Pregunta
¿Es exacta la Biblia?
Respuesta
La mayoría de la gente ha preguntado, o al menos se ha planteado, algo parecido a: "¿Cómo sabemos que los que escribieron la Biblia no se inventaron todas esas cosas?". Estas preguntas sobre la fiabilidad y exactitud de la Biblia deben responderse con honestidad y claridad.
El enfoque para evaluar si la Biblia es exacta en lo que relata es el mismo que se utiliza para evaluar cualquier otro libro histórico. El método legal/forense y sus principios se emplean para juzgar la validez de los textos históricos y si el testimonio relatado es verídico. Hay tres pruebas principales que los historiadores utilizan dentro del método forense:
La primera es la prueba bibliográfica. En ella se examina la fiabilidad de los manuscritos disponibles y el tiempo transcurrido entre los hechos narrados y su registro. Cuando se aplica al Nuevo Testamento, literalmente ningún otro texto antiguo está a la altura. El Nuevo Testamento cuenta con decenas de miles de manuscritos antiguos que pueden compararse ampliamente entre sí; además, esos manuscritos tienen la fecha más temprana de sus acontecimientos registrados de cualquier libro histórico. En otras palabras, los libros del Nuevo Testamento se escribieron muy poco después de los hechos que describen, lo que no deja lugar a que se infiltre la leyenda. De hecho, Pablo cita a más de 500 testigos oculares de Cristo resucitado, "la mayoría de los cuales aún viven", lo que significa que sus lectores eran libres de comprobar la verdad por sí mismos y confirmar la exactitud de lo que escribía.
Otra prueba de la fecha temprana del Nuevo Testamento son los escritos de los primeros líderes cristianos, como Clemente (c. 95 d.C.), Ignacio(c. 107 d.C.), Policarpo (c. 110 d.C.), Justino Mártir (c. 133 d.C.) y otros. Los historiadores han determinado que todo el Nuevo Testamento podría reconstruirse completamente a partir de citas de los primeros padres de la Iglesia, con la excepción de 27 versículos, la mayoría de los cuales proceden de 3 Juan.
La segunda prueba utilizada por los historiadores para evaluar la exactitud de los textos antiguos, incluida la Biblia, es la prueba de la evidencia interna. Esta prueba se refiere a si existen múltiples testimonios de los hechos relatados y si dichos testimonios están libres de contradicciones (es decir, ¿coinciden?). Con respecto al Nuevo Testamento, existen múltiples testimonios oculares que cuentan todos la misma historia. En cuanto a las contradicciones o variantes de los manuscritos, la inmensa mayoría de las variantes bíblicas son insignificantes y consisten en diferencias ortográficas y numéricas, cambios en el orden de las palabras de las frases, etc. Esto lleva a eruditos como Neil Lightfoot a decir: "Prácticamente, todas las variaciones encontradas entre los manuscritos no afectan a nuestro texto actual. Aunque subsisten algunos problemas textuales, estos se explican en las notas a pie de página de las traducciones más recientes" (Cómo obtuvimos la Biblia, Baker, 2003, p. 104).
La tercera y última prueba historiográfica de exactitud es la prueba de la evidencia externa, que se pregunta si la evidencia externa al documento en cuestión corrobora el texto. Tanto en el caso del Antiguo como del Nuevo Testamento, innumerables descubrimientos arqueológicos validan la historicidad de la Biblia. Además, obras como Jesús fuera del Nuevo Testamento, de Robert Van Voorst, relatan lo que escritores no bíblicos dijeron sobre Jesús.
En resumen, utilizando las tres pruebas clave del método forense/legal de los historiadores para validar la fiabilidad de un texto antiguo, ninguna otra obra de la historia antigua se acerca a la fiabilidad y exactitud de la Biblia.
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