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Pregunta

¿Dice realmente la Biblia que los padres deben apedrear a sus hijos rebeldes?

Respuesta


Esta es una de esas preguntas de "Sí, pero..." que requieren una explicación seria. Levítico 20:9 dice: "Todo hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá; a su padre o a su madre maldijo; su sangre será sobre él".

En primer lugar, una nota sobre la última parte del versículo. "su sangre será sobre él" significa, básicamente, que él mismo se buscó este castigo. Sabía lo que debía hacer y no lo hizo. Además, es importante recordar que la Ley de Moisés era para el pueblo del pacto de Dios, Israel, que vivía en una teocracia. La Ley del Antiguo Testamento no está vigente hoy en día (Romanos 10:4; Gálatas 3:23-25; Efesios 2:15).

Deuteronomio 21:18-21 amplía la ley:

Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá.

El contexto de un pasaje es crucial para comprender lo que significa. Tomando estos dos versículos por sí solos, se podría salir con una actitud negativa hacia Dios y Su Palabra. En el pasaje del Levítico, esta ley forma parte de una sección que trata de pecados atroces, pecados que destrozarían una nación y una familia. La transgresión en cuestión no era una maldición casual, un malentendido, sino una rebelión profundamente arraigada, una actitud continua de odio que debía tratarse con severidad. En otras palabras, el castigo no era por infracciones menores, sino por una rebeldía decidida.

Hay que tener en cuenta varias cosas sobre este pecado concreto y sobre la ley:

El pecado era continuo. Deuteronomio 21:18 indica que el castigo solo se imponía tras una persistente negativa a hacer caso tanto al padre como a la madre y tras haber fracasado toda disciplina. Los padres habían intentado tratar a su hijo con amor y firmeza, pero nada funcionó.

Era un pecado profundamente arraigado. El versículo 20 especifica que el hijo es obstinado en su rebelión. No solo es recalcitrante, sino que "es glotón y borracho". No se trata del caso de un niño que incumple el toque de queda o juega a la pelota en casa. Se trataba de una verdadera amenaza, un niño que causa problemas en la sociedad y aflige a sus padres, posiblemente hasta el punto de ponerlos en peligro física y económicamente.

El castigo no fue un acto impulsivo de ira o venganza. El versículo 19 dice que los ancianos de la ciudad tuvieron que supervisar el caso y determinar la culpabilidad del niño. Solo después de que los ancianos pronunciaran una sentencia de muerte podía tener lugar la ejecución. La ley no permitía que un padre enfadado apedreara arbitrariamente a un niño. Un equivalente moderno de esto es cuando un padre ve en las noticias imágenes de su hijo cometiendo un delito y posteriormente lo entrega a la policía. Si los padres saben que su hijo actúa de un modo que pone en peligro a la sociedad, son responsables de obedecer a las autoridades civiles y denunciar el delito.

El castigo fue concebido para preservar la nación. Como explica el versículo 21, la razón de esta ley era purgar el mal de la sociedad y actuar como elemento disuasorio de nuevas rebeliones. Israel era una nación elegida por Dios para ser santa (Éxodo 20:6). Dios dio a los israelitas tres tipos de leyes: judicial, moral y ceremonial. Esta es una ley judicial. Un niño que rechazaba activa y deliberadamente las leyes de la tierra debía ser castigado judicialmente.

Lo que nos lleva al último y más importante factor:

La rebelión contra los propios padres es una rebelión directa contra Dios. El 5º Mandamiento es honrar al padre y a la madre (Éxodo 20:12). Los padres son una autoridad ordenada por Dios. La desobediencia a los padres es desobediencia a Dios (Efesios 6:1-3). A lo largo de la Biblia, solo hay un puñado de cosas a las que se nos dice que debemos temer: Dios (Proverbios 1:7) y los padres (Levítico 19:3) están entre ellas.

La ley que obligaba a apedrear hasta la muerte a los niños rebeldes estaba pensada para casos extremos, para proteger al pueblo de Dios. Habría sido desgarrador para los padres cargar con la responsabilidad de iniciar medidas tan severas. Sin embargo, la Biblia nunca registra que se aplicara esta ley.

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