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Pregunta

¿Qué significa "no proveáis para los deseos de la carne" (Romanos 13:14)?

Respuesta


En Romanos 13:11-14, el apóstol Pablo dirigió su atención al final de los tiempos, animando a los cristianos: "es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos" (versículo 11). Con el fin de los tiempos en mente, Pablo concluyó el segmento con este resumen: "vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne" (Romanos 13:14). En lugar de perder un tiempo precioso, satisfaciendo deseos lujuriosos y egoístas, Pablo exhortó a los creyentes a revestirse de la justicia de Jesucristo.

En Efesios 4:21-24, Pablo hizo una exhortación sorprendentemente similar a no hacer ninguna provisión para la carne: "Ya que han oído sobre Jesús y han conocido la verdad que procede de él, desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño. En cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo" (NTV).

La "carne" de Romanos 13:14 se refiere a los aspectos físicos y corporales de una persona, en contraposición al alma inmaterial o espíritu. En las Escrituras, la carne se entiende normalmente como la sede del pecado y la rebelión contra Dios.

La palabra "proveáis" en el idioma original conlleva la idea de "pensar en lo que haréis en caso de que ocurra algo". Si pensamos en complacer a nuestra carne, suministramos el combustible para que suceda. Es como si nuestros pensamientos reunieran las provisiones necesarias para avanzar y actuar según nuestros deseos lujuriosos. Así, "no proveáis para los deseos de la carne" podría traducirse "no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne" (NVI), "no se permitan pensar en formas de complacer los malos deseos" (NTV), o "no piensen en proveer para las lujurias de la carne" (NBLA).

Hacer provisión para la carne es esperar fracasar. Es como un alcohólico que intenta mantenerse sobrio, pero que guarda un poco de licor en un escondite secreto, "por si acaso". Está haciendo provisiones para la carne y probablemente fracasará en su intento de mantenerse sobrio. Del mismo modo, los que pretenden llevar una vida piadosa deben identificar sus tropiezos y eliminarlos.

Los creyentes deben vivir y comportarse como lo hizo Jesucristo. Para ello, debemos apartar de nuestra mente los pensamientos carnales. Las Escrituras explican que la batalla contra el pecado se libra en la mente (Romanos 7:21-25). El apóstol Pedro instó a los primeros discípulos: "que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma" (1 Pedro 2:11). Los pensamientos pecaminosos influyen en nuestro comportamiento hasta el punto de satisfacer los deseos de nuestra carne (Efesios 2:3). Cuando moramos en el pecado, seguimos sus deseos.

Las Escrituras enfatizan el increíble poder de la vida del pensamiento. No hacer ninguna provisión para la carne requiere llevar "cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Corintios 10:5). ¿Cómo lo hacemos? Guardando nuestro corazón y pensando en cosas dignas: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad" (Filipenses 4:8).

Colosenses 3:1-2 sugiere no hacer provisión para la carne de la siguiente manera: "Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (NVI).

Como nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17), "tenemos la mente de Cristo", dijo Pablo en 1 Corintios 2:16. En Filipenses 2:5, enseñó a los cristianos a tener el mismo "sentir que hubo también en Cristo Jesús". La mente de Cristo es dada a conocer a los creyentes por el Espíritu Santo que mora en ellos (Juan 14:26; 16:12-15; Romanos 8:9; 1 Corintios 2:11-13). Al someternos a la guía del Espíritu Santo, somos transformados por la renovación de nuestra mente y podemos discernir mejor la voluntad de Dios (Romanos 12:1-2).

Pablo dijo a los gálatas: "Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne" (Gálatas 5:16). No hacemos ninguna provisión para la carne cuando vivimos en obediencia a Dios y a Su Palabra y "nos mantenemos en armonía con el Espíritu" crucificando "la carne con sus pasiones y deseos" (Gálatas 5:24-25). La única forma de experimentar una verdadera vida abundante en el Espíritu es morir a la carne: "Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis" (Romanos 8:12-13).

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