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Pregunta

¿Qué es el espíritu de poder (2 Timoteo 1:7)?

Respuesta


En 2 Timoteo 1:7, el apóstol Pablo recuerda a Timoteo que "no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (NBLA). El espíritu al que se refiere Pablo es el Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad. El Espíritu es omnipotente, e imparte generosamente poder, amor y dominio propio a cada creyente. En este artículo, nos centraremos en el significado de la palabra poder y en cómo afecta a nuestra vida diaria el hecho de tener el espíritu de poder.

En 2 Timoteo 1:7, la palabra poder se refiere a la capacitación y empoderamiento divinos, y significa la fortaleza que el Espíritu Santo imparte a los creyentes. Este poder nos permite proclamar el Evangelio con denuedo (Hechos 4:29), afrontar los retos valientemente (1 Corintios 16:13) y cumplir nuestro llamado en Cristo (Colosenses 4:17). Si dependiéramos de nuestra propia fortaleza, no podríamos lograr estas cosas. Por eso debemos someternos al poder soberano del Espíritu Santo, que nos capacita para realizar cosas aparentemente imposibles.

Es crucial que los creyentes reconozcamos la fuente de nuestra fortaleza, porque nos recuerda que no estamos solos. Dios está siempre presente, guiándonos y sosteniéndonos en todas las circunstancias a las que nos enfrentamos. Como dijo el Señor a Pablo: "Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Corintios 12:9, NBLA). A lo que Pablo respondió: "Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí" (NBLA).

La idea básica es que la mera fortaleza humana no puede satisfacer las exigencias y los retos del discipulado. Debemos aceptar, pues, que "Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada" (Filipenses 2:13, NTV).

En 2 Timoteo 1:7, Pablo contrapone el espíritu de temor al espíritu de poder. Aunque el temor es una emoción natural, puede impedirnos cumplir la voluntad de Dios para nuestras vidas. El Espíritu Santo no nos hace temerosos ni tímidos. Sin embargo, el espíritu de poder rompe las cadenas del miedo y nos capacita para ser audaces y confiados ante la adversidad (2 Corintios 3:12; Efesios 3:12).

En tiempos de miedo e incertidumbre, necesitamos que nos recuerden el poder de que disponemos. Esto fue especialmente cierto para Timoteo, que se enfrentó a la oposición de falsos maestros (ver 2 Timoteo 2:25-26). Los falsos maestros causaron muchos problemas al pastor Timoteo, pero no fueron rivales para el poder omnipotente de Dios. Independientemente del adversario, podemos confiar en el poder de Dios para librarnos de los problemas y fortalecernos con valor (Salmo 34:4).

En 2 Timoteo 1:7, el poder se relaciona con el amor y el autocontrol. Gracias al poder de Dios podemos amar desinteresadamente y ejercer el dominio propio. El amor no es un sentimiento; es una acción. En otras palabras, demostramos nuestro amor a Dios y a los demás a través de lo que hacemos y de cómo servimos (Mateo 22:37-39; 1 Juan 4:7-8).

En Gálatas 5:23, el dominio propio aparece como un fruto del Espíritu. Mediante el poder de Dios, tenemos dominio propio sobre nuestros deseos, impulsos y acciones pecaminosos. En momentos de debilidad, el Espíritu Santo nos ayuda a mantenernos disciplinados, obedientes y santos.

Mientras reflexionamos sobre 2 Timoteo 1:7, que podamos animarnos a confiar en el espíritu de poder en nuestra vida diaria. En lugar de estar atados y consumidos por el miedo, podemos vivir con valentía, amar desinteresadamente, ejercer el dominio propio y afrontar los retos de la vida con confianza.

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