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Pregunta

¿Debería un cristiano unirse a un sindicato laboral?

Respuesta


Un sindicato laboral es una organización de trabajadores que tiene como objetivo promover los intereses de sus miembros en asuntos que afectan sus salarios, beneficios y condiciones de trabajo. Los sindicatos no son ni buenos ni malos en sí mismos; solo son herramientas que se pueden utilizar con fines buenos o malos. La Biblia no habla de los sindicatos laborales, pero proporciona algunas orientaciones útiles, incluidos los principios que rigen el trabajo y la relación con la autoridad en nuestras vidas.

Los sindicatos pueden representar algo bueno para los trabajadores de una mala empresa que impone malas políticas o reglas a sus trabajadores. Algunas empresas han abusado de sus empleados, y los sindicatos han defendido a los desamparados dándoles una voz. Históricamente, los sindicatos han trabajado para aumentar los salarios y mejorar los beneficios, especialmente para los trabajadores en la parte más baja y media de la escala salarial. Y un sindicato laboral puede ayudar a una persona a obtener días libres por razones religiosas. Aun así, unirse a un sindicato laboral debe ser un asunto de oración y búsqueda de consejo sabio.

A continuación se presentan algunos principios bíblicos en relación con los sindicatos laborales:

Sindicatos laborales y el principio del trabajo. Dios es un trabajador, y Él nos diseñó para ser trabajadores: "El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara" (Génesis 2:15, NBLA). "Seis días trabajarás, y harás toda tu obra" (Éxodo 20:9). "La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece" (Proverbios 10:4). Se nos pide que trabajemos "no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios" (Efesios 6:6). En la medida en que los sindicatos promuevan el trabajo y hayan contribuido a mejorar las condiciones laborales de los empleados, son algo positivo.

Sindicatos laborales y el principio de sumisión. El concepto de sumisión a la autoridad es difícil para la mayoría de nosotros. Nos resistimos a la idea de que alguien nos diga qué hacer. Muchos de nosotros desconfiamos de los líderes y a veces tenemos buenas razones para no confiar en ellos. También podemos creer que, si nos sometemos a alguien, de alguna manera significa que somos de menos valor o importancia que ellos.

Jesús modeló la sumisión. A pesar de que era Dios, se sometió a Sus padres terrenales (Lucas 2:51). Aunque era igual al Padre, sometió Su voluntad humana a la del Padre, incluso hasta el punto de morir en la cruz por nuestros pecados (Mateo 26:39; Filipenses 2:8).

Además, tenemos instrucciones específicas de Dios sobre cómo someternos a la autoridad humana que Él ha establecido. Nuestra sumisión a estas autoridades no se basa en que merezcan nuestra sumisión o la ganen. Nuestra sumisión a ellos se basa en nuestro amor y sumisión a Dios. Nos sometemos a estas autoridades porque están establecidas por Dios:

1. Sometiéndose al gobierno (Romanos 13:1–7)

2. Las esposas sometiéndose a sus esposos (Efesios 5)

3. Sumisión a los jefes (1 Pedro 2:18–19)

El principio es que debemos someternos a las autoridades sobre nosotros, a menos que tengamos una razón bíblica para no hacerlo. En los Estados Unidos, tenemos la libertad de dejar un trabajo si ya no podemos someternos a nuestra autoridad con una conciencia clara.

En Mateo 20:1-15, Jesús utilizó el empleo como ilustración del reino de los cielos. Se centra en las prácticas de contratación de un propietario. En ese pasaje, no se menciona la "negociación colectiva", y el grupo de empleados no tenía derecho a decirle al patrón lo que tenía que hacer. En el versículo 15, el patrón hace una pregunta directa a los que se quejaban de su política: "¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?". En la historia de Jesús, los empleados tenían derecho a lo que se les prometiera en un contrato mutuamente acordado, pero no tenían más derechos sobre el tiempo, el dinero o las propiedades del empleador.

Los sindicatos y el principio de la satisfacción. Juan el Bautista, en Lucas 3:14, aconsejó a los soldados que se contentaran con su salario. Una de las principales funciones de los sindicatos es hacer campaña continuamente para conseguir salarios más altos para sus miembros, y esto puede promover el descontento.

Pablo nos dice el secreto del contentamiento: "pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:11-13). El secreto de su satisfacción era Cristo en él. Cristo le fortalecía y le sostenía en todas las circunstancias de la vida.

Pablo dijo a los creyentes que trabajaran para sus amos, como si estuvieran trabajando para el Señor: "Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís" (Colosenses 3:22-24). Pablo repitió el mismo mandamiento a la iglesia de Éfeso, junto con la promesa de una herencia de gloria celestial (Efesios 6:5-8).

Los sindicatos y el principio de bondad. En un mundo pecaminoso siempre habrá abusos, pero la pregunta es: ¿Cómo espera Dios que tratemos los abusos? Los cristianos deben estar dispuestos a sufrir indignidad a manos de los amos y no tomar represalias. En el temor de Dios, nos sometemos a nuestros jefes-"no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar" (1 Pedro 2:18). Una cosa es que un sindicato trabaje contra el comportamiento poco ético y delictivo de la dirección, y otra cosa es infundir desprecio a los empleadores y mantener una postura adversaria a la autoridad.

Un cristiano que entiende que trabajar para un empleador es como trabajar para el Señor, verá algunas tácticas sindicales con gran preocupación. Los sindicatos suelen utilizar la amenaza de boicots, huelgas y paros laborales como presión para conseguir sus reivindicaciones, lo que algunos consideran una violación de la enseñanza bíblica contra la extorsión (Lucas 3:14). Como dice Tito: "Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres" (Tito 3:2). Ser cortés y considerado es siempre digno de elogio. "La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor" (Proverbios 15:1).

Los sindicatos y el principio de conciencia. La mayoría de los sindicatos no adoptan una cosmovisión bíblica. Muchas veces, las cuotas sindicales se destinan a causas impías como el derecho al aborto. Los miembros cristianos de los sindicatos que se oponen al uso de su dinero para financiar causas que van en contra de sus creencias religiosas sinceras pueden escribir una carta al sindicato declarando su posición y pidiendo que su parte de las cuotas se utilice para algún otro propósito.

Los sindicatos y el principio de igualdad en el yugo. La Escritura dice: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?" (2 Corintios 6:14). Esto se aplica al matrimonio, principalmente, pero también puede guiar nuestras elecciones en otras relaciones personales, en los negocios y en la cuestión de los sindicatos.

Para quienes estén pensando en afiliarse a un sindicato, estas son algunas preguntas importantes que deben hacerse: ¿Estoy orando por mi empleador y por los dueños de la empresa? Al formar parte de un sindicato en particular, ¿puedo servir al Señor y darle gloria? ¿Cuál es la agenda y el propósito del sindicato? ¿Funciona el sindicato de manera justa y en el mejor interés tanto de los trabajadores como de la empresa? ¿Las cuotas que pago se destinarán a causas con las que no estoy de acuerdo?

A fin de cuentas, que un cristiano se afilie a un sindicato es una cuestión de conciencia y de sensibilidad a la guía del Señor. Si estás convencido de que Dios quiere que te unas al sindicato, hazlo. Es una decisión personal, no algo que otro creyente pueda imponerle. Date cuenta de que, si te unes a un sindicato, te estás obligando a funcionar bajo sus reglas. Ora y busca al Señor para que te guíe en este asunto. "Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas" (Proverbios 3:5-6, NBLA).

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