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Pregunta

¿Cuál fue el proceso para determinar el canon del Antiguo Testamento?

Respuesta


En su comentario sobre Gálatas, Martín Lutero denunció al Papa por pretender tener autoridad sobre la Biblia. La Iglesia católica romana sostenía que, puesto que era el papado quien determinaba el canon de las Escrituras, estas debían inclinarse en sumisión a la autoridad superior del Papa. Martín Lutero advirtió de la insensatez de un razonamiento tan erróneo, pues solo Dios determina qué escritos son de inspiración divina. El hombre no juzga las Escrituras, sino que descubre, reconoce y está de acuerdo con los escritos "inspirados por Dios" (2 Timoteo 3:16).

El canon bíblico es la colección de literatura reconocida como inspirada por Dios, es decir, palabras escritas por autores humanos que "inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios" (2 Pedro 1:21, NBLA). La palabra canon procede de una palabra griega que significa "regla" o "vara de medir". Según Judas 1:3, el canon de las Escrituras ha quedado establecido para siempre, y no se puede añadir ni quitar nada de nuestra Biblia.

Breve resumen del Antiguo Testamento

Mientras que los libros del Nuevo Testamento se escribieron en un periodo de tiempo relativamente breve, los escritos del Antiguo Testamento se registraron a lo largo de un periodo de mil o más años en dos idiomas, hebreo y arameo, por escritores de tres continentes. Aunque Dios es realmente el Autor de todos los escritos canónicos, unos cuarenta escritores humanos, guiados por el Espíritu Santo, redactaron Sus palabras para la enseñanza, disciplina y edificación del pueblo de Dios. Cinco géneros literarios básicos componen el Antiguo Testamento: ley, historia, poesía, sabiduría y profecía.

Además, el Antiguo Testamento consta de cuatro divisiones principales:

- El Pentateuco son los cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. El Pentateuco también se conoce como la Torá, la Ley y la Ley de Moisés.

- Los Libros Históricos consisten en Josué, Jueces, Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías y Ester. Estos libros tratan principalmente de la historia de Israel.

- La literatura poética o sapiencial incluye Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y el Cantar de los Cantares.

- Los Profetas: Los profetas mayores son Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel. Estos libros fueron considerados "mayores" por su extensión y no por la importancia de su contenido. Los Profetas Menores son más breves: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías. La profecía bíblica se divide en dos categorías: cumplida y por cumplir. La preponderancia de la profecía cumplida confiere credibilidad a las afirmaciones proféticas pendientes de cumplimiento futuro.

A diferencia de otros ejemplos de literatura antigua en los que los primeros manuscritos son sumamente escasos, existen miles de manuscritos que atestiguan la exactitud y fiabilidad de los escritos del Antiguo Testamento. No es de extrañar, pues el profeta Isaías declaró: "Se seca la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre" (Isaías 40:8, NBLA). Del mismo modo que Dios nos dio Su Palabra mediante inspiración divina, podemos saber sin lugar a dudas que ha salvaguardado la integridad de Su Palabra.

Los Soferim

Alrededor del año 500 a.C., una clase especializada de eruditos llamados Soferim se encargaba de la laboriosa tarea de copiar a mano los manuscritos sagrados. Estos antiguos escribas reconocían que las Escrituras eran la Palabra autorizada de Dios y se sabe que abordaban con reverencia el trabajo de copiar las Escrituras con un cuidado meticuloso y esmerado. Dado que los escribas tenían en tan alta estima los escritos sagrados, podemos estar seguros de la fiabilidad del Antiguo Testamento.

Dedicados a la integridad y preservación de las Escrituras, los Soferim iniciaron el proceso de identificación oficial del canon del Antiguo Testamento. Estos notables escribas eran considerados expertos en la Ley Mosaica y enseñaban métodos para aplicar los principios del judaísmo a la vida cotidiana. Con el tiempo, las funciones tradicionales de los Soferim fueron asumidas por un grupo de eruditos judíos conservadores conocidos como los fariseos. A diferencia de los saduceos, una secta que desconocía la validez de gran parte de la Biblia hebrea, los fariseos se adherían a la infalibilidad de las Escrituras.

La Septuaginta

Cuando el griego se convirtió en la lengua preeminente en todo el mundo conocido, un grupo de 70 ó 72 eruditos comenzó a traducir la Biblia hebrea al griego durante el siglo III a.C.. Conocida como la Septuaginta (LXX), una referencia al número de eruditos bíblicos que participaron en la traducción, esta obra fue muy apreciada por su exactitud por el estamento religioso judío. En última instancia, la fiabilidad de la LXX puede medirse por el hecho de que los escritores del Nuevo Testamento, bajo la inspiración del Espíritu Santo, la citaron con frecuencia. Además, el uso generalizado de la Septuaginta demuestra que el canon del Antiguo Testamento había sido reconocido desde hacía mucho tiempo.

El testimonio de Flavio Josefo

En cuanto a la autenticidad y credibilidad de la antigua Biblia hebrea, el historiador judío Flavio Josefo escribió: "Solo tenemos veintidós [libros] que contienen la historia de todos los tiempos, libros en los que justamente se cree; y de ellos, cinco son los libros de Moisés, que comprenden la ley y las primeras tradiciones, desde la creación de la humanidad hasta su muerte. Desde la muerte de Moisés hasta el reinado de Asuero, rey de Persia, sucesor de Jerjes, los profetas que sucedieron a Moisés escribieron la historia de los acontecimientos ocurridos en su época, en trece libros. Los cuatro documentos restantes comprenden himnos a Dios y preceptos prácticos para los hombres" (Contra Apión, Vol. 1, en Josefo, Obras Completas, Kregel, 1960, p. 8).

Aunque Josefo menciona veintidós libros que completan el canon del Antiguo Testamento, otras versiones de la Biblia hebrea enumeran veinticuatro libros, y nuestras Biblias modernas contienen treinta y nueve libros del Antiguo Testamento. La aparente discrepancia en cuanto al número de libros del canon del Antiguo Testamento no es, en realidad, ninguna discrepancia. La diferencia está en cómo se dividieron los libros. Por ejemplo, Josefo unió Rut a Jueces y Lamentaciones a Jeremías. Basándonos en el testimonio de Josefo, podemos concluir de nuevo que el canon del Antiguo Testamento estaba establecido desde hacía mucho tiempo en la mente de respetados eruditos judíos.

Conclusión

Hay pocos datos históricos que detallen la conformación del canon del Antiguo Testamento. Los escribas que compilaron el canon habrían tenido en cuenta

- la reputación del autor humano de cada libro

- las doctrinas y declaraciones de un determinado manuscrito que entraran en conflicto con las claras enseñanzas de los escritos bíblicos establecidos

- inexactitudes históricas y/o declaraciones proféticas falsas que arrojaran una sombra de duda sobre un manuscrito

- la aceptación o el rechazo generalizados de un libro por parte de eruditos respetados.

Basándose en estas exigentes normas, los antiguos escribas judíos demostraron la máxima diligencia y erudición al establecer el canon del Antiguo Testamento. Además, los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo nunca cuestionaron la autenticidad de la Biblia hebrea. La Iglesia primitiva consideraba el Antiguo Testamento como la Palabra infalible de Dios y, como el propio Jesús dijo que los profetas hablaban de Él (Lucas 24:13-27), no tenemos motivos para dudar de la autenticidad del Antiguo Testamento.

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