Pregunta
¿Puede una persona nacer con el género equivocado?
Respuesta
Vivimos en un mundo confuso y caído, y esa confusión se extiende por todas partes, de modo que incluso las preguntas más básicas, tales como "¿Qué género soy?" se vuelven difíciles de responder para algunas personas. Algunas personas afirman que nacieron con el género equivocado, o al menos en el cuerpo equivocado. Un hombre puede creer que en realidad es una mujer, pero su alma está "atrapada" en un cuerpo masculino. Tales afirmaciones reciben el apoyo de otros que defienden una sociedad "neutral en cuanto al género". Sin embargo, aquellos que ven las distinciones de género como simplemente etiquetas caprichosas o una "caja" que hay que romper, rechazan activamente el diseño de Dios en la creación.
Algo fundamental para nuestra comprensión de la sexualidad humana, es que Dios creó dos (y sólo dos) géneros. Actualmente, al mundo le gusta considerar que el género (basado en una construcción social) no tiene nada que ver con el sexo (basado en el aspecto físico), sin embargo, la Biblia no hace tales distinciones. La Biblia desbarata la confusión del mundo de manera sencilla: "Hombre y mujer los creó" (Génesis 1:27). Toda la especulación moderna sobre los múltiples géneros, o incluso una "continuidad" de género con géneros ilimitados, no es bíblica. Un individuo puede afirmar que es transgénero o "fluido de género", pero eso no invalida el diseño y el propósito de Dios al crearlo.
Los niños que crecen en este mundo confuso son bombardeados con mensajes confusos. A los niños se les dice que no tienen que ser niños; a las niñas se les dice que podrían no ser niñas. Lo que sea que sientan que son es lo que son: niño, niña o una mezcla de ambos. El mundo les dice que no importa. La confusión y la ambigüedad se refuerzan de muchas maneras: días de sexo neutro en la escuela, la prohibición de términos como niños y niñas en el aula, la proliferación de baños unisex, planes de estudio que promueven el matrimonio homosexual, etc. No es de extrañar que algunas personas hayan crecido luchando con su identidad sexual. No obstante, nuestro Señor advirtió que no se debe llevar a los niños por el mal camino: "Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; ¡¡mas !!ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos'" (Lucas 17:1-2).
Algunas personas hoy en día afirman que "se han sentido como si fueran del sexo opuesto desde que eran niños". ¿Pero cómo se puede saber eso? ¿Con qué están comparando sus sentimientos? Lo único que saben es cómo se siente la gente, y para cada persona, la manera en que se siente es "normal" para sí misma. Cualquier comparación con los sentimientos de otras personas sería sólo una suposición. Algunas personas pueden llegar a convencerse de que "se sintieron como si fueran del sexo opuesto" en algún momento de sus vidas, pero no tienen realmente una comparación de referencia.
Con suficiente condicionamiento, cualquiera de nosotros puede convencerse de que se identifica más como el género opuesto. Con demasiada frecuencia, ciertas personas son etiquetadas como de género cruzado debido a las diferencias naturales en los gestos y reacciones, y esas personas "pintan de espaldas" el concepto para comprender su infancia.
Pero esta re imaginación de la infancia es diferente a querer ser otro género. Una persona puede desear ser del otro sexo por muchas razones, pero eso no hace que internamente sea así. Un padre puede inculcar ese deseo en un niño, o un niño puede observar los beneficios que disfruta el otro sexo y desearlos. El niño también puede desear medir dos metros de altura, pero eso no cambia la realidad.
La Biblia dice que Dios creó "varón y hembra" y expresó que su creación era "muy buena" (Génesis 1:27, 31). El plan de Dios era perfecto, pero, como todo en la esfera de la humanidad, la perfección se corrompió por el pecado. El pecado impactó negativamente en toda la creación, dañando no sólo la relación de la humanidad con Dios, sino también con los demás y con el resto del orden creado. Nuestro mundo está caído, y los efectos del pecado contaminan todo. Las enfermedades, los defectos de nacimiento, los desastres naturales, los actos pecaminosos, y los resultados negativos del pecado de los demás y de nuestro propio pecado se remontan a la caída. A veces estos efectos negativos vienen en forma de anomalías que ocurren naturalmente; otras veces se remontan más directamente a un pecado específico. ¿Podría ocurrir una anomalía a veces en el género, física o mentalmente? Reconocemos que una persona puede nacer con una combinación de órganos masculinos y femeninos, aunque el verdadero sexo biológico de una persona se puede determinar a través de pruebas médicas.
Esto sabemos, que estamos involucrados en una batalla espiritual por nuestras almas. El mundo busca conformarnos a su molde, y por eso debemos ser transformados por la renovación de nuestras mentes (Romanos 12:1-2). Satanás intenta engañarnos y nos insta a cuestionar el plan de Dios. Una de las estratagemas del diablo es hacer que no estemos satisfechos con la forma en que Dios nos creó. A algunos les susurra: "Eres gordo y feo". Para otros, "Eres tonto y torpe". Y a otros, "Pareces un hombre, pero en realidad eres una mujer". En cada caso, el mensaje de fondo es el mismo: "Dios se equivocó contigo".
También sabemos que toda la creación gime por la liberación de la maldición y el daño del pecado (Romanos 8:20-22). La ruina causada por el pecado se trata mediante la redención de Cristo. A través de la salvación, Jesucristo nos concede el perdón del pecado, anula el efecto de nuestras malas elecciones y compensa nuestra degradación.
Cada uno de nosotros se enfrenta a un escenario diferente de batallas. Sin embargo, Cristo nos pone en el camino de la victoria. Hebreos 12:1-2 dice, "Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios." La cruz es la clave. Jesús fue el pionero de nuestra fe, y la perfeccionará. Su victoria también será la nuestra.
Algunos pueden luchar contra la tentación heterosexual, la avaricia, el orgullo, la ira o cualquier otro pecado. Otros pueden luchar contra la confusión de género. Independientemente de la batalla con el pecado y las mentiras del diablo, la pregunta que debemos responder es, "¿Es Cristo y Su obra redentora suficiente para nuestras batallas?" Jesús definitivamente afirma ser suficiente para todas y cada una de nuestras batallas, y desea santificarnos a través de Su Palabra de verdad (Juan 17:17).
Como hijos de Dios, deberíamos estar contentos en esta vida (Filipenses 4:11; 2 Corintios 12:10). Reconocemos que todos tenemos limitaciones, físicas, mentales, emocionales y espirituales. Pero a través de Cristo esas limitaciones no interferirán con el plan que Dios tiene para nosotros con el fin de honrarlo y servirlo. "No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino" (Lucas 12:32).
Si una persona siente que ha nacido con el género equivocado, la respuesta no es la cirugía para cambiar de género, la terapia hormonal, el travestismo, etc. Esas simplemente son formas mundanas de aceptar las mentiras del diablo. "El amor no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad" (1 Corintios 13:6). Y Dios no comete errores. Cualquiera que sienta que ha nacido en el cuerpo equivocado necesita, ante todo, experimentar el poder transformador de Cristo. Cuando "participamos de la naturaleza divina", escapamos de "la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia" (2 Pedro 1:4).
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