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Pregunta

¿Cuál es la iniquidad de los padres en Éxodo 34:7?

Respuesta


En Éxodo 34:7, Dios habla a Moisés y le dice que castiga a los hijos por la iniquidad de los padres "hasta la tercera y cuarta generación". La misma idea se encuentra antes, en Éxodo 20:5, cuando Dios pronunció los Diez Mandamientos a Moisés. Aquí y en otros versículos, la palabra padre puede entenderse como una referencia tanto a los padres como a las madres. La NVI se refiere simplemente a "la maldad de los padres".

Los pecados específicos del padre no se enumeran en Éxodo 34:7. Sin embargo, el contexto del versículo y del libro sugeriría los pecados de idolatría e incredulidad. En este punto del libro del Éxodo, los israelitas han sido liberados de la esclavitud en Egipto y se dirigen a la Tierra Prometida. En Éxodo 32, Moisés estaba en la cima del monte Sinaí reunido con Dios cuando los israelitas se impacientaron esperando su regreso. Así que hicieron que Aarón, el sumo sacerdote, les fabricara un ídolo de oro en forma de becerro, al que adoraron. Cuando Moisés bajó de la montaña y vio la idolatría del pueblo, se enfadó y rompió las tablas de piedra en las que el Señor había escrito los Diez Mandamientos. Dios ordenó entonces a Moisés que hiciera nuevas tablas de piedra y regresara a la cima del monte Sinaí, donde volvería a dar la ley. Fue entonces cuando Dios se describió a sí mismo como "visitando la iniquidad de los padres sobre los hijos y los hijos de los hijos hasta la tercera y la cuarta generación" (Éxodo 32:7, NBLA).

Como consecuencia de su idolatría, Dios castigó a los israelitas y mató a 3.000 de ellos (Éxodo 32:27-28). Su continua incredulidad hacia Dios les llevó a vagar por el desierto durante 40 años, y aquella generación no entró en la Tierra Prometida (Números 14:29-34). Las consecuencias de estos castigos se habrían dejado sentir en la tercera y cuarta generación de israelitas. Tal y como Dios prometió en Éxodo 34:7, los pecados de los padres recayeron sobre sus descendientes.

Así pues, en el contexto de Éxodo 34:7, los "pecados de los padres" pueden entenderse como idolatría e incredulidad. En otras palabras, los israelitas no confiaban en que Dios cumpliría lo que había prometido al llevarlos sanos y salvos a la Tierra Prometida.

Es importante señalar que, incluso dentro de la Ley mosaica, los hijos no estaban obligados a sufrir el castigo por los pecados de sus padres (ver Deuteronomio 24:16). Tampoco la posición de un niño ante Dios estaba determinada por las acciones de sus padres (ver Ezequiel 18:1-32). Sin embargo, no existe el pecado sin consecuencias. Cuando un padre peca, sus hijos (y nietos) pueden esperar sufrir consecuencias terrenales negativas por ese pecado. Por ejemplo, si un padre es alcohólico, sus hijos no serán castigados por su pecado; sin embargo, tendrán que enfrentarse a las consecuencias negativas de sus actos, como el maltrato verbal, un matrimonio tenso con la madre, problemas económicos y mucho más.

Mediante Jesús y Su muerte en la cruz, todo castigo por el pecado ha sido pagado de una vez por todas y no se cuenta contra los que tienen fe en Él (Romanos 6:10; 1 Pedro 3:18). En los momentos en que debamos hacer frente a las consecuencias del pecado de otras personas, podemos recordar que Dios nos ha dado el Espíritu Santo como consolador y ayudador (Juan 14:16-17) y que Dios ha prometido que todas las cosas obran conjuntamente para el bien de los que le aman (Romanos 8:28).

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