Respuesta:
Dentro de la voluntad soberana de Dios, Él elige permitir que sucedan muchas cosas que no le agradan. El hecho de que Dios permita ciertas cosas -incluso cosas pecaminosas- que indirectamente cumplen Su voluntad, con frecuencia se denomina la voluntad permisiva de Dios.
En el principio, Dios creó un mundo perfecto (Deuteronomio 32:4) como parte de Su plan perfecto. Dios también creó seres espirituales y humanos con voluntad y capacidad de tomar decisiones. Todo esto era "muy bueno" (Génesis 1:31). Sin embargo, cuando las creaciones morales de Dios ejercieron su libre albedrío, eligieron la desobediencia y el pecado entró en el mundo. El mundo perfecto de Dios no incluía la muerte, el sufrimiento, la enfermedad y otras consecuencias del pecado; sin embargo, Dios permitió estas cosas como parte de Su voluntad permisiva.
Dios es omnisciente y soberano sobre todas las cosas. Ya que Dios es omnisciente, Él conoce todo lo que ha ocurrido y todo lo que ocurrirá hasta el fin de los tiempos (Isaías 46:9-10). Debido a que Dios es soberano, Él debe al menos "permitir" todos los eventos y acontecimientos. Dios no comete errores. Él intencionalmente hizo a los seres humanos con la capacidad de tomar decisiones, y colocó el árbol del conocimiento del bien y del mal en el jardín, aún sabiendo que Adán y Eva elegirían pecar. Dentro de la voluntad soberana de Dios, Él elige permitir que sucedan muchas cosas que no le agradan. La caída del hombre es una de esas cosas que Dios permitió.
Dios no nos obliga a cumplir Sus mandamientos (Su voluntad preceptiva). Más bien, en Su voluntad permisiva, Dios nos permite tomar decisiones-incluso decisiones pecaminosas que no son lo mejor de Dios para nuestras vidas. A la vez, no seguir la voluntad preceptiva de Dios trae consecuencias. En 1 Samuel 8, los israelitas exigieron a Samuel que les diera un rey. Esta no era la voluntad de Dios para ellos, y Él les advirtió que su decisión traería consecuencias negativas. "Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras" (1 Samuel 8:19-20).
Así que Dios, en su voluntad permisiva, les permitió tener lo que pedían. Les dio un rey como las demás naciones.
Nosotros experimentamos la voluntad permisiva de Dios todos los días. Dios nos permite tomar decisiones: qué comemos, cómo pasamos nuestro tiempo, dónde trabajamos, con quién nos casamos, y mucho más. Algunas de nuestras decisiones tendrán consecuencias para toda la vida, pero otras no. Algunas decisiones de otras personas nos afectan negativamente, y a veces nos encontramos con circunstancias desagradables. Debemos recordar que todo lo que sucede forma parte de la voluntad permisiva de Dios. Dios sigue en el trono. No ha perdido el control.
En la voluntad permisiva de Dios, al mal se le permite una cierta cantidad de libertad, pero esa libertad es restringida. Por ejemplo, a Satanás se le permitió atormentar a Job, pero Dios puso límites estrictos sobre cuán lejos podía llegar Satanás (ver Job 1-2).
En la voluntad permisiva de Dios, se permite que el mal actúe, pero el plan perfecto de Dios siempre triunfa. Por ejemplo, Dios permitió el rapto y la esclavitud de José. En cada maltrato a José, Dios tenía el poder de intervenir, pero "permitió" el mal y, en ese sentido limitado, soberanamente "quiso" que sucediera. Es importante señalar que la voluntad permisiva de Dios nunca contrarresta Su voluntad soberana o Su plan general. Dios permitió los pecados de los hermanos de José para lograr un beneficio mayor (ver Génesis 50:20).
Cuando Jesús fue arrestado, dijo a Sus enemigos: "esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas" (Lucas 22:53). La declaración de Jesús sugiere que al mal se le había concedido una ventana de oportunidad, y los hombres malvados la estaban aprovechando al máximo. Aquella fue sin duda una noche oscura, pero el resultado final fue la salvación de la humanidad. Todas las cosas "les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28). Dios sólo permite lo que conduce al cumplimiento de Su soberana voluntad.