Pregunta
¿Qué es la interseccionalidad y es bíblica?
Respuesta
La interseccionalidad es un término utilizado para describir cómo diferentes formas de discriminación pueden interactuar y superponerse entre sí. En los últimos años, se ha convertido en una palabra clave feminista. Como concepto, la interseccionalidad se ocupa de los efectos acumulativos en la sociedad de la discriminación sistemática contra las personas que pertenecen a más de un grupo desfavorecido. Por ejemplo, una mujer es oprimida por los que están en contra de las mujeres; una mujer negra se enfrenta a prejuicios anti-mujer y anti-negros; una mujer lesbiana negra se enfrenta a la discriminación anti-mujer, anti-negra y anti-gay, etc. El objetivo de la interseccionalidad es que la víctima de un solo tipo de discriminación puede tener dificultades para identificarse con aquellos que enfrentan múltiples formas de opresión.
El término interseccionalidad fue acuñado en un ensayo de 1989 por Kimberlé Crenshaw, una académica legal que escribió que las leyes individuales contra la discriminación son insuficientes para abordar las experiencias de aquellos que sufren de discriminaciones superpuestas. Los esfuerzos políticos actuales para poner fin a las formas individuales de discriminación, como el sexismo, el racismo y el clasismo, siempre serán insuficientes, según Crenshaw, porque no tienen en cuenta la naturaleza acumulativa de diferentes tipos de discriminación. La respuesta, según los promotores del concepto de interseccionalidad, es más programas sociales progresivos.
La Biblia no usa el término interseccionalidad, pero el concepto de discriminaciones superpuestas estuvo presente en las sociedades antiguas, tal como lo está hoy, y se pueden encontrar ejemplos de ello en la Biblia. La mujer del pozo que encontró a Jesús en Juan 4 fue víctima de diferentes formas de discriminación. Primero, era mujer, y los rabinos normalmente no hablaban públicamente con las mujeres. Segundo, era samaritana, y había un gran odio entre los samaritanos y los judíos, quienes los consideraban mestizos idólatras. Cuando Jesús le pidió que le diera agua del pozo, ella se sorprendió. "¿Cómo es", preguntó, "que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?" (Juan 4:9, Reina Valera 1960). Tercero, era una marginada social debido a su estilo de vida y pasado.
La teoría de la interseccionalidad, que se ha convertido en la favorita de las feministas radicales y, más recientemente, de las feministas cristianas, puede tener alguna validez. Sin embargo, el número de formas en que discriminamos unos a otros realmente no es el problema. El problema es la pecaminosidad del corazón humano. Todo pecado nos separa de Dios y todos los pecados deben ser expiados. Por eso murió Jesús en la cruz, para pagar la penalidad por nuestro pecado y redimir a un pueblo para sí mismo.
Todas las formas de discriminación y su interseccionalidad son el resultado de la caída del hombre en el pecado. Sin duda, la discriminación continuará mientras haya personas pecaminosas en la tierra. Los cristianos deberían reconocer el problema de la discriminación y trabajar para contrarrestarlo, pero el cambio duradero solo puede ocurrir a través del poder transformador de Cristo. Los movimientos que buscan dividir a las personas en líneas raciales, de género o de clase; que crean grupos de víctimas de diseño; o que buscan retribución a través de políticas cada vez más autocráticas no están beneficiando realmente a la sociedad. Los cristianos deben ser pacificadores que trabajan para unir a las personas en la verdad en lugar de dividirlas o avivar sentimientos de resentimiento.
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