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Pregunta

¿Qué significa que la paz de Dios guardará vuestros corazones y vuestras mentes (Filipenses 4:7)?

Respuesta


Según Filipenses 4:7, no somos nosotros quienes guardamos nuestros corazones y nuestras mentes, sino Dios. Pablo escribe: "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Filipenses 4:7). Para tener acceso a esta paz, los creyentes deben seguir los mandamientos del versículo anterior: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias" (Filipenses 4:6).

Orar es mucho más que pedir a Dios que cumpla nuestras peticiones. Sí, debemos pedir cosas a Dios (Santiago 4:2), pero también debemos reconocer Su soberanía (Mateo 6:9), buscar Su sabiduría y guía (Proverbios 3:5-6) y expresar gratitud por Sus maravillosas bendiciones (1 Tesalonicenses 5:18). Presentamos nuestras peticiones "con acción de gracias".

Cuando decidimos no preocuparnos y más bien orar, la paz de Dios protege nuestros corazones y nuestras mentes. La paz de Dios supera todo entendimiento, porque no depende de circunstancias externas. Incluso en la tormenta, podemos conocer la paz de Dios, y esta establece una protección sobre nuestros corazones y mentes. Debemos tomar la decisión consciente de confiar en el Señor y dejar que "la paz de Dios gobierne en [nuestros] corazones" (Colosenses 3:15).

La oración está relacionada con la paz de Dios en el sentido de que es una forma de centrar nuestro corazón y nuestra mente en las promesas de Dios. Las Escrituras abundan en promesas sobre el amor de Dios (Romanos 8:31-39), la protección (Salmo 91:4), la sabiduría (Santiago 1:5) y la guía (Salmo 119:105). Abrazar estas promesas nos ayuda a guardar nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús.

Mientras oramos, debemos meditar en las promesas de Dios y recibir "con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar [nuestras] almas" (Santiago 1:21, NBLA). De este modo, podremos afrontar cualquier desafío con valentía, sabiendo que la paz de Dios guarda eficazmente nuestros corazones: "El Señor está a mi favor; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?" (Salmo 118:6, NBLA).

La oración nos brinda la oportunidad de entregar nuestras preocupaciones a Dios. Debemos "no afanarnos por nada" (Filipenses 4:6) y "[poner] todas [nuestras] preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios" (1 Pedro 5:7, NTV). Cuando entregamos nuestras preocupaciones a Dios, Su paz guardará nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús. En Cristo, podemos descansar, sabiendo que Él lleva nuestras cargas por nosotros (Mateo 11:28).

También es importante la comunión regular con nuestros hermanos y hermanas en Cristo. La comunión cristiana nos permite orar con los demás y por ellos. Es una buena manera de sobrellevar "los unos las cargas de los otros, y [cumplir] así la ley de Cristo" (Gálatas 6:2, NBLA).

Y lo que es más importante, la oración fortalece nuestra relación con Cristo. Cuando pasamos tiempo con Dios en oración, nos acercamos más a Él, y Él se acerca más a nosotros (ver Santiago 4:8). A medida que crezca la relación, veremos el fruto: "Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer" (Juan 15:5, NBLA).

No te preocupes por nada. Ora por todo. Da gracias por todo. Y la promesa de Dios es que Su paz guardará nuestros corazones y nuestras mentes en Cristo Jesús. Esa paz es de otro mundo, y está más allá de nuestro entendimiento. Aquel que "jamás se adormecerá ni dormirá", vigila a Sus hijos, concediéndoles la paz (Salmo 121:4, NBLA).

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