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Pregunta

¿Qué quiere decir la Biblia con "ojo por ojo"?

Respuesta


El concepto de "ojo por ojo", a veces llamado jus talionis o lex talionis, forma parte de la Ley Mosaica que se utilizaba en el sistema de justicia de los israelitas. El principio es que el castigo debe ajustarse al delito y debe haber una pena justa para las malas acciones: "Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe" (Éxodo 21:23-25). La justicia debe ser equitativa; hay que evitar la excesiva dureza y la excesiva indulgencia.

No tenemos indicios de que la ley del "ojo por ojo" se cumpliera literalmente; nunca hay un relato bíblico de un israelita mutilado como resultado de esta ley. Además, antes de que se promulgara esta ley en particular, Dios ya había establecido un sistema judicial para oír los casos y determinar las penas (Éxodo 18:13-26), un sistema que sería innecesario si Dios hubiera pretendido una pena literal de "ojo por ojo". Aunque en el antiguo Israel los delitos punibles con la pena capital se pagaban con la ejecución, sobre la base de múltiples testigos (Deuteronomio 17:6), la mayoría de los demás delitos se pagaban con bienes: si se lesionaba la mano de un hombre para que no pudiera trabajar, se le compensaba por el salario perdido.

Además de Éxodo 21, la ley del "ojo por ojo" se menciona dos veces en el Antiguo Testamento (Levítico 24:20; Deuteronomio 19:21). Cada vez, la frase se utiliza en el contexto de un caso que se juzga ante una autoridad civil como un juez. El "ojo por ojo" debía ser, pues, un principio rector para legisladores y jueces; nunca debía utilizarse para justificar actos de venganza ni para resolver agravios personalmente.

En el Nuevo Testamento, parece que los fariseos y los escribas habían tomado el principio del "ojo por ojo" y lo habían aplicado a las relaciones personales cotidianas. Enseñaban que la venganza personal era aceptable. Si alguien te daba un puñetazo, podías devolvérselo; si alguien te insultaba, podía recibir tus insultos. Los líderes religiosos de la época de Jesús ignoraron el fundamento jurídico de la promulgación de esa ley.

En el Sermón del Monte, Jesús rebate la enseñanza común de la venganza personal: "Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo ..." (Mateo 5:38-39). A continuación, Jesús revela el corazón de Dios respecto a las relaciones interpersonales: "No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses" (Mateo 5:39-42).

Al dar este "nuevo" mandamiento, Jesús no está anulando la ley del Antiguo Testamento (Mateo 5:17). Más bien, está separando la responsabilidad del gobierno (castigar a los malhechores con justicia) de la responsabilidad que todos tenemos a nivel personal ante Dios de amar a nuestros enemigos. No debemos buscar retribución por desaires personales. Debemos ignorar los insultos personales (el significado de "poner la otra mejilla"). Los cristianos deben estar dispuestos a dar más de sus bienes materiales, de su tiempo y de su trabajo, de lo que se les pide, incluso si las demandas que se nos hacen son injustas. Debemos prestar a los que quieren pedir prestado, amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen (versículos 43-48). Imponer el "ojo por ojo" es tarea del magistrado; perdonar a nuestros enemigos es nuestra tarea. Esto lo vemos hoy en día cada vez que una víctima se levanta ante un tribunal para perdonar públicamente a un criminal condenado: el perdón es personal y real, pero el juez sigue exigiendo con justicia que se cumpla la sentencia.

El hecho de que Jesús limitara el principio de "ojo por ojo" no prohíbe en modo alguno la autodefensa o la protección por la fuerza de los inocentes contra cualquier daño. No se cuestionan las acciones de los agentes del gobierno debidamente designados, como los agentes de policía y los militares, para proteger a los ciudadanos y preservar la paz. El mandato de Jesús de poner la otra mejilla se aplica a las relaciones personales, no a la política judicial. El principio de "ojo por ojo" se entiende como política judicial, no como norma para las relaciones interpersonales. El creyente en Cristo se guía por las palabras de Jesús de perdonar. El cristiano es radicalmente diferente de los que siguen la inclinación natural a responder con la misma moneda.

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