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Pregunta

¿No debemos pronunciar nunca los nombres de otros dioses (Éxodo 23:13)?

Respuesta


Éxodo 23:13 dice: "Y en cuanto a todo lo que les he dicho, estén alerta; no mencionen ni se oiga en sus labios el nombre de otros dioses" (NBLA). ¿Significa esto que debemos evitar por completo pronunciar los nombres de otros dioses? Para responder a esto, debemos considerar el contexto en el que se dio este mandamiento, cómo conecta con el resto de las Escrituras y qué significa para los cristianos de hoy.

El libro del Éxodo relata la liberación por Dios de los israelitas de Egipto y el establecimiento de Su pacto con ellos en el monte Sinaí. Éxodo 23:13 forma parte de una sección de leyes que Dios dio a los israelitas, conocida como el Libro del Pacto (Éxodo 20:22-23:33). Estas leyes estaban destinadas a apartar a Israel como pueblo santo de Dios, distinto de las naciones circundantes que adoraban a otros dioses.

En este contexto, el mandamiento de evitar mencionar los nombres de otros dioses era una protección contra la idolatría. El mundo antiguo estaba lleno de dioses falsos, cada uno asociado a diferentes aspectos de la vida. Al prohibir la mención de estos dioses, Dios protegía a Su pueblo, Israel, de la tentación de adorar o alabar a esas falsificaciones. Tal adoración les alejaría del único Dios verdadero.

En la época anterior al cautiverio babilónico, el pueblo de Israel luchó contra la idolatría, recurriendo muchas veces a los dioses de las naciones de su entorno. Incluso intentaron adorar a Dios y a ídolos extranjeros al mismo tiempo. Por ejemplo, en 1 Reyes 18:21, Elías se enfrenta a los israelitas diciéndoles: "¿Hasta cuándo vacilarán entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, síganlo; y si Baal, síganlo a él" (NBLA). La lucha contra la idolatría no consistía únicamente en evitar los ídolos físicos, sino en mantener la devoción a Yavé.

El Nuevo Testamento desplaza el centro de atención de la adoración literal de los ídolos al tema de fondo de la idolatría en el corazón. En 1 Corintios 10:14, Pablo advierte a la Iglesia: "amados míos, huyan de la idolatría" (NBLA). La idolatría puede manifestarse de diversas formas, como el amor al dinero, el deseo de poder o cualquier cosa que tenga prioridad sobre Dios.

El Nuevo Testamento no repite explícitamente el mandamiento de evitar mencionar los nombres de otros dioses. En cambio, hace hincapié en la supremacía de Cristo sobre todos los poderes y autoridades. Por ejemplo, Filipenses 2:9-11 afirma: "Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre" (NBLA). El nombre de Jesús está por encima de cualquier otro nombre, por lo que es digno de nuestra alabanza.

Teniendo en cuenta el contexto y la enseñanza bíblica más amplia, ¿deberían los cristianos abstenerse de mencionar los nombres de otros dioses hoy en día? ¿Está mal, por ejemplo, pronunciar el nombre de Baal al leer en voz alta el artículo sobre Baal de este sitio web? No, el mandamiento de Éxodo 23:13 era específico para los israelitas en su contexto histórico, y Cristo nos ha liberado de la Ley de Moisés (Romanos 6:15). Sin embargo, el principio sigue siendo relevante. Los cristianos están llamados a proteger sus corazones de la idolatría y a mantener una devoción exclusiva a Dios.

En la práctica, esto significa que debemos ser cautelosos a la hora de relacionarnos con los nombres y conceptos de otros dioses. En los debates académicos o interreligiosos, puede ser necesario hacer referencia a los nombres de otros dioses para obtener claridad o comprensión. Sin embargo, esto debe hacerse con discernimiento y reconociendo que esos nombres no tienen poder ni autoridad. Sabemos que "un ídolo nada es en el mundo" y que "no hay más que un Dios" (1 Corintios 8:4). Al mismo tiempo, nuestra forma de hablar debe reflejar nuestra fe en Cristo y nuestro compromiso de honrarle por encima de todo.

Los cristianos deben estar atentos a las formas sutiles de idolatría que pueden introducirse en sus vidas. La idolatría moderna puede no implicar la adoración literal de otros dioses, pero puede verse en la devoción excesiva al dinero, el éxito, las relaciones o los deseos personales. Colosenses 3:5 advierte a los creyentes: "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría". Para los creyentes, evitar los nombres de otros dioses significa guardar en sus corazones "el nombre sobre todo nombre".

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