Pregunta
¿Cuáles son las Cinco Vías de Tomás de Aquino?
Respuesta
Las Cinco Vías de Tomás de Aquino son los principales argumentos racionales que utilizó Tomás de Aquino para defender la existencia del Dios cristiano. Aunque las Cinco Vías se mencionan habitualmente en los debates sobre historia y filosofía, es fácil malinterpretarlas. Los críticos han exagerado, simplificado o simplemente malinterpretado lo que pretendía Aquino con estas afirmaciones. Su verdadera intención era demostrar un argumento general, objetivo y racional a favor de la existencia de Dios utilizando observaciones comúnmente conocidas.
Un error común es suponer que Aquino pretendía que las Cinco Vías fueran un caso completo y hermético de la existencia de Dios. En realidad, las consideraba solo el principio, una forma de apoyar la existencia de Dios ante quienes solo se interesaban por los argumentos basados en la razón y la observación. Como tales, es mejor considerar las Cinco Vías como una introducción a la idea de la existencia de Dios, no como la suma total de la teología cristiana.
Por otra parte, algunos críticos de las Cinco Vías las simplifican en exceso. Esto se combina a menudo con una interpretación errónea. La obra de Aquino se completó en el siglo XIII, por lo que la terminología que utiliza es sutilmente distinta del lenguaje popular moderno. El uso que hace Aquino de la palabra movimiento, por ejemplo, se entiende en el sentido de "cambio", no de desplazamiento físico. La interpretación de las Cinco Vías requiere una cuidadosa consideración de la intención real de Aquino cuando expuso los argumentos. Tomar las afirmaciones de un modo excesivamente simplista o sin comprender las demás afirmaciones filosóficas de Aquino es un enfoque injusto y engañoso.
Hay muchos estilos diferentes de presentar las Cinco Vías de Aquino. Su (relativa) simplicidad puede ser engañosa; cualquiera de estas cinco afirmaciones puede ser diseccionada, matizada y debatida hasta la saciedad. En aras del debate, las afirmaciones principales pueden resumirse de la siguiente manera:
I. El argumento del cambio ("movimiento")
El cambio es inmediatamente aparente en el universo, en el sentido de que las cosas pasan de un estado "potencial" a un estado "real". Sin embargo, este potencial es para algo que aún no existe y, por tanto, requiere que otra cosa lo actualice. Lo que actualice eso, a su vez, tendría que ser actualizado por otra cosa. Lógicamente, esta cadena de cambios no puede ser infinitamente larga, pues de lo contrario nada habría cambiado en primer lugar. Por tanto, debe existir alguna cosa inalterada e inmutable que actualice todos los demás cambios. Este principio no está relacionado con el tiempo ni con una secuencia de acontecimientos. Más bien señala la necesidad de que exista algo capaz de causar los cambios que observamos: Dios, el Inamovible.
En otras palabras, el primero de los argumentos de Aquino a favor de la existencia de Dios señala que todos los cambios son el resultado de algún otro cambio. Pero esta cadena de cambios no puede ser infinita, así que debe haber algo que no cambie (que no se mueva) (un Impulsor inmóvil) que sea responsable en última instancia de todos los demás cambios (movimiento).
II. El argumento de la causalidad
La causa y el efecto son evidentes en el universo. Todo lo que ocurre está causado por otra cosa. Todos los acontecimientos dependen de algún otro suceso o cosa para que ocurran. Una cosa no puede ser causa de sí misma, pues de lo contrario nunca llegaría a existir. Lógicamente, esta cadena de causalidad no puede ser infinitamente larga, pues de lo contrario nada habría llegado a existir. Por lo tanto, debe haber una cosa no causada que cause todas las demás cosas. Este argumento no está relacionado con el tiempo ni con una secuencia de acontecimientos. Más bien considera el hecho de que todas las cosas dependen de otra cosa para existir.
En otras palabras, la segunda de las formas de Aquino de demostrar la existencia de Dios se basa en el hecho de que todos los efectos son causados por algún otro acontecimiento, que a su vez es el efecto de alguna otra causa. Pero esta cadena de causalidad no puede ser infinitamente larga, por lo que debe existir alguna causa no causada: Dios, la Primera Causa.
III. El argumento de la eventualidad
Nada de lo que observamos en el universo es necesario; nada necesita existir por sí mismo. Muchas veces observamos cosas que dejan de existir, víctimas de la muerte, la destrucción o la decadencia. Con el tiempo, todas las cosas no necesarias dejan de existir. Pero, si fuera posible que todo dejara de existir, y si ha habido una cantidad infinita de tiempo pasado, entonces todas las cosas ya habrían dejado de existir. No quedaría nada en absoluto. El hecho de que algo exista, incluso ahora, significa que debe haber algo que no pueda dejar de existir, algo que deba existir necesariamente. Tiene que haber algo que no es condicional, es decir, que su existencia no depende de nada más. Esta cosa debe existir.
