Pregunta
¿Por qué los israelitas tuvieron que abandonar a sus esposas e hijos extranjeros?
Respuesta
Tras el regreso de los judíos a Jerusalén al final de la cautividad babilónica, Esdras, uno de los líderes del pueblo, recibió malas noticias: "El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas no se han separado de los pueblos de las tierras y sus abominaciones: de los cananeos, hititas, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos; sino que han tomado mujeres de entre las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo se ha mezclado con los pueblos de las tierras; es más, la mano de los príncipes y de los gobernantes ha sido la primera en cometer esta infidelidad" (Esdras 9:1-2, NBLA).
Estos matrimonios con personas de otras naciones que adoraban a dioses falsos estaban prohibidos en la Ley de Moisés (Deuteronomio 7:3-4). El corazón de Esdras se entristeció. Se rasgó la túnica y el manto, se arrancó el pelo de la cabeza y la barba, "y se sentó atónito" (Esdras 9:3, NBLA). La idolatría era uno de los pecados que habían provocado la conquista de Judá por Babilonia. Ahora, a su regreso a la Tierra Prometida, Judá volvía a jugar con el mismo pecado.
En Esdras 10:2-3 (NBLA), mientras Esdras oraba, se le acercó un numeroso grupo de israelitas arrepentidos. Le hicieron una propuesta para rectificar la situación: "Hemos sido infieles a nuestro Dios, y nos hemos casado con mujeres extranjeras de los pueblos de esta tierra; pero todavía hay esperanza para Israel a pesar de esto. Hagamos ahora un pacto con nuestro Dios de despedir a todas las mujeres y a sus hijos, conforme al consejo de mi señor y de los que tiemblan ante el mandamiento de nuestro Dios; y que sea hecho conforme a la ley". El propósito de este pacto sería apartar de nuevo al pueblo judío como plenamente consagrado al Señor y eliminar toda relación con los que adoraban a otros dioses. El pacto exigía que los hombres de Judá se divorciaran de sus esposas paganas.
Esdras estuvo de acuerdo en que este pacto era el proceder adecuado. Ordenó: "Ustedes han sido infieles y se han casado con mujeres extranjeras añadiendo así a la culpa de Israel. Ahora pues, confiesen al Señor, Dios de sus padres, y hagan Su voluntad; sepárense de los pueblos de esta tierra y de las mujeres extranjeras" (Esdras 10:10-11, NBLA).
La lista completa de las familias implicadas se encuentra en Esdras 10. Todo el proceso duró unos tres meses al final del año.
Sabemos que Dios odia el divorcio (Malaquías 2:16), y algunos se han preguntado cómo se relaciona este acontecimiento con el tema del divorcio en la sociedad actual. Se pueden considerar un par de puntos relevantes. En primer lugar, este acontecimiento tuvo lugar durante una dispensación anterior, en una época en la que el pueblo elegido de Dios debía vivir según la Ley de Moisés. Los cristianos de hoy no deben buscar en este relato una justificación para divorciarse de un cónyuge.
Además, 1 Corintios 7:15-16 (NBLA) ofrece el principio relacionado para los creyentes de hoy casados con incrédulos. Pablo escribió: "Sin embargo, si el que no es creyente se separa, que se separe. En tales casos el hermano o la hermana no están obligados, sino que Dios nos ha llamado para vivir en paz. Pues ¿cómo sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido? ¿O cómo sabes tú, marido, si salvarás a tu mujer?". En otras palabras, un creyente está llamado a permanecer con un cónyuge incrédulo siempre que sea posible. Ahora bien, si el cónyuge incrédulo abandona la relación, el cónyuge creyente no debe discutir sobre el asunto.
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¿Por qué los israelitas tuvieron que abandonar a sus esposas e hijos extranjeros?