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Pregunta

¿Qué significa estar salado con sal (Marcos 9:49)?

Respuesta


En Marcos 9:49, Jesús dice: "Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal". Al igual que la sal se utilizaba para preparar un sacrificio, la abnegación prepara al seguidor de Jesús para ser un sacrificio voluntario para Dios.

En la antigüedad, la sal se utilizaba en los sacrificios religiosos. Por ejemplo, en Levítico 2:13, se ordenaba a los israelitas que sazonaran con sal sus ofrendas de grano: "Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal". Esta práctica del Antiguo Testamento representa la idea de la sal como agente tanto de purificación como de conservación.

En Marcos 9:49, Jesús alude a la práctica del Antiguo Testamento de "sazonar con sal" los sacrificios. Lo que quiere decir es que Sus seguidores son "sacrificios" para Dios (ver Romanos 12:1). La idea de ser "salado con sal" significa dos cosas: 1) los creyentes serán purificados y 2) los creyentes serán preservados.

Los que siguen a Cristo están dispuestos a renunciar a todo lo que obstaculice su relación con el Señor, aunque eso signifique perder una mano (Marcos 9:43), un pie (versículo 45) o un ojo (versículo 47). Un comentarista lo explica de esta manera: "La palabra "fuego", aquí... denota abnegación, sacrificios, pruebas, para mantenernos alejados de la gratificación de la carne. Como si [Jesús] hubiera dicho: "Mirad el sacrificio sobre el altar. Es una ofrenda a Dios, a punto de serle presentada. Está rociada con "sal, emblema de pureza, de conservación y de adecuación, por tanto, a un sacrificio". Así que "vosotros" estáis consagrados a Dios. Sois sacrificios, víctimas, ofrendas a su servicio. Para que seáis ofrendas "aceptables", hay que hacer todo lo posible para "preservaros" del pecado y "purificaros". La abnegación, la sumisión de las concupiscencias, el soportar las pruebas, el quitar las ofensas, son los "conservantes" apropiados en el servicio de Dios"" (Barnes, A., Notes on the Bible, 1834 − Solo disponible en inglés).

El "sazonar" con "sal" también puede ser algo que Dios hace en la vida de los creyentes, al permitir que Su pueblo experimente diferentes tipos de sufrimiento. El propósito de Dios al permitir el sufrimiento en nuestras vidas no es destruirnos, sino moldearnos a la imagen de Su Hijo, Jesucristo: "Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas" (1 Pedro 2:21).

En otro lugar, Pedro dice: "En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo". Aunque Pedro no utiliza la frase salados con sal, sus palabras reconocen la necesidad del sufrimiento para purificar a los creyentes y mostrarles que son verdaderos discípulos de Cristo.

Los discípulos auténticos aceptan el coste del discipulado y el compromiso radical que exige seguir a Cristo. En cierto sentido, son sacrificios a Dios que se preparan para el altar. Las palabras de Jesús recuerdan a los creyentes que deben hacer todo lo posible por abstenerse del pecado y perseguir la justicia. Para asegurarse de que el pecado no vuelva a ser nuestro amo, Dios permite que seamos "salados con sal".

En su alusión a los sacrificios del Antiguo Testamento "sazonados con sal", Jesús nos llama al discipulado. Así como la sal purifica y conserva los alimentos, Dios purifica a los creyentes del pecado y los preserva de la destrucción. El apóstol Pablo explica cómo podemos presentarnos como sacrificios vivos a Dios: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12:2).

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