En otras palabras, el tercer argumento de Aquino o forma de demostrar la existencia de Dios es que, si todo fuera impermanente, con el tiempo todo dejaría de ser. Por tanto, debe haber al menos una cosa que debe, necesariamente, existir (una cosa no eventual): Dios, el Ser Necesario.
IV. El argumento de la perfección
Cada rasgo que vemos, en cada objeto, se compara con algún estándar: salud, moralidad, fortaleza, etc. El hecho de que instintivamente veamos grados en estos aspectos implica que existe alguna norma definitiva con la cual podemos juzgar esa propiedad. Y todas las propiedades comparativas comparten un sentido común de "perfección". Esto significa que debe existir alguna norma final de "perfección" a partir de la cual juzgar todas las demás propiedades; esos objetos no pueden ser la fuente o la definición de esa propiedad en sí y por sí mismos.
En otras palabras, el cuarto argumento de Aquino a favor de la existencia de Dios señala que, para hablar de "bondad" o "poder", debemos tener una norma absoluta con la que podamos juzgar esos términos; debe haber alguna otra cosa de la que, en última instancia, deriven esa característica: Dios, la Norma Definitiva.
V. El argumento de la finalidad
Muchas cosas del universo "impulsan" hacia un fin determinado, no hacia resultados aleatorios. Los imanes "impulsan" a buscar metal o a alinear sus polos. Las semillas "conducen" a convertirse en plantas adultas, no en animales. Esta regularidad, a diferencia de la aleatoriedad, es una señal de finalidad, de intención o inteligencia. Sin embargo, los imanes, las semillas y demás no tienen inteligencia propia. Por lo tanto, su "impulso" debe ser el resultado de alguna inteligencia externa que establezca o fije o diseñe su comportamiento. En algún medio o mecanismo, todos los propósitos y funciones deben originarse en alguna entidad inteligente.
En otras palabras, la quinta forma de Aquino de demostrar la existencia de Dios implica el hecho de que la materia y la energía inanimadas no muestran inteligencia ni finalidad. Cuando vemos algo no inteligente que parece tener algún propósito específico o que cumple alguna función intencionada, debemos suponer que esa cosa ha recibido ese propósito de alguna otra inteligencia. En última instancia, esto nos lleva a Dios, el Gran Diseñador.
Las cinco vías actuales
Como podemos ver, existen grandes similitudes entre las Cinco Vías de Aquino y muchos otros argumentos habituales a favor de la existencia de Dios. Sin embargo, hay distinciones que conviene tener en cuenta.
Los tres primeros argumentos de Aquino comparten un tema común: que la causalidad, la lógica y demás conducen a inferir la existencia de alguna deidad. El más utilizado de ellos en el mundo moderno está estrechamente relacionado con el segundo argumento, la causalidad, y suele denominarse simplemente argumento cosmológico.
Fundamentalmente, el cuarto argumento es casi idéntico al argumento ontológico presentado por Anselmo. Sin embargo, Aquino vio una distinción, ya que su enfoque se centraba en la fuente de la existencia de una cosa. Es decir, Aquino argumentaba que la bondad o el poder de un objeto finito solo pueden proceder de otra fuente mayor. El argumento ontológico de Anselmo, técnicamente, se centra más en el concepto genérico de "perfección". Aun así, no es extraño que la cuarta vía de Aquino se aproxime al argumento ontológico.
El quinto argumento, también conocido como argumento teleológico de Aquino, es similar al argumento moderno del Diseño Inteligente. Sin embargo, el argumento de Aquino presupone que los componentes individuales tienen alguna forma de impulso o iniciativa en sí mismos. El Diseño Inteligente, en cambio, presupone que los componentes individuales (por ejemplo, los átomos o la energía) no tienen ningún propósito o función particular fuera de una intervención inteligente. Esta distinción es trivial para la mayoría de los propósitos actuales. Sin embargo, propiamente hablando, la quinta vía de Aquino no es lo mismo que el Diseño Inteligente moderno.
Los estudiosos siguen debatiendo la validez de las Cinco Vías de Tomás de Aquino. Independientemente de lo útiles que se consideren en un contexto moderno, no se puede exagerar su importancia en los campos de la teología y la filosofía. Cuando se entienden correctamente como el "nivel básico" de una defensa racional de la existencia de Dios, son herramientas útiles.
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