Pregunta
¿Cómo murió el rey David?
Respuesta
El rey David murió de viejo a los 70 años. El único mal que la Biblia menciona con respecto a David en su vejez es la incapacidad de permanecer en calor (1 Reyes 1:1, NBLA). La Biblia dice que "durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad" (1 Reyes 2:10).
La noche anterior a la muerte de David, el anciano rey dio consejos e instrucciones a su hijo Salomón, que le sucedería como rey de Israel: "Yo voy por el camino de todos en la tierra. Sé, pues, fuerte y sé hombre. Guarda los mandatos del Señor tu Dios, andando en Sus caminos, guardando Sus estatutos, Sus mandamientos, Sus ordenanzas y Sus testimonios, conforme a lo que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas, para que el Señor cumpla la promesa que me hizo: “Si tus hijos guardan su camino, andando delante de Mí con fidelidad, con todo su corazón y con toda su alma, no te faltará hombre sobre el trono de Israel"". (1 Reyes 2:2-4, NBLA).
El discurso de David en su lecho de muerte comenzó con consejos espirituales positivos, pero terminó con oscuras advertencias. Advirtió a Salomón que la promesa del Señor de una dinastía continuada estaba condicionada a la fidelidad de sus descendientes. Después, David dio instrucciones a Salomón para que se ocupara de algunos asuntos pendientes: los asesinatos cometidos por Joab debían ser vengados, los hijos de Barzilai debían ser recompensados por su lealtad y Simei debía ser castigado por maldecir a David durante la rebelión de Absalón. El rey moribundo expresó su confianza en la sabiduría de su hijo, confiando en que Salomón sabría manejar estos asuntos de la mejor manera. Las últimas palabras de David en las Escrituras van seguidas de una notificación formal de la muerte y el entierro del rey, una costumbre habitual en los libros históricos (1 Reyes 2:10-12).
El libro de 1 Crónicas amplía el final de la vida de David: "Así reinó David hijo de Isaí sobre todo Israel. El tiempo que reinó sobre Israel fue cuarenta años. Siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres reinó en Jerusalén. Y murió en buena vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria; y reinó en su lugar Salomón su hijo" (1 Crónicas 29:26-28).
Antes de morir, el rey David dio un mandato a Salomón, diciendo a su hijo: "En cuanto a ti, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo corazón y con ánimo dispuesto; porque el Señor escudriña todos los corazones, y entiende todo intento de los pensamientos. Si lo buscas, Él te dejará que lo encuentres; pero si lo abandonas, Él te rechazará para siempre" (1 Crónicas 28:9, NBLA). A continuación, David dejó a Salomón instrucciones detalladas para construir el templo de Jerusalén, organizar a sus sacerdotes y levitas y terminar todas las obras necesarias en la casa de adoración del Señor (versículos 11-19).
Primera de Crónicas 28:20-21 registra estas palabras inspiradoras y tranquilizadoras del rey David cuando se preparaba para entregar su trono a Salomón: "Esfuérzate, sé valiente y haz la obra; no temas ni te acobardes, porque el Señor Dios, mi Dios, está contigo. Él no te fallará ni te abandonará, hasta que toda la obra del servicio de la casa del Señor sea acabada. Y tú tienes las clases de los sacerdotes y los levitas para todo el servicio de la casa de Dios; y todo voluntario con alguna habilidad estará contigo en toda la obra para toda clase de servicio. También los oficiales y todo el pueblo estarán completamente a tus órdenes" (1 Crónicas 28:20-21, NBLA).
Dios bendijo al rey David con una vida larga y próspera. Sobrevivió a una batalla contra un gigante, a múltiples intentos del rey Saúl de asesinarlo, a varias guerras y a un golpe de estado dirigido por uno de sus propios hijos. Al final, murió de viejo. Las Escrituras no dejan lugar a dudas de que David estaba en su sano juicio cuando murió. Sabiendo que su muerte era inminente, David pudo dar apoyo y orientación a su heredero y sucesor. A pesar de sus muchos defectos, David fue admirado y respetado como un héroe por el pueblo de Israel. Su dedicación a Dios, su lealtad frente a los malos tratos, su valor en la guerra, su benevolencia en la conquista y su fidelidad en la amistad fueron tan extraordinarias que siempre se le consideraría un rey ideal y un hombre conforme al corazón de Dios.
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