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Pregunta

¿Por qué es pecado al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace (Santiago 4:17)?

Respuesta


Tras exhortar a sus lectores sobre la importancia de la humildad (Santiago 4:13-16), Santiago advierte: "y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado" (Santiago 4:17). Otras traducciones lo expresan de forma diferente, pero la idea es la misma:

"Recuerden que es pecado saber lo que se debe hacer y luego no hacerlo" (NTV)

"Así que comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace" (NVI).

En este versículo, Santiago da un ejemplo de pecado de omisión. Cuando los creyentes saben lo que deben hacer y no lo hacen, Dios les hace responsables de no haberlo hecho. Así pues, a Dios no sólo le importa lo que hacemos, sino también lo que dejamos de hacer. La inactividad puede ser tan pecaminosa como la actividad manifiesta. La inacción puede ser juzgada igual que la acción.

A lo largo de su carta, Santiago reta a sus lectores a la acción. Deben ser hacedores de la Palabra y no sólo oidores (Santiago 1:22). Si la gente es oidora, pero no hacedora, se está engañando a sí misma. Deben hablar y actuar como personas que rinden cuentas (Santiago 2:12). Dios siempre ha dejado claro cuáles son Sus expectativas (ver Miqueas 6:8). Tenemos el deber de obedecer.

La Parábola del Buen Samaritano contiene dos ejemplos de personas que sabían que debían hacer el bien y no lo hicieron. En el relato de Jesús, un hombre herido y moribundo yacía en el camino. Un sacerdote y un levita pasaron junto al herido sin socorrerle. En esto pecaron. Sabían lo que había que hacer: el hombre necesitaba ayuda, pero no actuaron. En cambio, un samaritano se detuvo y ayudó. Mostró compasión por el hombre herido y demostró lo que significa amar al prójimo como a uno mismo. Sabía lo que era correcto, y lo hizo.

La implicación de Santiago 4:17 es que la responsabilidad viene con el conocimiento. Cuando comprendemos lo que es justo, estamos obligados a hacer lo que es justo. En Lucas 12:47-48, Jesús comunica este principio: "Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá".

Cuando comprendemos lo que es bueno y, sin embargo, no actuamos, se nos hace mucho más responsables.

Santiago vincula la sabiduría al hacer "buenas acciones con la humildad" (Santiago 3:13, NTV). En varios puntos concretos, Santiago pide a las personas que actúen, que hagan lo que saben que es correcto. ¿Desean estar cerca de Dios? Entonces deben acercarse a Él (Santiago 4:8). ¿Desean ser exaltados? Entonces deben humillarse (Santiago 4:10). Para cada resultado deseado, hay una acción precedente necesaria, y somos responsables de hacer lo que debemos hacer. "Recuerden que es pecado saber lo que se debe hacer y luego no hacerlo" (Santiago 4:17, NTV).

Toda la carta de Santiago está comprometida con la necesidad de una fe viva y activa. En Santiago 2:14-17, él escribe: "¿De qué sirve, hermanos míos, si alguien dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarlo? Si un hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario, y uno de ustedes les dice: "Vayan en paz, caliéntense y sáciense", pero no les dan lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta" (NBLA). Las buenas obras siempre acompañarán a la fe auténtica (ver Mateo 5:16). Saber qué es lo que hay que hacer es importante; el seguimiento es igual de importante.

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