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Pregunta: ¿Qué significa que vimos Su gloria (Juan 1:14)?

Respuesta:
El primer capítulo del evangelio de Juan profundiza en la encarnación de Jesucristo más que ningún otro pasaje de la Biblia. Juan quería que sus lectores supieran que Jesús era la revelación absoluta de Dios en forma humana: "El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad" (Juan 1:14, NBLA).

"El Verbo" es el Logos, Jesucristo mismo. Se hizo "carne", es decir, el Hijo divino de Dios se hizo humano, como nosotros (Romanos 8:3; Filipenses 2:7; 1 Timoteo 3:16; 1 Juan 4:2; 2 Juan 7). Dios se reveló a los hombres del mundo por medio de su Hijo, Jesús. Cristo nos mostró la gloria de Dios. "Hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre", afirma la Nueva Traducción Viviente. El autor de Hebreos lo aclara aún más: "El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios" (Hebreos 1:3, NTV).

La afirmación de que "vimos su gloria" relaciona a Jesús con el tabernáculo del desierto del Antiguo Testamento. En esta tienda terrenal de reunión, la presencia y la gloria divinas de Yavé moraban y se manifestaban visiblemente entre el pueblo de Israel. Vieron Su gloria en el fuego, la columna de humo y la nube (Éxodo 40:34). En el Nuevo Testamento, la gloriosa presencia de Dios se hizo visible en el Verbo viviente, que se vistió de carne y "tabernaculizó" entre nosotros en la persona de Jesucristo. De hecho, Juan 1:14 utiliza una forma de la palabra griega "tabernáculo" para describir a Jesús asumiendo la forma humana.

Jesús reveló Su gloria públicamente por primera vez en las bodas de Caná y, como resultado, "sus discípulos creyeron en él" (Juan 2:11, NTV). Mateo y Lucas registraron la escena de la transfiguración de Cristo cuando Pedro, Santiago y Juan contemplaron un destello de Su gloria sin velo (Mateo 17:2; Lucas 9:32). Pedro testificó de primera mano sobre la transfiguración: "Pues no estábamos inventando cuentos ingeniosos cuando les hablamos de la poderosa venida de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros vimos su majestuoso esplendor con nuestros propios ojos cuando él recibió honor y gloria de parte de Dios Padre. La voz de la majestuosa gloria de Dios le dijo: "Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo"" (2 Pedro 1:16-17, NTV).

Cuando Juan dijo: "Vimos su gloria", estaba dando testimonio ocular de la encarnación, de que Dios mismo había venido a la tierra encarnado en el Hijo: "Les anunciamos al que existe desde el principio, a quien hemos visto y oído. Lo vimos con nuestros propios ojos y lo tocamos con nuestras propias manos. Él es la Palabra de vida" (1 Juan 1:1, NTV).

No solo Juan, sino todos los discípulos habían visto a Jesús y contemplado Su gloria con sus propios ojos. Todos estos apóstoles podían dar testimonio de que el Padre había enviado a Jesús para ser el Salvador del mundo (1 Juan 4:14). Es probable que otros maestros estuvieran difundiendo ideas falsas sobre Jesús y contradiciendo la verdad de la encarnación. Sin embargo, las enseñanzas de Juan y los demás discípulos eran dignas de confianza porque estos hombres tenían experiencia de primera mano al oír, ver y tocar a Jesús (Juan 19:35).

Los milagros de Jesús revelaban la gloria de Dios (Juan 11:4, 40). La palabra para "gloria" en Juan 1:14 significa "un estado de alto honor". Los que presenciaron los milagros de Cristo -los que contemplaron Su gloria- vieron y comprendieron que Dios era digno del más alto honor y alabanza (Juan 4:53; 9:38; 20:29). El sufrimiento y la muerte de Jesús también revelaron la gloria de Dios (Juan 17:1, 5; Romanos 8:18). Todo lo que Jesús hizo trajo alabanza y honor a Dios, de modo que todos los que contemplaron Su gloria y creyeron en Él recibieron Su don de salvación (Juan 12:16; 13:31-32; 20:30-31; Filipenses 2:9-11; Efesios 1:12).

Pablo enseñó que Satanás ciega los ojos de los incrédulos para que no puedan contemplar la gloria de Dios ni entender el mensaje de salvación en Jesucristo. Ellos "son incapaces de ver la gloriosa luz de la Buena Noticia. No entienden este mensaje acerca de la gloria de Cristo, quien es la imagen exacta de Dios" (2 Corintios 4:4, NTV). Pero alabado sea Dios, que por medio de Jesucristo, nuestro Señor, permite que Su luz brille en nuestros corazones para que podamos "conocer la gloria de Dios que se ve en el rostro de Jesucristo" (2 Corintios 4:6, NTV).

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