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Pregunta

¿Qué significa "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy" (Hechos 3:6)?

Respuesta


En Hechos 3:6, Pedro le dice a un mendigo cojo: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda". Pedro no tenía limosna para dar al mendigo, pero le dio algo mejor: compartió con él el poder sanador de Jesús.

El capítulo comienza cuando Pedro y Juan se dirigen al templo para orar y se encuentran con un hombre "cojo de nacimiento" (Hechos 3:2). Como el cojo no podía andar, lo llevaron a la Puerta Hermosa, donde pidió limosna. Cuando el hombre pide limosna a Pedro y a Juan, Pedro responde: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda" (Hechos 3:6). Pedro coge entonces al hombre por la mano derecha, e inmediatamente los pies y los tobillos del hombre se fortalecen. Se levanta de un salto y empieza a andar y a saltar, alabando a Dios mientras entra con ellos en el templo.

Las palabras de Pedro al mendigo cojo demuestran el valor superior de las bendiciones espirituales sobre las riquezas materiales. Pedro y Juan no tenían riquezas materiales, pero tenían algo mucho más valioso que ofrecer: el poder sanador de Jesucristo. Hay poder en el nombre de Jesús, incluido el poder de sanar a un hombre cojo de nacimiento. En Juan 14:13-14, Jesús dice: "Y todo lo que pidan en Mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me piden algo en Mi nombre, Yo lo haré" (NBLA). En nombre de Jesús, Pedro le proporciona al hombre una nueva oportunidad de vida.

La Biblia enseña sistemáticamente que la verdadera riqueza se encuentra en Dios. En Mateo 6:19-21, Jesús llama a Sus discípulos a elegir a Dios por encima de las riquezas:

"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mateo 6:19-21).

Pedro y Juan mostraron dónde está el verdadero tesoro. No está en la riqueza material, sino en el nombre de Jesús y en el poder de Su resurrección.

Los creyentes pueden aprender al menos dos cosas de las palabras de Pedro en Hechos 3:6. En primer lugar, no debemos igualar el éxito con la acumulación material. Como aconseja Pablo en 1 Timoteo 6:17, "A los ricos en este mundo, enséñales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos" (NBLA). Debemos centrarnos en los tesoros eternos y utilizar nuestros recursos para bendecir a los demás, como hacen Pedro y Juan en Hechos 3:6.

En segundo lugar, todo creyente tiene algo que ofrecer, aunque no sea riqueza material. Puede ser oración, ánimo o apoyo. "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios" (1 Pedro 4:10). Al igual que Pedro y Juan compartieron lo que tenían, los creyentes están llamados a compartir el amor, la gracia y la verdad con los necesitados.

Hechos 3 relata una hermosa historia sobre el uso de nuestros recursos para bendecir a los demás, aunque el don no sea material. Que podamos decir al igual que Pedro: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy". Amén.

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