Pregunta
¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo, "Yo soy la Luz del Mundo" (Juan 8:12)?
Respuesta
"Yo soy la Luz del mundo" (Juan 8:12) es la segunda de las siete declaraciones "YO SOY" de Jesús, registradas sólo en el evangelio de Juan, que nos hablan de Su identidad y propósito divinos únicos. Cuando Jesús declaró que era la Luz del mundo, afirmaba que Él era la fuente exclusiva de luz espiritual. No hay otra fuente de verdad espiritual disponible para la humanidad.
Hay dos clases de luz en el mundo. Podemos percibir una, ambas o ninguna. Cuando nacemos en este mundo, percibimos la luz física, y por ella aprendemos de la obra de nuestro Creador en las cosas que vemos. Sin embargo, aunque esa luz es buena, hay otra Luz, una Luz tan importante que el Hijo de Dios tuvo que venir para declararla e impartirla a los hombres. Juan 8:12 dice: "Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida".
La metáfora que el Señor utiliza en este versículo habla de la luz de Su Verdad, la luz de Su Palabra, la luz de la Vida eterna. Aquellos que reciben la verdadera Luz nunca caminarán en la oscuridad espiritual.
Llevamos una vela a una habitación para disipar la oscuridad. De la misma manera, hay que llevar la Luz de Jesucristo a las tinieblas del pecado que envuelve los corazones y las vidas de los que no le siguen. Esa es la condición para tener esta Luz: que lo sigamos. Si no lo seguimos, no tendremos esta luz, esta verdad, esta vida eterna.
La luz física es necesaria para la vida física. Sin duda, la tierra cambiaría muy rápidamente si ya no hubiera luz solar. Un bosque lleno de árboles con copas muy espesas de follaje en lo alto tiene muy poca vida vegetal en el suelo, excepto el musgo o el liquen, que necesitan poca luz solar. Las plantas nunca se alejarán de la luz: se dice que son fototrópicas positivas, atraídas por la luz. De la misma manera, la luz espiritual es necesaria para la vida espiritual, y esto puede ser una buena prueba de nuestra posición en Cristo. El creyente siempre se inclinará hacia las cosas espirituales; siempre se inclinará hacia la comunión, la oración, la Palabra de Dios, etcétera. El incrédulo siempre hace lo contrario (Juan 1:5; 3:19-20), porque la luz expone su maldad, y él odia la luz. De hecho, ningún hombre puede llegar a la verdadera luz espiritual de Jesucristo, a menos que sea permitido (Juan 6:37).
Seguir a Jesús es la condición de dos promesas en Juan 8:12. Primero, Sus seguidores nunca andarán en tinieblas, lo cual es una referencia a la seguridad de la salvación que disfrutamos. Como verdaderos seguidores de la Luz, nunca seguiremos los caminos del pecado, nunca viviremos en un estado de pecado continuo (1 Juan 1:5-7). Al contrario, nos arrepentimos de nuestro pecado para permanecer cerca de la Luz del mundo. La segunda promesa es que reflejaremos la Luz de la Vida. Así como Él vino como la Luz del mundo, también nos manda a que seamos "luz". En Mateo 5:14-16 vemos a los creyentes representados como la luz del mundo. Así como la luna no tiene luz propia, sino que refleja la luz del sol, los creyentes deben reflejar la Luz de Cristo para que todos puedan verla en nosotros. La Luz es evidente para los demás por las buenas obras que hacemos en la fe y por el poder del Espíritu Santo.
El énfasis aquí es mantener un testimonio creíble y obvio en el mundo, un testimonio que nos muestre fieles, que honremos a Dios, dignos de confianza, sinceros, serios y honestos en todo lo que hacemos. Además, siempre debemos estar dispuestos a dar razón de la esperanza que tenemos (1 Pedro 3:15), porque la Luz del Evangelio que tenemos no debe cubrirse, sino hacerse evidente para que todos la vean y se beneficien de ella, para que ellos también puedan dejar las tinieblas y venir a la Luz.
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¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo, "Yo soy la Luz del Mundo" (Juan 8:12)?