben crecer en carácter piadoso. En lugar de ser conocidos por su ropa o estilo de cabello, deberían ser conocidos por cómo honran a Dios. Jesús dijo a sus seguidores: "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5:14–16).
La modestia también tiene que ver con el respeto hacia los demás. Nuestra apariencia externa sí comunica cosas al mundo que nos observa. Cuando los creyentes están demasiado preocupados por los aspectos externos — ostentando riquezas o belleza o mostrando símbolos de estatus cultural — el mundo malinterpreta quién es Dios. Cuando nos vestimos con "ropa respetable", con modestia (de una manera humilde, reverente, respetuosa), demostramos mejor la verdad de Dios. Demostramos mejor que nuestro valor está en Él, no en las cosas que el mundo persigue.
Nuestra apariencia también afecta a los demás creyentes. 1 Corintios 10:31–33 dice: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos". Debemos ser conscientes de cómo nuestra elección de ropa afecta a nuestras hermanas y hermanos en Cristo, y debemos estar dispuestos a renunciar a nuestros propios derechos por el bien de su madurez espiritual cuando sea necesario (1 Corintios 10:23–33; Romanos 14). No debemos alentar a otros a pecar intencionalmente.
Vestirse con modestia a menudo requiere que revisemos nuestros motivos. ¿Nos vestimos de una manera particular para llamar la atención sobre nosotros mismos? ¿Para sentirnos superiores a los demás? ¿Para provocar celos en los demás? ¿Para incitar la lujuria? ¿Por idolatría? Si es así, necesitamos revisar nuestros corazones y posiblemente cambiar nuestra ropa. También es importante considerar el contexto cultural y situacional. Por ejemplo, en los Estados Unidos, sería impropio llevar un vestido de gala para servir en un comedor de beneficencia. Pero el mismo vestido podría ser apropiado en un evento de recaudación de fondos para la caridad. Nuestra ropa debe demostrar un correcto entendimiento de Dios, un correcto entendimiento de nosotros mismos, y respeto por las personas que nos rodean.
Proverbios 31:30 da esta sabiduría: "Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, esa será alabada" (Proverbios 31:30). Que nuestras elecciones de ropa estén fundamentadas en glorificar a Dios y en centrarnos en lo que tiene un valor eterno (Mateo 6:19–21).