Pregunta
¿Por qué Dios mató a Ananías y Safira por mentir?
Respuesta
La historia de Ananías y Safira se encuentra en Hechos 5, y es una historia triste. En realidad comienza al final del capítulo 4 con la descripción de la iglesia primitiva de Jerusalén, un grupo de creyentes tan llenos del Espíritu Santo que tenían un solo corazón y una sola mente. Los apóstoles tenían gran poder y gracia, predicaban y daban testimonio del Salvador resucitado. Tan unidos estaban los corazones de la gente que no retenían ninguna de sus posesiones y las compartían voluntariamente unos con otros, no porque estuvieran coaccionados, sino porque se amaban. Los que vendían tierras y casas entregaban sus ganancias a los apóstoles, que distribuían los donativos entre los necesitados.
Dos miembros de este grupo eran Ananías y su mujer, Safira; ellos también habían vendido un campo. Una parte de los beneficios de la venta se la quedó la pareja, y Ananías sólo puso una pequeña parte del dinero a los pies de los apóstoles. Sin embargo, Ananías fingió haber entregado todo lo recaudado. Este espectáculo hipócrita pudo haber engañado a algunos, pero no a Pedro, que estaba lleno del poder del Espíritu. Pedro supo al instante que Ananías estaba mintiendo -no sólo a él, sino también a Dios- y desenmascaró su hipocresía allí mismo. Ananías cayó al suelo y murió (Hechos 5:4). Cuando Safira apareció, ella también mintió a Pedro y a Dios, diciendo que habían donado todo el producto de la venta del terreno a la iglesia. Cuando se descubrió su mentira, también cayó y murió a los pies de Pedro.
Algunos especulan que estas dos muertes fueron por causas naturales. Tal vez Ananías murio de shock o culpa, pero Pedro pronuncio la muerte de Safira antes de que ella muriera, y la coincidencia en el tiempo y el lugar de sus muertes indican que esto fue realmente el juicio de Dios. La pregunta es por qué. ¿Por qué mataría Dios a dos personas por mentir?
Las razones de Dios para provocar la muerte de Ananías y Safira tienen que ver con Su aborrecimiento del pecado, la hipocresía de la pareja y la lección para el resto de la iglesia, en aquel entonces y ahora. Hoy en día es fácil pasar por alto la santidad de Dios, olvidar que Él es justo y puro y que odia el pecado de todo corazón. Este pecado en particular de hipocresía en la Iglesia, se trató con rapidez y decisión.
¿Eran salvos Ananías y Safira? Creemos que probablemente sí. Su historia se cuenta en el contexto de las acciones de "todos los creyentes" (Hechos 4:32). Conocían la existencia del Espíritu Santo (Hechos 5:3), y la mentira de Ananías podría haber sido una promesa anterior de que daría el importe total de la venta al Señor. Sin embargo, la mejor evidencia de que eran hijos de Dios puede ser que recibieron disciplina: "Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos" (Hebreos 12:8; ver también 1 Corintios 5:12). Ananías y su esposa habían conspirado para obtener los elogios de la iglesia; pero su conspiración los llevó al pecado de muerte.
El caso de Ananías y Safira ilustra el hecho de que incluso los creyentes pueden ser llevados a cometer pecados flagrantes y atrevidos. Era Satanás quien había llenado sus corazones para mentir de esa manera (Hechos 5:3) y para "tentar al Espíritu Santo" (versículo 9). La codicia, la hipocresía y el deseo de alabanza de los hombres contribuyeron a su desaparición.
Las muertes repentinas y dramáticas de Ananías y Safira sirvieron para purificar y advertir a la iglesia. "Y vino gran temor sobre toda la iglesia" (Hechos 5:11). Inmediatamente, en la infancia de la iglesia, Dios dejó claro que la hipocresía y el disimulo no iban a ser tolerados, y Su juicio sobre Ananías y Safira ayudó a proteger a la iglesia contra futuras pretensiones. Dios puso los cuerpos de Ananías y Safira en el camino de todo hipócrita que intentara entrar en la iglesia.
Además, el incidente con Ananías y Safira ayudó a establecer la autoridad de los apóstoles en la iglesia. Los pecadores habían caído muertos a los pies de Pedro. Fue Pedro quien había conocido el pecado secreto y tenía la autoridad para pronunciar juicio en la iglesia (ver Mateo 16:19). Si la hipocresía de Ananías y Safira hubiera logrado engañar a Pedro, habría dañado gravemente la autoridad de los apóstoles.
La triste historia de Ananías y Safira no es algún incidente oscuro del Antiguo Testamento con respecto a una violación de la Ley Mosaica. Esto ocurrió en la iglesia del primer siglo a creyentes en Jesucristo. La historia de Ananías y Safira es un recordatorio para nosotros hoy de que Dios ve el corazón (1 Samuel 16:7), que odia el pecado y que se preocupa por la pureza de su iglesia (1 Corintios 11; 1 Juan 5). Como Jesús le dijo a la iglesia comprometida en Tiatira: "y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras" (Apocalipsis 2:23).
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