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Pregunta

¿Qué significa traer buenas nuevas a los afligidos (Isaías 61:1)?

Respuesta


En Isaías 61:1-3, el profeta describió la misión del Mesías, ordenada por Dios, de atender las necesidades de los pobres y desfavorecidos. Empezó diciendo: "El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque me ha ungido el Señor para traer buenas nuevas a los afligidos. Me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros" (Isaías 61:1, NBLA).

Setecientos años después, Jesucristo inició Su ministerio público predicando a partir de este texto exacto, aplicando las palabras de Isaías a Sí mismo: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor" (Lucas 4:18-19). Jesús concluyó: "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros" (Lucas 4:21), identificándose a sí mismo como el Mesías prometido de Israel y el Rey-Siervo que proclamaría buenas nuevas a los afligidos.

"Buenas nuevas" es un anuncio favorable. Proclamar "buenas nuevas" es anunciar o transmitir un mensaje de información positiva sobre acontecimientos importantes o recientes. El verbo griego que describe esta acción es euangelizomai. Los escritores del Nuevo Testamento asignaron esta palabra específicamente a la predicación o proclamación del evangelio (evangelion). Proclamar la buena nueva significa predicar el mensaje de Dios sobre la redención de la humanidad pecadora mediante la muerte y resurrección de Su Hijo, Jesucristo. Del verbo euangelizomai, obtenemos nuestro término español evangelizar. Proclamamos las buenas nuevas o evangelizamos cuando predicamos el mensaje de salvación en Jesucristo: que el reino de Dios ha venido a la tierra en la persona del propio Hijo de Dios, que trae consigo el perdón de los pecados y el don de la vida eterna (Mateo 4:23; Romanos 10:15).

En el Antiguo Testamento, "los pobres" eran aquellos que no tenían herencia, que estaban económicamente arruinados y eran de baja condición social, o que estaban oprimidos, desfavorecidos e indigentes. Los pobres estaban indefensos y dependían de personas poderosas y de circunstancias poco favorables.

"Los pobres" son también los que viven en dependencia de Dios. Los Salmos, especialmente, utilizan el concepto de pobreza literal y simbólicamente para expresar la dependencia de Dios como protector, libertador y salvador de los pobres (Salmo 12:6; 35:10; 102:17; 116:6). Estos conceptos de "los pobres" continúan en el Nuevo Testamento, ya que las personas que viven en la pobreza y los humildes que viven de la fe en Dios son "los pobres". En el gran Sermón del Monte de Jesucristo, el Señor comienza con las Bienaventuranzas, predicando: "Dios los bendice a ustedes, que son pobres, porque el reino de Dios les pertenece" (Lucas 6:20, NTV). Los "pobres en espíritu" (Mateo 5:3) son personas que reconocen su propia pobreza espiritual: se dan cuenta de su desesperada necesidad de Dios, se vuelven hacia Él y reciben las más ricas bendiciones que Él ofrece gratuitamente a través de la fe en Jesucristo.

Desde la cárcel, Juan el Bautista envió a preguntar a Jesús si era realmente el Mesías prometido de Israel. Jesús respondió: "Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio" (Lucas 7:22). El hecho de que Jesús proclamara las buenas nuevas a los pobres era una de las marcas autorizadas de su mesianidad (Mateo 11:2).

Santiago sostenía: "¿No eligió Dios a los pobres de este mundo para que sean ricos en fe? ¿No son ellos los que heredarán el reino que Dios prometió a quienes lo aman?" (Santiago 2:5, NTV). El apóstol Pablo explicó el alcance de la bondad desinteresada de Cristo hacia los pobres que vino a salvar: "Ustedes conocen la gracia generosa de nuestro Señor Jesucristo. Aunque era rico, por amor a ustedes se hizo pobre para que mediante su pobreza pudiera hacerlos ricos" (2 Corintios 8:9, NTV).

El objetivo primordial de todo el ministerio de Jesucristo fue proclamar la buena nueva de la salvación a los afligidos. Él es un Salvador que satisface las necesidades de los pobres, tanto material como espiritualmente. Es más, Él los satisface plenamente (Lucas 1:53; 6:20-21; Mateo 5:6).

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