Pregunta
¿Es Dios el impulsor inmóvil de las enseñanzas de Aristóteles?
Respuesta
El concepto de "impulsor inmóvil" se ha discutido al menos desde la época de los primeros filósofos griegos. Aristóteles es el autor más famoso de esta idea, aunque puede que no fuera el primero en formularla de este modo. Esta línea de razonamiento y los argumentos de Aristóteles en su favor fueron utilizados posteriormente en el contexto de la teología cristiana por Tomás de Aquino, que señaló a Dios como el Impulsor Inmóvil. Esto formaba parte del argumento cosmológico de Aquino, una de sus cinco vías. Sin embargo, hay diferencias cruciales entre la forma en que Aristóteles veía a su "impulsor inmóvil" y la forma en que teólogos posteriores como Tomás de Aquino lo utilizaron como referencia al Dios de la Biblia.
Aristóteles fue alumno de Platón, que enseñaba que la realidad última estaba compuesta de Formas ideales, y que una entidad "buena" primaria -el Demiurgo- había creado la realidad. Aristóteles adoptó un enfoque menos personal y más abstracto. Desarrolló la idea de un impulsor inmóvil a partir de un concepto anterior de impulsores inmóviles (en plural). Los escritos de Aristóteles siguen una cadena de lógica y observación hasta llegar a la idea de que, para que haya "movimiento", tiene que haber algo que lo cause: un "impulsor". Para Aristóteles, sin embargo, esta idea se aplicaba individualmente a las distintas esferas de los cielos, que los astrónomos numeraban en 47 o 55. Para Aristóteles, éstas eran las esferas de los cielos. Para Aristóteles, no eran seres personales, relacionales. Eran pura intelectualidad.
Posteriormente, sin embargo, los escritos de Aristóteles reflejan un cambio de opinión o una conclusión creciente, que modificó su premisa básica. En resumen, si hay más de un impulsor inmóvil, no puede haber unidad en el universo. Esto se quedaría entonces corto como última explicación. Así que, al parecer, Aristóteles dedujo que, incluso detrás de los "impulsores" de las diversas esferas celestes, debe haber una causa última, única y solitaria. La causalidad no puede terminar con múltiples impulsores inmóviles, sino que debe terminar con un único impulsor inmóvil.
Hay que señalar que el concepto de Aristóteles de un impulsor inmóvil es puramente una abstracción, no una persona. Es intelectual, pero no personal, en el sentido de un ser que interactúa con otros. Aristóteles no suponía que su causa primera fuera una persona o incluso una deidad. En su lugar, consideraba esta causa primera como un "pensamiento, que piensa sobre sí mismo".
En un sentido técnico, este concepto concuerda bien con la descripción bíblica de Dios. Dios es quien "comenzó" la creación, mientras que Él mismo es increado (Génesis 1:1; Juan 1:1-3). Es Espíritu (Juan 4:24), no esencialmente físico, por lo que podría describirse en cierto modo como "intelecto puro". En ese sentido, Dios es realmente el "Impulsor Inmóvil" o la Primera Causa. Esta es la esencia de cómo Tomás de Aquino aplicó la idea de un impulsor inmóvil a la teología cristiana.
La obra de Aristóteles es la prueba de un principio que se encuentra en la Biblia: que Dios revela lo suficiente de Sí mismo en Su creación como para llevar a los hombres a creer en Él. El Salmo 19:1 indica que "los cielos" muestran la obra de Dios; las reflexiones de Aristóteles sobre astronomía fueron clave para su conclusión de que debe existir una causa final, última. Romanos 1:19-20 dice que "lo que de Dios se conoce les es manifiesto" basándose en pruebas que todo el mundo puede ver; a partir de observaciones naturales, Aristóteles dedujo correctamente un "impulsor inmóvil", no físico y sin causa, responsable de la existencia del universo. De lo que no se dio cuenta, al menos no plenamente, es de que esta conclusión apunta a un Creador eterno y personal (Juan 1:1-3).
En resumen, aunque el concepto aristotélico de un impulsor inmóvil es compatible con el Dios de la Biblia, el propio Aristóteles no habría identificado a un ser personal como Dios con su teoría. Utilizando una analogía, el Dios de la Biblia es el rompecabezas completo, mientras que la teoría de Aristóteles de un impulsor inmóvil es sólo una pieza. En pocas palabras, el impulsor inmóvil de Aristóteles no era ni es el Dios de la Biblia.
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