Pregunta
¿Qué es el quietismo?
Respuesta
El quietismo es un sistema de misticismo religioso con raíces en el hinduismo y el budismo, pero que también ha sido promovido en ocasiones por individuos dentro de la Iglesia Católica Romana. El quietismo enseña que la paz espiritual e incluso la perfección se pueden lograr a través de la contemplación de Dios y las cosas divinas. El practicante de quietismo busca subyugar la voluntad y volverse totalmente pasivo, espiritualmente. El quietismo fue promovido como una forma de culto católico en partes de Europa occidental durante finales de 1600, pero fue declarado herejía por el Papa Inocencio XI en 1687. El quietismo dirige la espiritualidad de uno hacia adentro, favoreciendo la contemplación silenciosa, la quietud y la pasividad por sobre la acción positiva, el canto, la oración en voz alta, etc., por lo que sería naturalmente atractivo para los monjes, ermitaños religiosos y otros ascetas. El objetivo del quietismo es "apaciguar" el alma para que pueda unirse a Dios y finalmente lograr un estado sin pecado.
Hay quietistas influyentes en la historia, incluyendo a Madame Guyon, Francois Fénelon y Miguel de Molinos. El quietismo ha avanzado en algunas ramas de la iglesia evangélica, también, con la práctica de la oración de absorción y la oración centrante y el énfasis carismático en la oración de escucha y la palabra rhema. Las prácticas relacionadas con el quietismo y el pensamiento detrás de esas prácticas son totalmente antibíblicas.
Es cierto que, en la Biblia, la quietud y la paz son deseables; son signos de una vida espiritual saludable. David dijo, "En verdad que me he comportado y he acallado mi alma Como un niño destetado de su madre; Como un niño destetado está mi alma" (Salmos 131:2), y la paz es un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22). Esperar en Dios y someternos a Él también forman parte de una vida piadosa (Salmo 31:24; 33:20; 37:7). Sin embargo, los autores bíblicos nunca promueven la idea del alma humana siendo "absorbida" por Dios, y la Biblia de ninguna manera respalda el quietismo, como filosofía o como práctica religiosa.
Un problema con el quietismo es su enfoque exclusivo en la pasividad, la quietud y la inacción a medida que persigue una espiritualidad tranquila. La Biblia contiene muchos ejemplos de la actitud opuesta, diciendo al pueblo de Dios que "griten de alegría" por su salvación (Salmos 20:5), canten canciones, toquen instrumentos y griten en voz alta (Salmos 33:1-3). La respuesta cuando un alma está cerca de Dios a menudo es cantos y gritos de alegría (Isaías 12:6). Además, la acción positiva se muestra constantemente en las Escrituras como una parte necesaria de la vida de un cristiano. El evangelismo es muy difícil de hacer si uno nunca habla ni interactúa con otros. Jesús dijo a sus discípulos que "vayan", "hagan discípulos" y "enseñen" (Mateo 28:16-20). Los viajes de los apóstoles estuvieron llenos de acciones positivas, decisivas y buenas obras. Jesús mismo fue una persona dinámica, sanó, habló y tomó acción. Por supuesto, Jesús también pasó tiempo en oración, solo (Marcos 1:35). Pero la oración a Dios no es lo que enseña el quietismo.
El otro problema, aún mayor, con el quietismo es su afirmación de que uno puede alcanzar un estado sin pecado mediante la contemplación interior y la eliminación del alma de todos los deseos que causan problemas. En este sentido, el quietismo se asemeja más al budismo que al cristianismo. No hay nada en la Biblia que sugiera que aquietarnos a nosotros mismos puede resultar en un estado sin pecado o unión con Dios o que cultivar una falta de sentimientos o deseos traerá una unión especial con Dios. Todo lo contrario: la Biblia dice claramente que un estado de perfección sin pecado no es alcanzable en este mundo (1 Juan 1:8). La meditación bíblica es un estudio activo y contemplación de la Palabra de Dios, no una renuncia pasiva y parecida a un mantra de la voluntad. Somos justificados por la fe en Cristo, y somos santificados por la Palabra de Dios (Juan 17:17; Romanos 5:1; Hebreos 10:10, 14), no a través de experiencias místicas, ascetismo, o tener nuestra alma unida con lo divino.
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