Pregunta
¿Qué significa ser perseguidos, pero no abandonados (2 Corintios 4:9)?
Respuesta
Pablo defiende su apostolado por el bien de los corintios, para que se sientan animados y edificados en la certeza del Evangelio (2 Corintios 12:19). En su carta, Pablo relata algunas de las dificultades y persecuciones a las que se enfrentaban él y otros apóstoles. En este contexto, señala que eran "perseguidos, pero no abandonados" (2 Corintios 4:9, NBLA).
Pablo estaba agradecido por proclamar un mensaje de gracia y libertad en lugar de ley y esclavitud (2 Corintios 3) y, debido a la importancia de ese ministerio, él y los demás apóstoles no se desanimarían. Al contrario, serían valientes en su proclamación de la verdad (2 Corintios 4:1-2). Tenían la conciencia tranquila mientras cumplían el ministerio de proclamar esa verdad a todo el mundo, aunque hubiera muchos que estuvieran cegados y no aceptaran ese mensaje (2 Corintios 4:3-4). No proclamaban este mensaje en su propio poder o por su propia sabiduría; proclamaban a Jesucristo (2 Corintios 4:5-6). Reconocían fácilmente su propia debilidad y limitación—no eran más que vasos de barro para un mensaje celestial de gracia (2 Corintios 4:7)—y el poder del mensaje no procedía de ellos mismos. Por consiguiente, los corintios podían confiar en el mensaje de los apóstoles porque era verdadero y procedía de Dios.
Los apóstoles no eran la fuente del poder; simplemente eran ministros de él. Pablo subraya sus propias limitaciones y debilidades cuando explica que estaban afligidos en todos los sentidos, pero no agobiados (2 Corintios 4:8a)—tenían dificultades, pero esas dificultades no los podían derrotar porque estaban firmes en la verdad. Estaban perplejos, pero no desesperados. Luchaban, quizás incluso con cierto grado de ansiedad, pero no caían en la depresión debido a la certeza de su esperanza (2 Corintios 4:8b). Eran perseguidos, pero no abandonados (2 Corintios 4:9a)—aunque muchos habían rechazado su mensaje e incluso lo habían hecho violentamente en ocasiones, Pablo sabía que no estaban solos. Dios no los había abandonado, por grave que fuera el rechazo de algunos. Incluso habían sido literalmente derribados, pero no fueron destruidos (2 Corintios 4:9b). Independientemente de las dificultades a las que se enfrentaran, los apóstoles reconocieron que no eran tan graves como las que había sufrido Cristo, y que simplemente estaban cumpliendo lo que Él les había encomendado hacer (2 Corintios 4:10-11). Incluso en su debilidad y en las dificultades a las que se enfrentaban, tenían presente la razón de su ministerio: que la gente pudiera recibir a Cristo por la fe y tener vida (2 Corintios 4:12).
Todo lo que Pablo y los demás apóstoles afrontaron, lo hicieron por el bien de los que recibirían su mensaje (2 Corintios 4:15). Por eso, incluso en situaciones difíciles y dolorosas, no perdían el ánimo (2 Corintios 4:16). No se centraban en las dificultades temporales, sino en el valor eterno del ministerio que Dios les había encomendado (2 Corintios 4:16-18).
En cierto modo, nosotros también podemos sufrir persecuciones y dificultades, pero si sufrimos por lo que tiene valor eterno, no estamos abandonados. Dios nunca abandona ni desampara a los Suyos (Juan 10:27-31; Hebreos 13:5). Podemos centrarnos en Él—como hicieron los apóstoles—y no desfallecer (ver Hebreos 12:1-3).
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¿Qué significa ser perseguidos, pero no abandonados (2 Corintios 4:9)?