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Pregunta

¿Qué significa que Pablo diga: "Sigo adelante" (Filipenses 3:12)?

Respuesta


En Filipenses 3:12-14, el apóstol Pablo se describe a sí mismo (un seguidor de Cristo) como un decidido atleta que corre una carrera (la vida cristiana). En esa carrera, Pablo se acerca decididamente a la meta de "conocer a Cristo Jesús" de forma tan plena y experimental (Filipenses 3:8-11) que un día cruzará la línea de meta de la perfecta madurez espiritual: "No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo. No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús" (Filipenses 3:12-14, NTV).

Dos veces en el pasaje, Pablo utiliza la expresión sigo adelante. En el idioma original, el verbo traducido como "seguir adelante" en los versículos 12 y 13 significa "realizar o participar en una actividad, perseguir o seguir, esforzarse enérgicamente por algún propósito". El apóstol participaba activamente en el proceso de conocer a Cristo en todas las facetas de su vida: en el poder y en la debilidad (Filipenses 3:10), en el gozo y en el sufrimiento (Filipenses 4:4; 2 Corintios 4:10), en la abundancia o en la escasez (Filipenses 4:12). La carrera que corría no era un caminar cristiano pasivo, apático o descuidado. Corría para ganar. Instó a los creyentes corintios: "¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis" (1 Corintios 9:24).

Pablo no corría sin rumbo, sino con un propósito en cada paso. Explicó: "No solo doy golpes al aire. Disciplino mi cuerpo como lo hace un atleta, lo entreno para que haga lo que debe hacer. De lo contrario, temo que, después de predicarles a otros, yo mismo quede descalificado" (1 Corintios 9:26-27, NTV). Pablo estaba obligado y decidido a vivir para Cristo con cada fibra de su ser (Filipenses 1:21; Gálatas 2:20; Hechos 20:24). Perseguía a Jesús con todas sus fuerzas para llegar al momento culminante en que estaría ante Él cara a cara y le oiría decir: "Bien, siervo bueno y fiel. . . . entra en el gozo de tu señor" (Mateo 25: 23, NBLA).

El objetivo de seguir adelante no es la salvación. Jesucristo nos asegura la salvación (Juan 3:16; Hebreos 9:12; 1 Pedro 1:18-19). Si nos salvamos, nuestra ciudadanía está en el cielo, donde nos espera nuestro Salvador (Filipenses 3:20; 1 Corintios 3:11-15). Pero aún nos quedan muchos kilómetros por recorrer para llevar a cabo nuestra salvación mientras estemos en la tierra (Filipenses 2:12-13). "Una insatisfacción santificada -escribe Warren Wiersbe- es lo primero esencial para progresar en la carrera cristiana" (The Bible Exposition Commentary, vol. 2, Victor Books, 1996, p. 88). Pablo sabía que aún no había llegado. Los creyentes maduros pueden evaluar honestamente su condición espiritual y reconocer su necesidad de seguir adelante.

Pedro describe el proceso de crecimiento espiritual en 2 Pedro 1:3-11. Llegamos a conocer a Jesús y a parecernos más a Él a medida que permitimos que el Espíritu Santo actúe en nuestras vidas. Dice: "esfuércense al máximo por responder a las promesas de Dios complementando su fe con una abundante provisión de excelencia moral; la excelencia moral, con conocimiento; el conocimiento, con control propio; el control propio, con perseverancia; la perseverancia, con sumisión a Dios; la sumisión a Dios, con afecto fraternal, y el afecto fraternal, con amor por todos. Cuanto más crezcan de esta manera, más productivos y útiles serán en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo" (versículos 5-8, NTV). El objetivo que perseguimos es la recompensa celestial que Dios ha planeado para nosotros (ver 1 Corintios 3:11-15; Romanos 8:17-18; Colosenses 3:23-24).

Con las palabras "Sigo adelante»" Pablo declara: "Nunca me rendiré". Sabe que el camino cristiano se entiende mejor como un maratón, no como un sprint. Como seguidores decididos de Jesús, nosotros también debemos perseverar en la fe para crecer hacia la madurez espiritual (Colosenses 2:6-7; Colosenses 1:23; Hebreos 6:1; 10:36-38). Anhelamos la perfección que Cristo nos proporcionó con Su muerte, pero somos conscientes de que no la alcanzaremos hasta la resurrección futura. Mientras tanto, como los soldados, no nos enredamos "en los asuntos de la vida civil", y como los atletas, corremos para "obtener el premio", complaciendo a nuestro Padre celestial y manteniendo el rumbo para recibir nuestra recompensa (2 Timoteo 2:4-5, NTV).

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