Pregunta
¿Cuál es la "voluntad del hombre" en Juan 1:13?
Respuesta
El Evangelio de Juan comienza con un prólogo (Juan 1:1-18) que sienta las bases del resto del libro. En los versículos 12-13, el apóstol escribe: "Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios" (NBLA). En este artículo, analizaremos el significado de la voluntad del hombre y la contrastaremos con la voluntad de Dios.
El prólogo de Juan, que abarca dieciocho versículos, presenta la identidad y la misión del Verbo hecho carne (Juan 1:1 y 14). La encarnación, pues, es fundamental para que recibamos el nuevo nacimiento que nos permite convertirnos en hijos de Dios (Juan 1:13; cf. Juan 3:3, 5; 6:63).
La voluntad del hombre se refiere a la volición humana y a nuestra capacidad de tomar decisiones. No nacemos de nuevo por la voluntad del hombre, porque nadie puede elegir a Dios por sí mismo. El corazón, la mente y la voluntad del hombre han sido radicalmente corrompidos por el pecado (lo que algunos teólogos denominan "depravación total"). A causa de nuestra pecaminosidad, no podemos entablar una relación correcta con Dios. Si los pecadores han de salvarse, Dios debe hacerlo.
Juan contrasta la voluntad del hombre con la voluntad de Dios. En Juan 1:13, el apóstol recalca que los nacidos de Dios no son producto del linaje humano, del esfuerzo humano, ni de la voluntad humana. En cambio, su nuevo nacimiento se atribuye únicamente a la voluntad eterna y soberana de Dios.
Pablo destaca la voluntad de Dios con estas palabras "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme a la buena intención de Su voluntad" (Efesios 1:3-5, NBLA).
La voluntad de Dios, no la voluntad del hombre, es la forma en que nos convertimos en hijos e hijas de Dios.
En Efesios 2:8-9 (NBLA), Pablo escribe: "Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". La palabra "esto" apunta a todo el proceso de salvación por la gracia mediante la fe: regeneración, justificación, adopción como hijos e hijas, santificación y glorificación. Como don de Dios, la salvación no es algo que podamos conseguir por nosotros mismos. No quisimos que ocurriera, ni podríamos. Si pudiéramos salvarnos a nosotros mismos, entonces el sacrificio de Cristo habría sido innecesario.
Juan 1:13 tiene implicaciones significativas para la teología cristiana, sobre todo en los debates sobre la soberanía divina y el albedrío humano. Este versículo pone en tela de juicio la creencia de que los seres humanos pueden entrar por sí mismos en la familia de Dios. También cuestiona la creencia de que todo el mundo (sin excepción) es hijo de Dios. No, sólo los que han recibido el derecho a ser hijos de Dios están en la familia de Dios.
Nuestro nuevo nacimiento no se produjo por voluntad del hombre. O, como dice la NLT, nosotros nacemos "de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios". Nosotros no llamamos al Hijo del cielo; lo envió el Padre. Jesús no obedeció nuestra voluntad, sino la de Dios.
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¿Cuál es la "voluntad del hombre" en Juan 1:13?