Pregunta
¿Cómo se da el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10:17)?
Respuesta
Romanos 10:17 dice: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios". La versión en español La Biblia de las Américas lo expresa de la siguiente manera: "Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo". En el contexto de Romanos, la frase palabra de Dios es sinónimo de palabra de Cristo. Esta "palabra" se refiere al evangelio, que se conoce como "la Buena Noticia acerca de Cristo", como se menciona en La Nueva Traducción Viviente de Romanos 10:17.
Romanos 10 continúa la discusión del capítulo anterior, donde Pablo aborda la salvación de los judíos, el pueblo elegido de Dios. Reconoce el celo de muchos judíos (Romanos 10:2), pero señala que su celo está mal dirigido, ya que rechazan la salvación que Cristo les ofrece. En su lugar, buscan la justicia por medio de la ley (versículo 3). Seguidamente, Pablo contrasta la obediencia a la ley con la fe, destacando la sencillez de esta última. Hace hincapié en que Cristo y Su mensaje están al alcance de todo el mundo, y que solo hace falta confesar y creer (versículos 6-13). Sin embargo, este mensaje debe oírse primero, y los que lo predican tienen "pies hermosos" (versículo 15; cf. Isaías 52:7). Pablo resume el punto planteado al principio del capítulo diciendo: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Romanos 10:17).
Escuchar por medio de la Palabra de Dios es importante porque la fe no puede venir a menos que haya un mensaje que creer-y ese mensaje está en la Palabra de Dios. Escuchar la Palabra de Dios conduce a la fe salvífica cuando depositamos nuestra confianza en las buenas nuevas. Cristo, el Hijo de Dios, vino a redimir a los pecadores y a reconciliarnos con el Padre. Cuando depositamos nuestra fe en Cristo, Dios nos declara justos (Romanos 3:22). Pablo refuerza tanto el concepto de la salvación por gracia mediante la fe como la importancia de difundir el mensaje que la gente necesita oír.
En este punto, los escépticos y los creyentes curiosos pueden preguntarse sobre el destino de los que nunca han oído el Evangelio. En primer lugar, debemos reconocer que nadie ignora por completo a Dios, porque Su revelación general es evidente para todos (Romanos 1:19-20). Incluso las personas de tribus desconocidas tienen un sentido de lo divino. Además, Dios promete un juicio justo, dando a cada uno lo que se merece (ver Romanos 2:5-10; Apocalipsis 20:11-15). Lamentablemente, la humanidad muchas veces rechaza esta revelación general, optando por rebelarse contra Dios o intentando alcanzar la justicia por sus propios medios.
Sería justo que Dios nos juzgara basándose en nuestra rebelión contra Su revelación general y las leyes que hemos quebrantado. No podemos acusar a Dios de ser injusto cuando juzga a aquellos que no han escuchado el evangelio. Al leer la historia de Cornelio en Hechos 10, podemos concluir razonablemente que Dios tiene formas de llegar a todas las personas. Como cristianos, nos corresponde ofrecer lo que los seres humanos no merecen: el don de la gracia. Debemos cumplir con nuestra parte, haciendo que nuestros pies sean "hermosos" difundiendo el Evangelio. No hay matices ni complejidades más allá de la sabiduría de Dios.
Los creyentes también necesitan escuchar diariamente la Palabra de Dios para fortalecer su fe. Mientras que el evangelio, en sentido estricto, se refiere a la salvación, en un sentido más amplio, abarca toda la Escritura. La metanarrativa va desde la creación hasta la caída, pasando por la redención y la restauración. Por consiguiente, el principio de Romanos 10:17 se puede aplicar por los cristianos que se comprometen coherentemente con las Escrituras. A medida que recordamos a Dios y Sus obras y promesas, crece nuestra confianza.
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¿Cómo se da el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10:17)?