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Pregunta

¿Por qué la puerta que lleva a la perdición es ancha (Mateo 7:13)?

Respuesta


En el Sermón del Monte de Jesús (Mateo 5-7), el Señor presenta una imagen verbal de dos puertas, una ancha y otra estrecha. Jesús explica a Sus oyentes que para ver y participar en Su reino venidero, una persona debe tener una verdadera justicia interior y no simplemente una observancia externa de un código de leyes. Los escribas y fariseos enseñaban una especie de salvación basada en las obras, afirmando que la obediencia a la ley era la forma en que las personas podían ser justas a los ojos de Dios. Jesús lo refuta directamente, diciendo de manera conmovedora que, a menos que la justicia de una persona supere la de los escribas y fariseos, esa persona no entrará en el reino de los cielos (Mateo 5:20).

En Mateo 7:13-14 Jesús describe dos puertas: la puerta ancha—por la que entran muchos—que lleva a la perdición (Mateo 7:13); y la puerta estrecha—por la que entran pocos—que lleva a la vida (Mateo 7:14). Una puerta es ancha para dar paso a los muchos que entran por el camino que lleva a la destrucción, mientras que la otra es estrecha para representar a los relativamente pocos que buscan la vida y la encuentran. Jesús exhorta a Sus oyentes a entrar por la puerta estrecha en lugar de intentar entrar por la puerta ancha.

La puerta ancha era el camino defendido por los que enseñaban la falsedad (incluidos los escribas y fariseos). La puerta ancha era la apariencia de justicia, pero no la justicia real. Los escribas y fariseos (y otros falsos maestros y profetas) enseñaban que una persona podía entrar en el reino de los cielos simplemente basándose en una relación con Abraham y Moisés o siguiendo la Ley de Moisés. En cambio, Jesús abogaba por la puerta estrecha: este era el camino para entrar en el reino. Esta puerta estrecha era el camino de la verdadera justicia. Este tipo de justicia haría que la gente viera y glorificara a Dios en lugar de glorificar a la persona que hacía el trabajo (Mateo 5:16).

Mientras que los escribas y fariseos enseñaban que bastaba con cumplir la Ley—evitar el acto de asesinar, por ejemplo—Jesús enseñaba que la actitud interior de uno hacia su hermano representaba el verdadero carácter, no solo las acciones externas (Mateo 5:21-26). La norma era "sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5:48). La puerta ancha que lleva a la perdición (Mateo 7:13) era el camino de ser lo suficientemente bueno por las propias obras. Pero Jesús explica que la norma es la perfección, y nadie puede alcanzarla por sí mismo. Necesitaban ser humildes de espíritu (Mateo 5:3) y reconocer que necesitaban a alguien que los ayudara a ser justos: necesitaban un Salvador.

La puerta ancha, la que lleva a la destrucción, decía que era suficiente amar a los que nos aman. Pero la puerta estrecha se expresaba en amar a los que nos persiguen y odian (Mateo 5:44-47). La puerta ancha que lleva a la destrucción es la autodependencia y está representada por la ética común. La puerta estrecha que conduce a la vida está representada por actos extraordinarios de bondad que no están arraigados en la naturaleza humana normal. La norma de la justicia (perfección) va más allá de nosotros, y sencillamente no tenemos esa justicia y no podemos fabricar ese tipo de justicia con nuestras propias obras. En cambio, debemos confiar en Jesús para que sea nuestra justicia.

Pablo nos ayuda a entender cuando relata cómo Jesús asumió nuestro pecado y nos dio Su justicia (2 Corintios 5:21) para que pudiéramos reconciliarnos con Dios (2 Corintios 5:20). Pablo añade que no nos salvamos por las obras, sino por la gracia de Dios mediante la fe en Jesucristo (Efesios 2:8-9). Si la puerta ancha que lleva a la perdición condujera a la vida, podríamos jactarnos de que nuestras obras nos han llevado al cielo. Nos llevaríamos la gloria en lugar de Dios. Pero al hacer estrecha la puerta que conduce a la vida, Dios demuestra Su amor y Su gracia, y Él es digno de nuestra confianza y nuestra alabanza.

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