Pregunta
¿Qué es el juicio eterno (Marcos 3:29)?
Respuesta
En Marcos 3:28-29, Jesús afirma que el castigo por blasfemar contra el Espíritu Santo es el juicio eterno: "De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno" (Reina Valera 1960; cf. Mateo 12:31-33). Este pasaje ha generado mucha discusión sobre el significado y la gravedad de la blasfemia contra el Espíritu Santo.
Para entender el significado del juicio eterno en Marcos 3:29, primero debemos comprender el pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo. La palabra blasfemia significa "denigrar o hablar impíamente". En el contexto de Marcos 3:28-30, los fariseos denigraron y hablaron impíamente de Jesús cuando lo acusaron de estar poseído por un demonio (versículo 22) y de tener un espíritu inmundo (versículo 30). En otras palabras, los fariseos atribuyeron el poder sanador de Jesús a Satanás en lugar del Espíritu Santo. Este fue el pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo, por el cual a los fariseos "no le[s] será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero" (Mateo 12:32). Por lo tanto, el pecado es imperdonable y la consecuencia es irreversible.
Este tipo de blasfemia no se puede repetir hoy en día porque era específica del momento en que Jesús caminaba por la tierra. Los fariseos fueron testigos de los milagros realizados por Jesús y deliberadamente los atribuyeron al poder del mal en lugar del Espíritu Santo (cf. Juan 8:48). Desde este punto de vista, su pecado no se puede repetir, ya que las personas de hoy en día no tienen la oportunidad de presenciar el ministerio público de Jesús de la misma manera.
Sin embargo, el pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo se puede entender en un sentido amplio para incluir el rechazo persistente al mandato de confiar en Jesucristo como Señor y Salvador (Juan 3:36). No hay perdón para aquellos que rechazan a Cristo y luego mueren en la incredulidad. Por sus corazones endurecidos, serán lanzados al "lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda" (Apocalipsis 21:8).
En Marcos 3:29, la frase juicio eterno hace referencia al infierno, un lugar de llanto y crujir de dientes (Mateo 8:12; 13:42, 50; Lucas 13:28). El infierno no es un lugar imaginario, ni es una representación metafórica de una vida sin la presencia de Dios. No, es un lugar real donde los pecadores no arrepentidos pasarán la eternidad y recibirán su merecido castigo (Hechos 17:31). Esta es la consecuencia de rechazar deliberada e intencionalmente la gracia, la misericordia y el perdón de los pecados disponibles en Jesucristo.
La realidad del juicio eterno no pretende ser una táctica para asustar, sino una advertencia sobre las graves consecuencias del rechazo a la oferta gratuita del evangelio, que se extiende a todos (Juan 3:16).
El juicio eterno, como se menciona en Marcos 3:29, es la consecuencia de rechazar la oferta gratuita de salvación y el llamado interno del Espíritu Santo para arrepentirse del pecado y confiar en Jesucristo. Aunque las interpretaciones de este pasaje varían, está claro que la blasfemia contra el Espíritu Santo tiene repercusiones eternas. Por esta razón, es necesario obedecer el mandamiento de Jesús: "id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado" (Mateo 28:19-20). Esto implica que la predicación centrada en el Evangelio es la única esperanza para que los pecadores escuchen, crean, se arrepientan y se salven (Romanos 10:14-15).
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¿Qué es el juicio eterno (Marcos 3:29)?